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domingo, 29 de septiembre de 2019

La invasión del reguetón

Esta semana se anunciaron los nominados para la próxima entrega de los Premios Grammy Latino y hubo un descontento generalizado por parte de los reguetoneros al revelarse la lista. Maluma, uno de los cantantes de reguetón más famosos del momento, expresó su desilusión al no ser nominado en ninguna categoría a pesar de que su último disco había sido "el mejor" de su carrera. Varios exponentes del género se sumaron a la polémica y comenzaron a circular en Twitter el hashtag "Sin reggaetón no hay Latin Grammy" como modo de protesta. Varios argumentan, palabras más, palabras menos, que se sienten discriminados e incluso exigen que el reguetón tenga una categoría propia y que deje de competir dentro del género de Música Urbana. Los usuarios en las redes no perdieron la oportunidad para dar su opinión al respecto y la mayoría expresó su agrado a la exclusión o nula representación del reguetón en los mencionados premios.





Ahora, vámonos por partes. El reguetón, muy a mi pesar y al de mucha gente, goza de una enorme popularidad en la actualidad. La explosión de tal género comenzó a principios del nuevo milenio con éxitos como Gasolina y la verdad no se vislumbra un fin a su existencia. Ya han pasado casi 20 años en los que hemos visto a infinidad de cantantes sucumbir ante sus encantos. Muchos cantantes de otros géneros han tenido que incursionar en este género para seguir vigentes. Artistas de la talla de Shakira, Thalía, Jennifer López, Ricky Martin, Enrique Iglesias e incluso la mismísima Madonna, por nombrar solo algunos, han sacado por lo menos una canción de reguetón en los últimos años. ¿Cómo olvidar la insufrible canción de Despacito que no había un solo día o lugar donde no la escucharas? No importaba que te encontraras en México, EE. UU., Europa, Asia... no podías escapar de ella. Podías romperte los tímpanos y aún así llegaba a tu cerebro. La veíamos (o escuchábamos) hasta en la sopa. Y no fue solo durante unos días o semanas sino meses que tuvimos que soportarla. Es de las pocas canciones que llegué a odiar, a alucinar. Basta con escuchar esa canción para que me den ganas de vomitar.  

Irónicamente, no odio el reguetón. Pero tampoco es mi género de música preferido. Sí, tiene un ritmo pegajoso y te dan ganas de bailar, pero la mayoría de las letras de sus canciones deja muchísimo que desear. Mucha gente no presta atención a la letra, solamente se deja llevar por el ritmo. Pero si nos ponemos a analizarlas detenidamente, la gran mayoría contiene mensajes misóginos, de promiscuidad y violencia. Eso sí, son canciones muy movidas. Pero definitivamente no son canciones para niños. Es triste ver cómo hay niños que les encanta el reguetón y hasta se ponen a "perrear". Sus padres se los celebran porque les parece gracioso sin darse cuenta de que están fomentando un libertinaje y que sus hijos muy probablemente se convertirán en delincuentes o adolescentes embarazadas en un futuro no muy lejano. Porque eso es lo que promueve el reguetón aunque no los queramos reconocer. Sí influye, sobre todo en los niños, aunque muchos digan lo contrario. ¿Cómo es posible que los padres permitan que sus hijos, ya sean niños o adolescentes, escuchen este tipo de música y la bailen con movimientos más que sugestivos? Es algo francamente inconcebible.





Ahora, hablando de adultos y gente madura que se supone ya puede pensar por su cuenta, estoy de acuerdo en que el reguetón no determina tu capacidad, grado de inteligencia o moralidad. Tu gusto por el reguetón no te hace inferior al resto, así como tu desdén por él no te hace superior. Por más raro que parezca, una persona puede tener una mente brillante o ser culta y aún así gustar del reguetón. Es una combinación rara pero que puede darse. El reguetón no está reservado para la gente de estrato social bajo o inculta. A pesar de que el reguetón me parece sumamente vulgar, no puedo negar que disfruta de una gran aceptación en varios grupos de la sociedad. Recuerdo que alguna vez leí un artículo en Internet que abordaba el tema y la premisa del autor (o autora, no recuerdo bien) era que el problema no era el reguetón sino nuestro clasismo. Yo creo que, en parte, el clasismo puede llevarnos a desdeñar tal género, pero no me parece algo injustificado, sobre todo considerando el contexto en su conjunto. O tal vez simplemente soy demasiado "fresa". 

Muchos argumentan que el reguetón es como cualquier otro tipo de música y que como arte, no hay música buena o mala. Es cierto que la apreciación del arte tiene un alto grado de subjetividad, pero es imposible no emitir juicios morales sobre el reguetón. No me doy golpes de pecho, pero tampoco podemos tapar el sol con un dedo. Y en cuanto a la calidad del reguetón como música, no soy experto, pero en mi opinión no tiene punto de comparación con otros géneros. Las décadas anteriores han estado marcadas por distintos géneros musicales: tuvimos al rock en los 60, la música disco en los 70 y el pop en los 80. Existe una amplia lista de canciones y leyendas en la historia de la música y en un futuro ¿qué le vamos a decir a nuestros hijos o nietos? ¿Que el reguetón era la música de moda de la época y Maluma era uno de sus máximos exponentes? A mí me daría vergüenza.

El reguetón solamente es música para pasar el rato como cuando vas al antro o a una fiesta. Estoy de acuerdo de que en una reunión con amigos o una fiesta no vas a poner música clásica sino algo que anime el ambiente como el reguetón, pero de eso a que sea algo que escuchemos todos los días hay un abismo de diferencia. Algunos dirán que no es música, yo digo que sí; mala, pero música al fin. Llamarla arte me parecen palabras mayores, pero si es que pudiera ser catalogada como tal, sería un arte burdo, vulgar y de mal gusto. Aunque debemos reconocer que todos, en algún momento de nuestras vidas, necesitamos una(s) dosis de esa vulgaridad. 





El reguetón tal parece que llegó para quedarse. Ya han pasado prácticamente 20 años y siguen sacando canción tras canción. Si le preguntas a un extranjero si les gusta la música latina, muy probablemente te dirán que sí y que el reguetón les encanta (muchos creen que la música latina es reguetón solamente). Si usas una aplicación como Spotify o YouTube Music y escribes "música latina", el 90 % de las canciones reproducidas serán de reguetón. Estos gringuitos. Y aunque en esta ocasión la Academia de la Música no les dio la importancia que los reguetoneros creen tener, lo cierto es que siguen gozando de una enorme popularidad entre el público. Yo creo que ya llegó la hora de ponerle punto final a esto y que el reguetón quede solo como una mal recuerdo o un lamentable error por parte de la humanidad. Au revoir! 

viernes, 20 de septiembre de 2019

El león cree que todos son de su condición

En los últimos días se ha suscitado un escándalo de proporciones mayúsculas en torno a la sexualidad de la ojiverde Verónica Castro. Todo comenzó por una indiscreción de una conductora de tres pesos llamada Yolanda Andrade. En junio de este año durante una transmisión en YouTube, Andrade se puso a platicar con su inseparable Montserrat Oliver acerca de una relación que mantuvo con una "maravillosa mujer" y que incluso llegó al altar con ella. Poco tiempo después, Andrade apareció en una entrevista con Javier Poza para supuestamente promocionar un nuevo programa en el que ella fungiría como conductora principal y este, tal cual periodista venenoso de espectáculos, desvió el tema de la conversación hacia las declaraciones que esta había hecho tiempo atrás respecto a su matrimonio con una misteriosa y famosa mujer. Poza se dedicó a acorralarla para que aceptara que esa mujer se trataba de Verónica Castro y esta se hacía la mustia en un principio no queriendo confirmar nada, pero al final ya no le quedó remedio y terminó por soltar la sopa e incluso retar a Castro a que desmintiera lo que había dicho. A Poza se le podía ver una sonrisa de oreja a oreja cuando Andrade confirmó lo que él tanto quería escuchar. Se veía a leguas la mala leche con la que el comunicador guiaba la conversación. De veras que una víbora venenosa se quedaba corta con él. A los pocos días ofreció una disculpa, que nunca había sido su intención hacer ver mal a Castro, pero el daño ya estaba hecho. Él fue el encargado de destapar la cloaca y de provocar una ola de dimes y diretes.





En los días siguientes se sumaron más involucrados al caso, entre periodistas y famosos que externaban su opinión. Entre los "periodistas" que se sumaron al ataque en contra de la Vero estaban: Gustavo Adolfo Infante, Juan José Origel y Shanik Berman. Se dedicaron a echarle tierra a la Vero de una u otra manera. ¿Y cómo dejar de mencionar a las infames revistas de chismes baratos que sacaron unas fotos de la Vero, las cuales aseguraban que eran pruebas de su relación con Andrade? No ha pasado ni un solo día sin que aparezca algo de este caso en la tele o en Internet. La Andrade se ha dado vuelo concediendo entrevistas a diestra y siniestra en todos los lugares en los que le dan espacio para "decir su verdad". Dice que no se arrepiente de nada y tacha a la Vero de mentirosa y hasta de homófoba porque esta última había dicho que en esta vida no le tocó ser lesbiana. Ya nada más le faltó rasgarse las vestiduras y echarse ceniza en la cabeza, afirmando que las declaraciones de la Vero eran un ataque directo a la comunidad LGBT. Más bien, por personas como Andrade es que esa comunidad es tan atacada. Además ¿acaso alguien la nombró defensora de esa comunidad o qué? La Andrade de veras se ve ardida, despechada y dando patadas de ahogado. Ya ni siquiera le preguntan de su programa o cosas relacionadas a su "carrera", será porque no tiene nada más atractivo que ofrecer. ¿No creen? 




Los periodistas de espectáculos son de las personas más despreciables que uno se pueda imaginar. En sus ansias de vender notas e incrementar el rating de sus programas de pacotilla no les importa pasar por encima de nadie, ni siquiera tratándose de una señora de casi 70 años y que es una de las figuras más representativas de la cultura popular mexicana. Nunca me había tocado ver tanto circo mediático como este. La nota ha acaparado innumerables espacios en programas de México, América Latina y EE. UU. Todos quieren su pedazo de pastel. Y es que si uno se pone a analizar el caso detenidamente, todo parece un complot, una campaña de desprestigio en contra de la Vero. Fue tanta la presión para la Vero, que anunció su retiro del mundo del espectáculo. Ya podrán estar conforme la Andrade y su séquito de amigos. Si esto era lo que querían, lo lograron.




Quiero poner algo en claro. No digo que la Vero sea una santa y mucho menos perfecta. Todos tenemos cola que nos pisen. Tal vez le gusten las mujeres, tal vez no. Tal vez tuvo su rachita en la que le dio vuelo a la hilacha. No me sorprendería si el día de mañana ella saliera y aceptara todo lo que dijo la imprudente de Andrade. Pero no podemos afirmar nada que no nos conste. Y si es que efectivamente la Vero y Andrade se casaron, aunque simbólicamente, es muy su vida, muy su problema. Si ella no quiere hablar de eso o aceptarlo, sus razones debe tener y es válido. La Andrade no puede andar ventilando cosas que atañen a terceros. Si es que verdaderamente la amó tanto y fue el amor de su vida y si es que habían llegado a un acuerdo de no ventilar nada al respecto, ella debió respetar eso. No importa que hayan pasado 20 o 50 años. Pero lamentablemente la palabra ya no vale nada, y menos la de Andrade. Con todo lo que ha dicho y hecho solamente está dando muestra de su calidad moral y su bajeza. Pero por lo visto no está sola. Está respaldada por una jauría de lobos, por una parvada de buitres que gustan de lo podrido y que no se detienen ante nada hasta alcanzar lo que quieren.

Afortunadamente la mayoría del público está del lado de la Vero. Solamente los periodistas parecen apoyar a la Andrade, no todos, pero sí muchos. Su vida es muy aparte de su vida profesional. Nadie puede negar el lugar que ocupa en la cultura popular mexicana, tanto es así que fue distinguida por parte de María Félix. Muy pocas pueden presumir de ese honor. Pero como la Vero dijo: "La gente necesita comer". Y esto obviamente incluye a los periodistas, porque los chismes baratos y amarillistas venden y mucho. Es triste que exista tanto morbo respecto a figuras como la Vero. Al final de cuentas, son personas como tú y como yo que tienen una vida privada paralela a su vida profesional. El problema está en que al ser figuras públicas sus vidas pasan a ser de dominio público. 

Espero sinceramente que corran a esa Andrade y que las televisoras le cierren las puertas y no le den más espacios. Es de esas personas que ni siquiera te merece el saludo. Confieso que en un principio me caía bien la "chava", pero ya no. Y también espero que la Vero recapacite y regrese por la puerta grande con una telenovela, una serie o un programa como a los que nos tenía acostumbrados. Es entendible que la Vero quiera alejarse del espectáculo y que no soporte la presión de las redes sociales. Antes solamente tenían que lidiar con la televisión, pero ahora con las redes el impacto es mayor e inmediato. Es muy fácil destruir reputaciones y largas carreras como las de ella. Pero a la Andrade no le queda el papel de víctima y tarde o temprano su vida dejará de ser interesante. Cree que todos son como ella, pero afortunadamente no es así. Que aproveche sus 5 minutos de fama.

¿Y ustedes qué opinan, amigos? Au revoir!   

domingo, 15 de septiembre de 2019

Cuando apenas vas saliendo de una y ya entras en otra

Estas dos semanas no la he pasado muy bien que digamos. Poco tiempo después de regresar de viaje empecé a sentirme mal. Me dolía la cabeza y sentía malestar general en el cuerpo hasta que me resfrié oficialmente. Ya saben, lo típico: tos, estornudo, nariz congestionada, dolor de garganta, flema, cuerpo cortado. La primera semana la pasé fatal en el trabajo. Como ya saben, parte importante de mi trabajo es la relación con los clientes. Así que por menos que quiera hablar, nada más no se puede. Tenía que hacer un esfuerzo doble al hablar porque la voz se me iba. Toda la semana me la pasé bebiendo tés y tomando pastillas. Y es que los que me conocen saben cuánto me choca ir al doctor acá en EE. UU. Es muy engorroso todo eso de pedir cita (como si supiera cuando voy a enfermarme) y lo que le sigue. Luego vas al doctor por una cosa y te salen con otras cosas que ni al caso. Muchas veces te sugestionan más de la cuenta, te dicen que tienes o puedes tener x cosa, que te realices no sé qué examen, que te quieren ver en una o dos semanas y honestamente es muy desgastante. No dudo que en ocasiones exista una causa legítima, pero la verdad todos conocemos cómo se mueve el sistema de salud y tal cual negocio, la idea siempre será exprimir al cliente. 





Bueno, regresando al tema, apenas iba saliendo del resfriado cuando me dio conjuntivitis. En mi vida me había dado eso. Se me puso rojo un ojo, la verdad no sentía irritación o ardor, lo único era que los párpados se me pegaban a la cara como si me hubieran puesto pegamento. A cada rato tenía que estar lavándome los ojos con manzanilla. Ya casi voy saliendo, lo único que no ha querido ceder completamente es la garganta, pero ya es mínima la molestia. Espero ya restablecerme al 100 para poder retomar mi vida con normalidad. 





Me da coraje que este tipo de cosas pasen en el momento menos oportuno. Siempre ha sido así: cuando necesitas hacer algo importante te pasa algo que te impide actuar, ya sea una enfermedad, un accidente o algún otro imprevisto. En las semanas anteriores me he sentido aturdido (un poco más de la cuenta) a tal grado que no he podido organizar mis pensamientos ni pensar con claridad. Como ya les dije hace unas semanas, tomé una resolución respecto a mi trabajo y vida. Bueno, solo les conté grosso modo, pero no he podido actuar por lo que ya les dije. Pero ya no quiero ponerme más pretextos. La vida se nos va en un abrir y cerrar de ojos y siento que si no hago nada al respecto me voy a morir y no estoy hablando metafóricamente. Tarde o temprano llegas a un punto en tu vida en el que ya has tenido suficiente de todo y quisieras desaparecer, mudarte a un lugar donde nadie te conozca, comenzar de nuevo, en fin. Pero a veces, más bien muchas veces, el miedo nos ciega y no logramos avanzar. Dejamos que la duda y la incertidumbre se apoderen de nosotros y manejen nuestra vida a su antojo. Somos títeres en manos del destino. Y ya estuvo bueno, ya fue suficiente. Solamente nosotros podemos ponerle punto final a esta situación. 

¿Qué se viene en las próximas semanas? De entrada, regresar a un lugar abominable que no he pisado en dos semanas: el gimnasio. Si de por sí detesto ir a ese maldito lugar, comprenderán que estando enfermo no me encontraba en condiciones de ir. Pero ha llegado el momento de regresar, muy a mi pesar. Tan difícil que es bajar de peso o ponerse en forma y tan fácil que es perder en unos cuantos días todo lo que has logrado. Segundo, aplicarme y retomar lo que ya había comenzado respecto a mi "proyecto", por nombrarlo de alguna manera. Y tercero, muy importante, dedicarme más tiempo a mí mismo y no permitir que el trabajo me impida llevar una vida fuera de él. A veces me siento tan cansado, tan estresado, que lo único que quiero es ir a mi casa y no hacer nada. A veces es necesario estar solo y no hacer nada, pero también es importante salir, hacer otras cosas. Me he privado de hacer tantas cosas por dejarme vencer por el estrés y el cansancio. Cuando hacemos eso, le estamos dando al trabajo el control sobre nuestras vidas y eso es algo que no debe ser. Antes que cualquier otra cosa, somos humanos con deseos y necesidades que deben ser satisfechas. No podemos permitir que el trabajo y lo que conlleva se apodere de nuestras vidas. Ya no quiero alucinar los lunes, ya no quiero estar siempre esperando un puente o vacaciones para poder disfrutar de la vida. He llegado a mi límite y aunque sé que no va a ser fácil realizar un cambio, por lo menos lo intentaré. Au revoir!   

domingo, 8 de septiembre de 2019

¿Teléfonos inteligentes o estúpidos?

En la actualidad, me atrevería a afirmar que todo mundo posee un smartphone o teléfono inteligente, por más simple que este sea. En lo personal, me tardé en adquirir uno. En cierta manera me resistía a hacer la transición ya que no lo consideraba indispensable. En aquel momento recuerdo que estaba de moda el Blackberry, ahorita no sé siquiera si exista. Pero en aquel momento todos morían por tener uno: ese aparato con teclado y más funciones que un simple celular. Todo mundo se creía importante, todos unos ejecutivos, aunque solo utilizaran una fracción de sus funciones. Yo tenía un celular Nokia, que incluso se me mojó pero sobrevivió y duré con el mucho tiempo. Hasta que llegó el momento de hacer el cambio. Saqué mi primer teléfono inteligente con mi proveedor de telefonía, T-Mobile. Era un aparato sencillo, pero yo estaba feliz porque ya tenía uno. Tenía muy poca capacidad y tomaba fotos de muy mala calidad, pero no importaba porque ya podía decir que tenía uno como los demás. Ese celular no me duró mucho porque dejé que un primo experimentara con él. Probablemente ustedes hayan escuchado hablar del rooting, desconozco si haya una traducción al español, pero básicamente consiste en otorgarle permisos de desarrollador al dueño del teléfono. Al someter tu teléfono a este procedimiento tienes más opciones para manipularlo. Aunque la verdad eso solamente lo recomendaría para los que realmente le saben a eso o que no les importe dejar su teléfono inservible en el intento, ya que esta es una posibilidad real. Bueno, total, el experimento salió mal y tuve que decirle adiós a mi teléfono. Mi primo me compró otro para compensarme, aunque este era usado, pero estaba padre de todas formas. Tenía un teclado deslizable y pesaba un montón. Duré un buen tiempo con este teléfono hasta que se volvió obsoleto al grado de que ya no podía actualizar algunas aplicaciones. Así que llegó el momento de cambiar de teléfono. Como todo, tenía dos opciones: comprar uno nuevo en pagos (nuevos y al contado son carísimos, no me dejarán mentir) o usado pero más barato. Mi primo me ofrecía su Samsung Galaxy s4, el cual fue un muy buen teléfono y de los mejores de Samsung, pero yo no me decidía todavía. En ese entonces tuve un golpe de suerte y me gané USD 300 en la lotería, así que no lo pensé más y le compré el teléfono a mi primo. Este teléfono tenía más capacidad y tomaba mucho mejores fotos que los anteriores, así que yo estaba encantado. Duré con este teléfono un buen tiempo, pero como siempre, llegó el momento de cambiar. Por más que amaba mi teléfono, ya no era suficiente para mis necesidades. Y es que nunca acabas, tarde o temprano siempre llega un momento en el que tu teléfono se vuelve lento, ya no tienes espacio libre de almacenamiento, en fin. No hace mucho Apple confirmó lo que muchos ya sabíamos o sospechábamos: que sus teléfonos tienen una obsolescencia programada. No es de extrañarse que Samsung haga lo mismo, aunque honestamente no he escuchado nada al respecto. Bueno, regresando al tema, no sabía qué hacer. Uno se siente abrumado con tantas opciones que hay disponibles en el mercado. Así que me puse a investigar en Internet y a pedir opiniones de conocidos para ver qué teléfono comprar y me decidí por el Samsung Galaxy Note 5, el cual es mi teléfono actual. Esta vez lo compré nuevo por medio de Amazon. Así que ya no necesitaba el teléfono viejo y decidí venderlo y hasta me estafaron... pero esa es otra historia que ya les platiqué en otra publicación.





Una de las cosas que me molesta de estos teléfonos modernos es el consumo de batería. Los teléfonos de antes no la consumían al nivel de sus sucesores. Podías durar días sin cargar tu teléfono. Pero ahora todo es muy distinto. Siempre tengo que tener un cargador a la mano; de hecho tengo uno en la oficina y otro en mi carro porque si no lo hago no sobrevivo al día. Y cuando salgo de viaje siempre tengo que cargar con una batería portátil. Es un verdadero suplicio. Estoy consciente de que los teléfonos actuales son muy diferentes a los de antes, ahora son prácticamente unas computadoras de bolsillo. Uno puede hacer un sinfín de cosas con ellos: tomar fotografías/video, navegar en Internet, manejar tus redes sociales y miles de aplicaciones de todo tipo... además de obviamente hacer/recibir llamadas y enviar/recibir mensajes. Muchas personas, me incluyo, utilizan sus teléfonos para todo menos para hacer llamadas. Obviamente utilizamos nuestros teléfonos más que antes a causa de lo anterior, pero aun así no se justifica el consumo excesivo de batería por parte de nuestros teléfonos. Ya me cansé de buscar soluciones en Internet para resolver este problema perenne, pero no he tenido éxito. Todos te recomiendan más o menos lo mismo: reducir el brillo de tu pantalla; desactivar Wi-Fi, Bluetooth, GPS; desactivar o reducir la frecuencia con la que se sincronizan tu correo electrónico y demás aplicaciones; poner a dormir tus aplicaciones por medio de Greenify o aplicaciones similares; por nombrar solo algunas. Pero yo me pregunto: ¿Para qué tienes todas esas cosas en tu teléfono si no las vas a poder usar? No tiene sentido. Es más, nada de lo anterior ha resuelto mi problema. Incluso cambié la batería de mi celular, pero de poco o nada sirvió. Lo que más me molesta es que la batería se desgaste a una velocidad impresionante. Para que tengan una idea, en la noche no es raro que pierda entre el 15 % y 20 % aunque mi celular solo esté en standby. Sé que es normal perder entre 1 % y 2 % por hora en estos casos, pero 15 % es demasiado. Y ya ni hablar de cuando uso mi celular por un rato. No es que me la pase pegado al aparato, pero si lo uso por unos minutos veo cómo mi batería va bajando rápidamente: 99 %, 98 %, 97 % y así sucesivamente. Según dicen puede ser una aplicación que mantiene despierto al celular, pero vayan ustedes a saber. Y la cosa empeora si no tienes buena señal ya que el celular gasta batería de más al tratar de conectarse a la red. Yo creo que los fabricantes deberían optimizar sus aparatos para que verdaderamente sean inteligentes y gestionen el uso de sus baterías de una manera más eficiente. 





La segunda cosa que me molesta sobremanera de estos teléfonos modernos es su capacidad de almacenamiento. En la actualidad necesitas tener un teléfono de por lo menos 32 gb porque sino se te va a llenar de volada. Es muy molesto tratar de descargar una aplicación o estar de vacaciones y querer tomar una fotografía solo para darte cuenta de que ya no tienes espacio. Ya me ha pasado por lo menos dos veces. Me encanta tomar fotos y de vez en cuando video, pero siempre los guardo en Google Photos para que no ocupen espacio en mi teléfono, pero ni así es suficiente. Tampoco tengo un mar de aplicaciones que ocupen espacio. De hecho ya eliminé todas las que no uso o que uso rara vez, pero los resultados no han sido muy favorecedores que digamos. Según tengo entendido, cada vez que se actualizan nuestras aplicaciones van quedado archivos escondidos que ocupan espacio de almacenamiento, pero que no vemos. Y todo se vuelve más frustrante cuando revisas los ajustes de almacenamiento en tu teléfono y las cuentas no cuadran: me puse a sumar todo lo que según está ocupado por aplicaciones, fotos, etc. y las cuentas no concuerdan. Así que tuve que utilizar una aplicación externa y con ella las cosas tienen más sentido. Resulta que las aplicaciones utilizan mucho más espacio de lo que indica mi teléfono. Por ello me puse a borrar caché y datos y la situación mejoró algo, pero no he podido erradicar el problema. Lo más extremo a lo que he recurrido es a restablecer mi teléfono (resetearlo como se dice coloquialmente). Esto definitivamente sí ha ayudado, pero el mismo problema resurge tarde o temprano. Lo he hecho un par de ocasiones y es una verdadera lata.





Estoy muy a gusto con mi teléfono actual. Ya tengo tres años y medio con él y me ha dado muy buen servicio, pero siento que ha llegado el momento de cambiarlo por otro. De repente se pone un poco lento, me marca error al leer la sim y tengo que reiniciarlo, pero ya estoy acostumbrado a él. He estado viendo opciones de teléfonos y ¡están sumamente caros! El Samsung Galaxy Note 10 cuesta como USD 1200, pero este precio es al contado, obviamente en pagos sale más caro. Ahorita no me puedo dar el lujo de gastar tanto, así que creo que tendré que aguantarme con mi teléfono actual por un rato más. ¿Y ustedes qué experiencias han tenido con sus teléfonos? Au revoir!