En estos últimos días estuve pensando sobre qué escribir y me vinieron a la mente un montón de temas, pero como la última vez escribí sobre las cosas que no entiendo de los gringos y ya había contemplado hacer una segunda parte, pues opté por hacer esto último. A continuación más cosas que no entiendo de nuestros rubios amigos:
- Su renuencia a adoptar el Sistema Métrico. Prácticamente todo el mundo utiliza el Sistema Métrico, excepto nuestros amigos gringos que se aferran al Sistema Imperial. Por más conveniente que sea el primero, los gringos no se convencen y prefieren su sistema de medición a pesar de que es un poco más complicado. Es mucho más fácil y práctico basar un sistema de medición en múltiplos de diez, en lugar de octavos, pero no, gánales. Alguna vez leí por ahí que según no cambiaban el sistema porque los fabricantes de maquinaria industrial se oponían argumentando los grandes costos en los que tendrían que incurrir para ejecutar tales cambios y utilizaron su influencia política para bloquear las iniciativas que se han presentado al respecto. No sé qué tan lógico sea esto o siquiera si sea verdad, pero es algo que verdaderamente no entiendo. En lo personal lo atribuyo más a un aspecto cultural en el que nuestros amigos blancos quieren sentirse diferentes al resto del mundo. No lo sé, puede ser.
- Su liberalismo y mojigatería paralelas. En este país se oye mucho hablar de libertad, la cual incluye desde luego la libertad de expresión. Pero muchas veces los límites de esta libertad no están bien trazados o son ambiguos. Hay una línea muy fina que divide a la libertad de expresión de la falta de respeto o intolerancia hacia los demás. Hay muchos grupos dentro de la sociedad que son considerados como vulnerables y se trata de llevar una relación cordial o diplomática con ellos. Pero a mi parecer acá caen en la exageración. Si ustedes han visto televisión en EE. UU. podrán darme la razón. La censura está al por mayor. ¿Pero cómo? Si EE. UU. es un país de primer mundo y eso no tiene cabida ahí. Pues no, señores. En su afán por complacer o no ofender a ciertos grupos de la sociedad en este país, se abusa de la censura. Por ejemplo, me ha tocado ver programas mexicanos en EE. UU. y varias veces censuran alguna palabra o frase o de plano cortan la escena restándole gracia a la misma, todo porque el guion incluye palabras como: gordo, negro o demás cosas por el estilo y son cosas que no pueden salir al aire porque se van a molestar la comunidad x o y. Por todo se ofenden aquí.
- ¿Por qué festejan el 5 de mayo? Ni siquiera en México es tan festejado, si acaso en Puebla, pero más que fiesta o celebración se trata de una conmemoración de la batalla de Puebla. Para muchos mexicanos pasa de noche. Acá en EE. UU., por el contrario, hacen mucha faramalla. Muchos gringos incluso creen que se trata de la independencia de México. Nada más lejano a la realidad. Pero el caso es que acá es un acontecimiento importante, no tanto por los eventos del siglo antepasado sino por la fiesta. Y es que en ese día los gringos beben a más no poder. Utilizan el 5 de mayo como una excusa para emborracharse.
- Su cultura del trabajo. EE. UU. es el segundo país del mundo desarrollado donde la gente trabaja más horas que el resto, solo superado por Japón. No sé si el ranking haya cambiado, pero al menos así era cuando lo vi. En todo caso, es un hecho que los gringos trabajan demasiado. Los gringos tienen una mentalidad de "trabajar, trabajar y trabajar.". Muchos se enojan cuando no les dan horas extras. Mucha gente no falta al trabajo aunque esté enferma. La licencia de maternidad es prácticamente desconocida para los gringos. Las pobres mujeres tienen que ir al trabajo prácticamente hasta que estén listas para dar a luz. El número de días festivos es irrisorio de igual manera. La ley no marca la obligatoriedad de días festivos o de vacaciones para la población económicamente activa; están a merced de la caridad de sus patrones.
- Su obsesión con el futbol americano. Así como no entiendo el alboroto que hacen en otros países por el futbol ( o soccer como lo conocen acá), tampoco entiendo la popularidad de este deporte en EE. UU. Se me hace un deporte aburrido y demasiado trabado. En el futbol por lo menos hay más acción, pero en el americano todo se me hace muy lento. No obstante, los bares y restaurantes se llenan cuando hay algún juego y qué decir del Superbowl. Este deporte es tan popular que incluso los juegos de equipos universitarios son transmitidos por televisión.
- La omnipresencia de la bandera estadounidense. Los gringos son muy patriotas o por lo menos eso me parece. Y es que los que viven en este país o hayan estado de visita podrán comprobar lo que escribo: la bandera la ves hasta en la sopa. No solamente la puedes ver en oficinas de gobierno o escuelas, sino incluso hasta en empresas, negocios o casas particulares. Es más, hasta en los calzones la puedes ver. Existe una infinidad de productos que lleva la bandera estampada. No sé si se trate de un orgullo natural o nacionalismo exacerbado, pero así son las cosas en este país.
- Litigios al por mayor. El gringo te puede demandar hasta por las cosas más ridículas. Pero no solo eso, sino que puedes ver una infinidad de abogados anunciándose por televisión o en panorámicos en la calle. Abogados de inmigración, fiscales, laborales, civiles, entre tantos otros, ofrecen sus servicios por todos lados. Nada más para que se den una idea: hace poco hubo una explosión en una fábrica química en un poblado en las afueras de Houston y casi inmediatamente ya había abogados anunciándose que si tu habías sido afectado, los contactaras. No dudo que haya reclamos legítimos o razonables, pero hay muchos otros que no lo son. El caso es que tanto las demandas colectivas como las individuales son muy comunes en este país.
- La cantidad de correo basura. No estoy hablando de correo electrónico sino del tradicional. Es impresionante la cantidad de correpondencia que recibo en mi casa cada semana. Lo malo es que la mayor parte se trata de correo basura: ofertas de préstamos, tarjetas de crédito, publicidad, en fin. No me he dado a la tarea de contar cifras, pero son bastantes las cartas indeseadas que recibo. Hace poco llené una bolsa grande de puras cartas que iban a la basura. Me parece un verdadero desperdicio y la verdad no sé qué más hacer.
- Las incesantes llamadas por teléfono. Para bien o para mal, mucha información es pública. Eso incluye nuestros datos personales como el número de teléfono. Según leí por ahí, las empresas pueden comprar una cantidad inmensa de datos para fines publicitarios. Algunas son empresas legítimas, pero muchas otras no. Sin exagerar, todos los días recibía una llamada por lo menos diciéndome que debía impuestos, que debía un préstamo estudiantil o demás cosas similares. Muchas veces ni siquiera era una persona la que me llamaba sino una grabación. En un principio opté por ignorar esas llamadas y simplemente me limitaba a no contestar llamadas de números desconocidos. Pero eso no solucionó nada. Me imagino que mucha gente al igual que yo prefería no contestar llamadas de números desconocidos, por lo que los estafadores cambiaron de estrategia. Ahora te pueden marcar y en tu celular aparece un número local y te vas con la finta y contestas, pero resulta que se trata de esas llamadas molestas. Así que me puse a investigar un poco en Internet y descubrí que me podía inscribir en un registro de "No llamar". A decir verdad, no me ayudó mucho porque seguía recibiendo estas llamadas. Finalmente encontré una aplicación llamada Nomorerobo, la cual identifica este tipo de llamadas y las bloquea. Lo malo es que tengo que pagar USD 19.99 al año, pero bueno, por lo menos ya no recibo este tipo de llamadas en mi celular.
- El excesivo control de los medicamentos. En México si te enfermas vas al doctor y te da una receta médica, la cual puedes surtir en la farmacia de tu preferencia. En EE. UU. no es así. Acá vas al doctor y si tienes que tomar algún medicamento, el doctor envía la receta directamente a la farmacia, creo por fax, y solamente vas a recogerla. No te dan ningún papelito ni nada y no puedes comparar precios. Desde el momento en que te inscriben como paciente en algún consultorio médico, tienes que escoger una farmacia a la cual mandan todas las recetas que llegues a necesitar. Confieso que no me gusta mucho esta modalidad. Si así como controlan los medicamentos controlaran las armas, otro gallo nos cantaría.
- El uso extendido del fax. Al igual que los cheques, a los gringos les fascina el fax. La verdad no comprendo por qué lo siguen utilizando. En cualquier oficina de gobierno o empresa particular tienen uno. Es mucho más práctico escanear un documento y adjuntarlo en un correo electrónico, pero los gringos se montan en su macho y prefieren el fax. Muchas oficinas de gobierno incluso solamente aceptan documentos enviados por correo tradicional o fax, no aceptan correos electrónicos. Odio el fax. Me parece algo pasado de moda e inconveniente, pero hazles entender a los gringos.
- El tráfico de los viernes. Pensaba que solamente en Houston sucedía esto, pero al buscar en Internet descubrí que en muchas otras ciudades de EE. UU. el tráfico de los viernes siempre es peor de lo habitual. Me parece ilógico y no lo llego a comprender, considerando que la mayor parte de la población estadounidense tiene por lo menos un auto en casa. Los viernes en la tarde siempre son una pesadilla: autos por todos lados, embotellamientos, accidentes, en fin.
- La falta de banquetas. No sé si sea algo propio de Houston o si también se dé el caso en otras ciudades, pero aquí hay muchos lugares donde no hay banquetas. Yo creo que por lo mismo de que mucha gente tiene auto, el gobierno no se preocupa por construirlas. Y como consecuencia, la gente tiene que caminar por la calle (la poca que camina). Si el suizo que vive en San Pedro y se quejó en redes sociales de las banquetas allá viviera aquí, no me quiero ni imaginar lo que haría. Le daría un infarto.
Bueno, amigos, hasta aquí la entrada del día de hoy. ¿Y ustedes qué agregarían? Au revoir!
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