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sábado, 27 de abril de 2019

Lo desgastante de tratar con clientes

No creo que nadie en su sano juicio escoja un trabajo de atención a clientes por gusto. Tratar con clientes es meterse en camisa de once varas. Ahí verdaderamente aprendes a amar a Dios en tierra de indios. Lo que les diga es poco comparado con lo que sucede en realidad. No digo que los agentes sean todos unas peritas en dulce, pero muchas veces la llevan sin deberla ni temerla. Si lo sabré yo. Como ya les he contado antes, en mi trabajo actual tengo mucho contacto con clientes por teléfono. Obviamente no es mi única función, pero si es una parte importante de mi trabajo muy a mi pesar. Esta semana, por ejemplo, se me hizo larguísima y estuvo horrible a causa de mis nunca bien ponderados clientes. Y lo peor de todo es que son situaciones que están fuera de mis manos. La mayoría de las veces me encuentro entre la espada y la pared y ni para donde hacerse. Bueno, pues les contaba que esta semana estuvo horrible. Bueno, en realidad, las últimas dos o tres semanas, la verdad ya perdí la cuenta. Para empezar, hay una clienta con la que de plano no puedo comunicarme. No contesta mis llamadas ni mensajes. Cuando por fin logré comunicarme con ella y agendamos una cita, mi jefe me dijo que íbamos a tener que reprogramarla por un contratiempo que surgió. La clienta obviamente se molestó muchísimo y quedó de hablarme después para decirme cuándo iba a estar disponible. Es fecha que todavía no lo hace.






Si tratar con clientes es difícil, a eso súmenle trabajar con tiempos. De veras que la logística es muy estresante. Trazarle la ruta a un grupo de técnicos, por más pequeño que sea el grupo, puede ser verdaderamente complicado. No solamente debes tomar en cuenta el tiempo que pueda tomar la visita dependiendo del problema, sino también los tiempos de traslado. Y actualmente en Houston las calles son un caos. Dejando de lado el tráfico habitual, actualmente hay construcción por todos lados, lo cual complica la situación aún más. Pero eso a los clientes les vale un pepino. Todos quieren ser primero. No falta el insensato que quiera una hora específica y les tienes que explicar que se trabaja con rangos de tiempo. Es imposible llegar a una hora exacta a una cita porque la cita anterior pudo tomar más tiempo del estimado, hubo un accidente/cierre vial en el camino o qué sé yo. 

Y luego están los clientes con horarios complicadísimos. Los matrimonios jóvenes, por ejemplo, es muy común que trabajen los dos y que solamente estén disponibles muy temprano, muy tarde o solo fines de semana. Incluso algunos solamente están disponibles a la hora de la comida. Hay unos que se adaptan y tratan de trabajar contigo, pero hay unos que se ponen bien intransigentes. Recuerdo a una agente de bienes raíces (qué raro) que decía que solamente estaba disponible de 9 a 11 de la mañana. Así que nosotros teníamos que arreglárnosla para ir a su casa a esa hora. No lo dijo explícitamente, pero nos lo dio a entender. Es de esas personas que aunque no las conozcas en persona te caen mal nada más de oír su voz. 

Hay clientes que tienen la maldita costumbre de nunca contestar el teléfono. Les hablas una o dos veces al día y no te regresan la llamada. Pero aún así, hay algunos que tienen el descaro de decir que nadie les hablado, que nadie les dejó ningún mensaje y se hacen los ofendidos. ¿Y qué se puede hacer en estos casos? Es tu palabra contra la suya. Ya me han tocado algunos casos así. Y luego están los que solamente quieren que los contactes por mensaje de texto. Pueden tardarse horas en contestarte. Lo que más mal me cae es que no te contestan cuando les hablas y luego hasta parece que se ponen todos de acuerdo para hablarte a la misma hora.

No podemos dejar de mencionar a los clientes impuntuales. Esta semana me tocó un cliente que nos pidió que le habláramos por lo menos veinte minutos antes de ir a su casa. Según esto trabaja cerca de su casa y se iba a dar una escapadita. Bueno, pues le hablamos como cuarenta minutos antes y le dijimos que el técnico iba a estar a tal hora en su casa y él dijo que estaba bien. ¿Pues qué creen? Llegó el técnico y no había nadie. Le hablo al cliente y me dijo que llegaba en treinta segundos. Así literal. Pues no llegó. Así que el técnico se fue. Ah, porque no les había dicho, pero el técnico es mi jefe. Bueno, pues me habla el cliente enojado, que dónde estaba el técnico y le dije que se tuvo que ir. El técnico, o sea mi jefe, me dijo que ya no iba a regresar y que lo reprogramáramos. El cliente se enojó mucho, pero yo no podía hacer nada. Donde manda capitán, no gobierna marinero.





Los afroamericanos tienen fama de impuntuales. Pensaba que se trataba de un estereotipo, pero tal parece que no es así. Ya me han tocado varios casos en los que no llegan, incluso cuando les hablas para avisarles que ya vas para su casa, dicen que están a la vuelta de la esquina, que llegan en cinco minutos, que hay gente en la casa cuando no es cierto y demás mentiras. Ah, pero que no llegues tú tarde porque se ponen fúricos. Es muy complicado trabajar con ellos.

Esta semana me tocó tratar con una clienta que estaba furiosa porque se estrelló la carátula de vidrio de su placa de cocción (cooktop). Era inevitable que eso sucediera porque le habían puesto pegamento en las orillas a más no poder. Se le advirtió a la persona que estaba ahí del riesgo y la persona en cuestión aceptó. Pero como ella no era la dueña, pues que nos habla la dueña bien enojada para reclamarnos. Lo peor del caso es que la compañía de garantías se lavó las manos y nos dejaron morir solos. Cotizamos la pieza y cuesta poco más de USD 300. Le preguntamos a la clienta si estaba dispuesta a correr con el 50 % y dijo que no, que nosotros teníamos que cubrir todo porque había sido nuestra culpa. Así que en esa llamada no solamente no vamos a ganar sino que le vamos a perder. Gajes del oficio. 

Cuando recibimos un recall, algo así como segunda llamada, es decir, ya fuimos y arreglamos un aparato, pero el cliente vuelve a hablar porque sigue teniendo problemas, me dan ganas de seguir corriendo. Solamente esta semana recibimos dos o tres. Hay un lavavajillas y un microondas que nada más no quieren quedar. Ya fuimos como tres veces con cada cliente y no se ha podido resolver el problema. La cosa se complica aún más cuando hay que reemplazar una pieza que está prácticamente descontinuada porque por si no lo sabían, hay aparatos muy viejos para los cuales es difícil conseguir refacciones. Ah, y muchas veces cuando hablan los clientes no se trata del mismo problema sino de uno diferente. Pero gánales. Hay unos que creen saber más que el técnico.

Si yo les contara todo lo que me ha tocado ver...clientes impuntuales, morosos, mitómanos, energúmenos, delicados, exagerados, exigentes, intransigentes, entre muchos otros. Afortunadamente no tengo que lidiar con ellos en persona, pero con hacerlo por teléfono me basta y sobra. Hay veces en que el maldito teléfono no para de sonar. Los lunes sobre todo que es mi día más ocupado. Tengo varios mensajes en la contestadora y correos electrónicos que responder y a veces el tiempo no es suficiente. Hay momentos en los que me dan ganas de aventar la computadora y el teléfono por la ventana. Tratar con clientes es muy estresante y desgastante. Debes desarrollar una asertividad sobrehumana y poseer una inteligencia emocional excepcional. Dicen que no debes tomarte las cosas de manera personal, pero yo no puedo. ¿Cómo se supone que te lo debes tomar entonces? ¿Animal? ¿Vegetal? Estoy consciente de que uno debe mantener un nivel de profesionalismo y no ponerte al tú por tú con el cliente, pero uno tampoco es de palo para aguantar tanto. Tanto va el cántaro al agua... 




Hay muchas cosas que los clientes no ven. Muchos no entienden ni quieren entender que a veces hay contratiempos y que hay cosas que no están bajo nuestro control. Mientras más intermediarios haya, más complicado es todo el proceso. De entrada están las compañías de garantía de por medio que son quienes aprueban o niegan los reclamos, pero también hay propietarios de edificios/casas, gerentes, arrendadores, agentes de bienes raíces y distribuidores de refacciones de por medio que muchas veces entorpecen las cosas. El más mínimo error puede tener un impacto importante en el proceso. Pero a los clientes les vale. Como yo soy el punto de contacto, a mí es al que me reclaman. Muchas de las llamadas teléfonicas que recibo son demandas o quejas de clientes y ya me tienen harto. Todo mundo tiene problemas y con los míos tengo más que suficiente. Esta semana me sentí sumamente agobiado y aturdido, por decir lo menos. Me siento tan cansado emocionalmente que no tengo ganas de hacer nada, de salir ni hacer las cosas que me gustan. Nada es suficiente para contrarrestar los malos ratos que paso en el trabajo. Por eso digo que nadie en su sano juicio puede escoger un trabajo de este tipo. Hay clientes sumamente tóxicos, aunque suene cliché y literalmente te roban la energía. Créanme que en mi caso no tuve más remedio, pero no sé cuánto tiempo vaya a aguantar. En fin, amigos, y ustedes ¿qué experiencias tienen al respecto? ¿Qué opinan? Au revoir! 




domingo, 21 de abril de 2019

Cosas que no entiendo de los gringos, parte 2

En estos últimos días estuve pensando sobre qué escribir y me vinieron a la mente un montón de temas, pero como la última vez escribí sobre las cosas que no entiendo de los gringos y ya había contemplado hacer una segunda parte, pues opté por hacer esto último. A continuación más cosas que no entiendo de nuestros rubios amigos:

  • Su renuencia a adoptar el Sistema Métrico. Prácticamente todo el mundo utiliza el Sistema Métrico, excepto nuestros amigos gringos que se aferran al Sistema Imperial. Por más conveniente que sea el primero, los gringos no se convencen y prefieren su sistema de medición a pesar de que es un poco más complicado. Es mucho más fácil y práctico basar un sistema de medición en múltiplos de diez, en lugar de octavos, pero no, gánales. Alguna vez leí por ahí que según no cambiaban el sistema porque los fabricantes de maquinaria industrial se oponían argumentando los grandes costos en los que tendrían que incurrir para ejecutar tales cambios y utilizaron su influencia política para bloquear las iniciativas que se han presentado al respecto. No sé qué tan lógico sea esto o siquiera si sea verdad, pero es algo que verdaderamente no entiendo. En lo personal lo atribuyo más a un aspecto cultural en el que nuestros amigos blancos quieren sentirse diferentes al resto del mundo. No lo sé, puede ser.

  • Su liberalismo y mojigatería paralelas. En este país se oye mucho hablar de libertad, la cual incluye desde luego la libertad de expresión. Pero muchas veces los límites de esta libertad no están bien trazados o son ambiguos. Hay una línea muy fina que divide a la libertad de expresión de la falta de respeto o intolerancia hacia los demás. Hay muchos grupos dentro de la sociedad que son considerados como vulnerables y se trata de llevar una relación cordial o diplomática con ellos. Pero a mi parecer acá caen en la exageración. Si ustedes han visto televisión en EE. UU. podrán darme la razón. La censura está al por mayor. ¿Pero cómo? Si EE. UU. es un país de primer mundo y eso no tiene cabida ahí. Pues no, señores. En su afán por complacer o no ofender a ciertos grupos de la sociedad en este país, se abusa de la censura. Por ejemplo, me ha tocado ver programas mexicanos en EE. UU. y varias veces censuran alguna palabra o frase o de plano cortan la escena restándole gracia a la misma, todo porque el guion incluye palabras como: gordo, negro o demás cosas por el estilo y son cosas que no pueden salir al aire porque se van a molestar la comunidad x o y. Por todo se ofenden aquí.





  • ¿Por qué festejan el 5 de mayo? Ni siquiera en México es tan festejado, si acaso en Puebla, pero más que fiesta o celebración se trata de una conmemoración de la batalla de Puebla. Para muchos mexicanos pasa de noche. Acá en EE. UU., por el contrario, hacen mucha faramalla. Muchos gringos incluso creen que se trata de la independencia de México. Nada más lejano a la realidad. Pero el caso es que acá es un acontecimiento importante, no tanto por los eventos del siglo antepasado sino por la fiesta. Y es que en ese día los gringos beben a más no poder. Utilizan el 5 de mayo como una excusa para emborracharse. 

  • Su cultura del trabajo. EE. UU. es el segundo país del mundo desarrollado donde la gente trabaja más horas que el resto, solo superado por Japón. No sé si el ranking haya cambiado, pero al menos así era cuando lo vi. En todo caso, es un hecho que los gringos trabajan demasiado. Los gringos tienen una mentalidad de "trabajar, trabajar y trabajar.". Muchos se enojan cuando no les dan horas extras. Mucha gente no falta al trabajo aunque esté enferma. La licencia de maternidad es prácticamente desconocida para los gringos. Las pobres mujeres tienen que ir al trabajo prácticamente hasta que estén listas para dar a luz. El número de días festivos es irrisorio de igual manera. La ley no marca la obligatoriedad de días festivos o de vacaciones para la población económicamente activa; están a merced de la caridad de sus patrones. 



  • Su obsesión con el futbol americano. Así como no entiendo el alboroto que hacen en otros países por el futbol ( o soccer como lo conocen acá), tampoco entiendo la popularidad de este deporte en EE. UU. Se me hace un deporte aburrido y demasiado trabado. En el futbol por lo menos hay más acción, pero en el americano todo se me hace muy lento. No obstante, los bares y restaurantes se llenan cuando hay algún juego y qué decir del Superbowl. Este deporte es tan popular que incluso los juegos de equipos universitarios son transmitidos por televisión. 

  • La omnipresencia de la bandera estadounidense. Los gringos son muy patriotas o por lo menos eso me parece. Y es que los que viven en este país o hayan estado de visita podrán comprobar lo que escribo: la bandera la ves hasta en la sopa. No solamente la puedes ver en oficinas de gobierno o escuelas, sino incluso hasta en empresas, negocios o casas particulares. Es más, hasta en los calzones la puedes ver. Existe una infinidad de productos que lleva la bandera estampada. No sé si se trate de un orgullo natural o nacionalismo exacerbado, pero así son las cosas en este país. 




  • Litigios al por mayor. El gringo te puede demandar hasta por las cosas más ridículas. Pero no solo eso, sino que puedes ver una infinidad de abogados anunciándose por televisión o en panorámicos en la calle. Abogados de inmigración, fiscales, laborales, civiles, entre tantos otros, ofrecen sus servicios por todos lados. Nada más para que se den una idea: hace poco hubo una explosión en una fábrica química en un poblado en las afueras de Houston y casi inmediatamente ya había abogados anunciándose que si tu habías sido afectado, los contactaras. No dudo que haya reclamos legítimos o razonables, pero hay muchos otros que no lo son. El caso es que tanto las demandas colectivas como las individuales son muy comunes en este país.

  • La cantidad de correo basura. No estoy hablando de correo electrónico sino del tradicional. Es impresionante la cantidad de correpondencia que recibo en mi casa cada semana. Lo malo es que la mayor parte se trata de correo basura: ofertas de préstamos, tarjetas de crédito, publicidad, en fin. No me he dado a la tarea de contar cifras, pero son bastantes las cartas indeseadas que recibo. Hace poco llené una bolsa grande de puras cartas que iban a la basura. Me parece un verdadero desperdicio y la verdad no sé qué más hacer.  

  • Las incesantes llamadas por teléfono. Para bien o para mal, mucha información es pública. Eso incluye nuestros datos personales como el número de teléfono. Según leí por ahí, las empresas pueden comprar una cantidad inmensa de datos para fines publicitarios. Algunas son empresas legítimas, pero muchas otras no. Sin exagerar, todos los días recibía una llamada por lo menos diciéndome que debía impuestos, que debía un préstamo estudiantil o demás cosas similares. Muchas veces ni siquiera era una persona la que me llamaba sino una grabación. En un principio opté por ignorar esas llamadas y simplemente me limitaba a no contestar llamadas de números desconocidos. Pero eso no solucionó nada. Me imagino que mucha gente al igual que yo prefería no contestar llamadas de números desconocidos, por lo que los estafadores cambiaron de estrategia. Ahora te pueden marcar y en tu celular aparece un número local y te vas con la finta y contestas, pero resulta que se trata de esas llamadas molestas. Así que me puse a investigar un poco en Internet y descubrí que me podía inscribir en un registro de "No llamar". A decir verdad, no me ayudó mucho porque seguía recibiendo estas llamadas. Finalmente encontré una aplicación llamada Nomorerobo, la cual identifica este tipo de llamadas y las bloquea. Lo malo es que tengo que pagar USD 19.99 al año, pero bueno, por lo menos ya no recibo este tipo de llamadas en mi celular.  

  • El excesivo control de los medicamentos. En México si te enfermas vas al doctor y te da una receta médica, la cual puedes surtir en la farmacia de tu preferencia. En EE. UU. no es así. Acá vas al doctor y si tienes que tomar algún medicamento, el doctor envía la receta directamente a la farmacia, creo por fax, y solamente vas a recogerla. No te dan ningún papelito ni nada y no puedes comparar precios. Desde el momento en que te inscriben como paciente en algún consultorio médico, tienes que escoger una farmacia a la cual mandan todas las recetas que llegues a necesitar. Confieso que no me gusta mucho esta modalidad. Si así como controlan los medicamentos controlaran las armas, otro gallo nos cantaría.   

  • El uso extendido del fax. Al igual que los cheques, a los gringos les fascina el fax. La verdad no comprendo por qué lo siguen utilizando. En cualquier oficina de gobierno o empresa particular tienen uno. Es mucho más práctico escanear un documento y adjuntarlo en un correo electrónico, pero los gringos se montan en su macho y prefieren el fax. Muchas oficinas de gobierno incluso solamente aceptan documentos enviados por correo tradicional o fax, no aceptan correos electrónicos. Odio el fax. Me parece algo pasado de moda e inconveniente, pero hazles entender a los gringos.  

 


  


                                                     


  • El tráfico de los viernes. Pensaba que solamente en Houston sucedía esto, pero al buscar en Internet descubrí que en muchas otras ciudades de EE. UU. el tráfico de los viernes siempre es peor de lo habitual. Me parece ilógico y no lo llego a comprender, considerando que la mayor parte de la población estadounidense tiene por lo menos un auto en casa. Los viernes en la tarde siempre son una pesadilla: autos por todos lados, embotellamientos, accidentes, en fin. 

  • La falta de banquetas. No sé si sea algo propio de Houston o si también se dé el caso en otras ciudades, pero aquí hay muchos lugares donde no hay banquetas. Yo creo que por lo mismo de que mucha gente tiene auto, el gobierno no se preocupa por construirlas. Y como consecuencia, la gente tiene que caminar por la calle (la poca que camina). Si el suizo que vive en San Pedro y se quejó en redes sociales de las banquetas allá viviera aquí, no me quiero ni imaginar lo que haría. Le daría un infarto.

Bueno, amigos, hasta aquí la entrada del día de hoy. ¿Y ustedes qué agregarían? Au revoir!

viernes, 12 de abril de 2019

Cosas que no entiendo de los gringos

Bueno, como en las últimas publicaciones me la he pasado discutiendo cuestiones existenciales, hoy quiero hacer algo diferente. Dicen que cada cabeza es un mundo y, la de los gringos es cosa aparte. Para los extranjeros que vivimos en EE. UU. hay muchas cosas que nos resultan extrañas. En mi caso, no importa cuánto tiempo lleve viviendo en este país; hay una infinidad de cosas que no llego a comprender del todo, ni siquiera con la iluminación de Buda. A continuación un pequeño listado:


  • Su obsesión por las armas. Pregúntale a cualquier estadounidense y te aseguro que fácilmente el 90 % está a favor de las armas. Este tema puede generar debates acalorados y discusiones interminables. Lo digo por experiencia. La gente acá defiende a capa y espada su derecho de poseer armas y vaya si las cifras no lo avalan: en cada hogar en EE. UU. tienen por lo menos un arma. Dicen que está en la constitución, pero hacen a un lado el contexto en el que esa ley fue redactada. Actualmente me parece anacrónico, pero mucha gente dice que no. Dicen que tienen derecho a defenderse y que para eso necesitan tener armas. Me parece verdaderamente sorprendente que la gente acá siempre señala la inseguridad y los homicidios en América Latina, pero se hacen de la vista gorda respecto a los acontecimientos que suceden en este país y donde hay armas de fuego de por medio. Acá hasta en la escuela te pueden matar. Con eso de que cualquier loco puede tener un arma, no estás a salvo en ningún lugar. Y es que es muy fácil comprar armas en este país. Las venden como si fueran dulces. Por eso no es de sorprendernos tantos hechos relacionados con las armas. A pesar de las cifras alarmantes de homicidios con armas, no se ha legislado al respecto porque las armas forman parte de la cultura estadounidense. Se ha hablado sobre el tema hasta el cansancio, pero no se hace nada. Se han analizado casos de otros países donde se prohibieron las armas y los resultados favorables derivados a partir de ello, pero nada es suficiente para convencer a los gringos de que las armas deben ser restringidas.



  • La ineficiencia/nulidad del transporte público. En muchas ciudades de EE. UU. es muy difícil desplazarte de un lugar para otro si no tienes automóvil. En ciudades como Houston, donde yo vivo, es una pesadilla vivir sin automóvil. Solamente para darles un ejemplo, esta semana he estado teniendo problemas con mi automóvil. El miércoles en la noche se me empezó a calentar el auto, así que ayer tuve que dejarlo en taller. Y de ahí tuve que tomar un Uber para irme a trabajar. Sí hay transporte público, pero es deficiente, por no decir nulo. Si vives en el centro o alrededores, está bien, pero si vives en los suburbios como yo, se vuelve un verdadero caos. Cerca de mi casa no pasa nada, tengo que caminar 2 km o más para tomar el camión. Acá tienes que tener automóvil a fuerza. Me atrevería a decir que es una mafia donde las grandes marcas manejan todo y boicotean directa o indirectamente al desarrollo del transporte público en este país.

  • El sistema de salud. Como todos saben, EE. UU. es el único país desarrollado que no tiene un sistema de salud universal. Todo es privado. La salud es un vil negocio. Ya escribí sobre el tema en otra entrada anterior, así que no voy a ahondar mucho en el tema, pero me parece inconcebible que no se tomen medidas al respecto. La salud es un derecho y no debería lucrarse con ella como se hace aquí. El sistema es ineficiente, hay mucha burocracia de por medio, los costos son elevadísimos, es un círculo vicioso.

  • El costo de la educación superior. Estudiar una carrera en EE. UU. es muy caro. Te tienes que endeudar de por vida. La mayoría de la gente no tiene más remedio que pedir préstamos para pagar sus estudios. Y no estamos hablando de universidades privadas necesariamente, sino de universidades públicas. Terminas tu carrera y a pagar durante varios años. La edudación, al igual que la salud, es un vil negocio en este país.



  • Las propinas. Si hay algo que nos causa mucho conflicto a los extranjeros que vivimos en este país es el hecho de que tienes que dejar propina por todo. Aquí no solamente se espera que le des propina a un mesero de un restaurante sino también a los taxistas, estilistas, repartidores, etc. En muchos lugares la propina es obligatoria si vas en grupos de 6 personas o más. Se sabe que a los meseros no les pagan bien, pero en lugar de legislar al respecto, se fomentó la cultura de las propinas y es mal visto que no dejes una. Trataré el tema más a fondo en otra publicación.

  • La omisión de los impuestos en los precios de las cosas. Si hay algo que me choca cuando voy de compras a cualquier lugar aquí, es que no te incluyan los impuestos en el precio. En México, por ejemplo, cuando vas a cualquier tienda, el precio que ves en la etiqueta es lo que pagas. Simplemente vas sumando y te da el total de tu compra. Acá no. Acá te ponen los impuestos hasta que vas a pagar. Si por ejemplo ves algo en USD 10, vas a tener que pagar como USD 1 de impuesto. Y súmale todo lo demás. De poquito en poquito se hace una cantidad grande. No sé por qué fregados no ponen los precios finales en las etiquetas de las cosas. Según leí por ahí alguna vez, se trata de algo psicológico. Las marcas no quieren que los impuestos sean vistos como parte del precio en la mente del consumidor. Sí, claro...

  • Lo despreocupados que son por su apariencia. En este punto debo confesar que a veces me agrada y otras no. Aquí por ejemplo, vas a desayunar a algún restaurante y no es raro ver gente en piyama o pantuflas o que ni siquiera se pasaron un peine por la cabeza. Si vas a una tienda, a Walmart por ejemplo, es común ver cada tipo de gente con unas fachas que para qué les cuento. Ni siquiera para ir a un bar o antro se arreglan. Ves es a los gringos en playera y tenis y a las chavas vestidas bien equis también. En México o América Latina ni de chiste te dejan entrar a un antro si no vas bien arreglado. Digo, a mí a veces también me da flojera arreglarme, pero los gringos están en otro nivel.




  • El uso extendido de los cheques. Los cheques siguen siendo un medio de pago muy utilizado en EE. UU. Los usan para cuestiones de nómina, para pagar servicios, con fines comerciales, en fin. Ni siquiera en países subdesarrollados se emplea tanto el cheque, pero los gringos se niegan a abandonarlo. A pesar de los avances en la tecnología y de que ahora puedes pagar con tarjeta de crédito o hacer transferencias electrónicas, el cheque sigue siendo muy utilizado en este país. Simple y sencillamente no lo entiendo.

  • Madera, madera, madera. Todas las casas y todos los edificios son de madera y tablaroca (sheet rock). A los gringos les encanta utilizar madera para la construcción porque según es más barata y el trabajo se hace más rápido, pero aún así te venden una casa carísima. Según investigué un poco, es muy raro encontrar construcciones de otro material que no sea madera. No sé si sea por ley o simplemente por cuestiones prácticas, pero aquí usan la madera para todo. Por eso cuando hay una inundación tienen que volver a construir porque ya sabemos que la madera no es tan resistente al agua. Y tampoco podemos dejar de lado las termitas que son un gran problema por lo mismo.



  • Lo costoso de los servicios. Todo tipo de reparación, ya sea de carpintería, plomería, electricidad, etc., sale carísima. Así que, o aprendes a hacer las cosas tú mismo o buscas por ahí alguien que te haga el paro. O hazle como los gringos: compras una garantía por la cual tienes que pagar un deducible por el trabajo y a veces ni te quieren cubrir el reclamo.

  • La fluctuación de los precios de seguros para automóviles. Cuando vas a comprar una póliza de seguro, te preguntan todo: tu edad, estado civil, si eres dueño de casa, a qué te dedicas, cuántas millas manejas al día, en fin. No se limitan a recopilar datos sobre tu automóvil. Como dato general, los hombres menores de 25 años pagan primas más altas porque estadísticamente es más riesgo asegurarlos. Con las mujeres es algo parecido. Los precios varían dependiendo tu edad y estado civil. Ah, y si tienes algún accidente o multas de tránsito, tu tarifa puede subir. Total, que por todos lados te la dejan caer. 

  • El señor crédito. Para todo te piden tu crédito. Recuerdo cuando quería contratar cable, me pidieron mi número de seguro social para revisar mi crédito. Resultó que otra persona estuvo usando mi seguro social o algo así, así que me tuve que presentar en persona en las oficinas de Comcast para verificar mi identidad. Y así, al igual que para contratar cable, revisan tu crédito si quieres un plan telefónico, rentar un apartamento e incluso a veces, para conseguir un empleo. Tiene lógica que lo hagan cuando se trata de un préstamo estudiantil o una hipoteca, pero se me hace exagerada la importancia que le dan al crédito. Y lo peor de todo, es que este varía demasiado dependiendo de varios factores cuya fórmula no logro descifrar. Lo que sí es que cada vez que te revisan tu crédito, te van quitando puntos. O sea, tu puntuación crediticia baja simplemente porque revisan tu crédito. ¿Así o más ilógico?
Bueno, amigos, estas son solamente algunas de las cosas que no entiendo de los gringos. Hay más, muchas más, pero la entrada se haría muy larga. Tal vez haga una segunda parte. Y ustedes, amigos, ¿qué cosas no entienden de los gringos? Au revoir!

domingo, 7 de abril de 2019

No todo es cuestión de actitud

Siempre he dicho que no todo en la vida es blanco o negro. Existen muchos matices que le dan variedad a la paleta de colores que tenemos a nuestra disposición. No podemos ser tajantes todo el tiempo al afirmar algo, emitir un juicio sin fundamento o hablar a la ligera sobre algo de lo cual no tenemos conocimiento de causa. Es por esto último que me atrevo a aseverar y, lo digo con todas sus letras y lo hago con conocimiento de causa, que no todo es cuestión de actitud. Mucha gente afirma que todo es mental, que lo que sucede no debe afectarnos, que todo depende de nuestra actitud ante la adversidad, en fin. Creo que todos hemos escuchado a alguien decir cosas así; palabras más, palabras menos. Es una de las tantas falacias que nos enseñan desde chiquitos y que damos por verdaderas hasta que llega el momento de cuestionarnos y de conocernos a nosotros mismos. Es en estos momentos cuando llegan la desilusión, la decepción, el desánimo, la impotencia, la tristeza, la melancolía, el enojo, la rabia, el desengaño. Te sientes confundido porque algo en lo que creías firmemente ya no está, se disipó como la niebla. Tienes que aprender a levantarte y a seguir. Tienes que aprender que muchas de las cosas que te enseñaron no son del todo ciertas. No todo es cuestión de actitud.





Quiero hacer énfasis en algo. No digo que la actitud no ayude o no influya en nuestras vidas. Claro que lo hace. Admiro a las personas que adoptan una actitud positiva ante la vida y siguen adelante a pesar de las circunstancias adversas. Pero, por más cruel que suene, muchas de estas personas no tienen otra opción. Las personas ciegas o paralíticas, por nombrar un ejemplo, solamente pueden adoptar una actitud derrotista o positiva ante la vida. Si quieren seguir adelante, no les queda más que buscar el lado bueno de las cosas y hacer a un lado todo lo demás. De lo contrario, no podrían continuar en este mundo. Tal vez mi ejemplo sea un poco drástico, pero es solamente para poner las cosas en perspectiva. Nosotros, los demás, los simples mortales, nos enfrentamos a problemas de otra índole, pero de igual forma, voluntaria o involuntariamente, adoptamos una postura ante las circunstancias que enfrentamos. Podemos adoptar una actitud positiva o negativa ante la vida, aunque yo incluiría una tercera: la realista. Esta última muchas veces es confundida como una actitud negativa y es que, a veces se parecen tanto que difícil diferenciar una de la otra. Pero a pesar de que ambas sean como dos gemelas idénticas, sus caracteres y personalidades son muy diferentes entre sí. Por eso es muy importante no confundirlas.

Me castra, me enferma cuando dicen que todo es mental, que todo depende de tu actitud. No señores. Ojalá fuera así de fácil. Tal vez les funcione a algunos, pero no a todos. Al menos a mí no. Una actitud positiva no te va a resolver tus problemas. No es una varita mágica que va a hacer que lo malo desaparezca. No es una solución estándar o universal. Tal vez te ayude a hacerte las cosas más llevaderas, tal vez. Pero puede ser contraproducente también. Porque en tu afán de ser positivo, de siempre verle el lado bueno a las cosas, puedes estarte engañando a ti mismo. No te das cuenta de lo que verdaderamente sucede. Te duermes en tus laureles, te intimidas, vives con la eterna esperanza de que suceda algo que cambie las cosas y te decepcionas cuando esto no sucede. Lo único que estás haciendo es prolongar tu agonía, alargar tu sufrimiento. Porque las cosas no van a cambiar nada más porque sí. Una actitud positiva puede o no ayudar y si es que ayuda, puede que solamente por un tiempo, puede que no sea sostenible. Como lo dije antes, habrá personas a las que una actitud positiva les ayude, pero no es mi caso. Actualmente me encuentro en un trabajo que odio con todas las fuerzas de mi alma y mi corazón. "¡Qué exagerado!", dirán algunos, pero es la verdad, así es como me siento. Por circunstancias que no viene al caso nombrar, me encuentro en esta situación y es desesperante. Ya estoy cansado de engañarme a mí mismo, de tratar de ser positivo, de echarle ganas, etc. La situación es insostenible. Cada día tengo que hacer un esfuerzo titánico para levantarme de la cama e irme a trabajar. Los días se me hacen largos, tediosos, aburridos, cansados. A veces me siento tan aturdido, tan cansado, tan agotado que no puedo pensar con claridad, no puedo descansar en mi tiempo libre. Ser positivo no me ha ayudado en lo absoluto. Sí, le doy a gracias a Dios, a la vida, porque tengo un empleo, pero eso no hace mi situación más llevadera ni minimiza mi impotencia. Por más que he tratado de verle el lado bueno a las cosas, no puedo. Por más que trato de tomar las cosas con más calma, no puedo. Vivo tenso, estresado, desmoralizado. Me he tenido que aguantar muchas cosas, me he tenido que guardar muchas cosas y creo que es no es sano. Siento que en cualquier momento voy a explotar y no quiero hacerlo. Me siento como una bomba de tiempo. A veces quisiera arrojar la computadora y el teléfono por la ventana y salir corriendo para nunca regresar. Así se los pongo. 





Hay situaciones que son muy desgastantes y que por más buena actitud que tomes, simple y sencillamente no se puede vivir así. Mi empleo actual me está destruyendo y no puedo permitirlo. Créanme que no se trata de una cuestión de actitud. He intentado de mil y una maneras ver las cosas desde otra perspectiva, pero es inevitable mi sentir. Algunos dirán que qué hago ahí, que me salga y cosas similares, pero no es así de fácil. Créanme que no estoy ahí por gusto, no soy masoquista. Pero como escribí en la entrada anterior, no sé qué rumbo seguir. Necesito formular un plan de acción antes de hacer cualquier cosa de la que me pueda arrepentir. No quiero cometer los mismos errores del pasado. No soy un adolescente que puede dejarse llevar por sus impulsos. Necesito pensar las cosas bien dos veces antes de hacerlas. En mi tiempo libre trato de pensar, de relajarme, de tomar las cosas con más calma, pero no es fácil. Ni siquiera las cosas que me gustan son suficientes para borrar de mi mente los malos ratos que paso durante la semana. Necesito darle un giro a mi vida y necesito hacerlo ya. Y ahora, a mentalizarme de que mañana es lunes y se repite el círculo vicioso. Au revoir!