Recuerdo cuando era niño y me preguntaban qué quería ser de grande. Mi respuesta variaba con mi edad, atravesé por etapas diferentes. Hubo un tiempo en el que quería ser maestro, mientras que hubo otro en el que quería ser chef. Profesiones tan diferentes entre sí. Cuando me pongo a pensar en ello, me asombra la convicción con la que daba mi respuesta cuando se me cuestionaba al respecto. Hoy en día las cosas han cambiado mucho. No sé qué hacer. Me siento perdido, confundido. Solamente sé que necesito un cambio radical en la vida o, de lo contrario, corro el riesgo de volverme loco.
Cuando era tiempo de escoger una carrera universitaria, me sentía muy agobiado. Había tantas opciones que no sabía qué escoger. Buscaba información al respecto, preguntaba a gente cercana a mí, tomaba exámenes vocacionales, en fin... Estos últimos arrojaban como resultado una carrera en el área de humanidades o ciencias sociales. Después de según yo pensar bien las cosas, opté por la carrera de Administración de Empresas. Me decidí por ella, en parte porque pensé que encajaba en el perfil y porque además era una carrera muy versátil que me permitiría trabajar en diferentes áreas. Qué inocentes somos a veces, la verdad. Para muchos, esta carrera es la "vieja confiable" cuando no sabes qué estudiar. Consideran que es una carrera muy fácil, pero créanme que no lo es. Siempre ha habido una rivalidad entre administradores y contadores porque estos últimos dicen que ellos pueden hacer nuestro trabajo, pero nosotros el de ellos no. Pero bueno, esa es otra historia. Así que presenté el examen de admisión y pasé. Debo confesar que la universidad en la que estudié nunca fue mi primera opción, pero no contaba con los recursos para estudiar en una privada. Así que tuvo que ser una universidad pública, pero eso fue lo de menos. Con el transcurrir del tiempo me convencía de que me había equivocado de carrera. Después de la segunda mitad de la carrera y, particulartemente alrededor del séptimo u octavo semestres, caí en un estado de apatía. La carrera se convirtió en una carga a cuestas. Todo me era tedioso, aburrido, monótono. Pero consideraba que era demasiado tarde para cambiarme de carrera o tal vez pensaba que sería un fracaso y yo no quería eso. Me engañaba a mí mismo diciéndome que las cosas cambiarían. Así que me aguanté y continué hasta el final. Me gradué y quedé entre los primeros lugares de mi generación y eso me dio un poco de ánimo, pero ahora que lo analizo fríamente, todo eso no me ha servido de nada. Muchas veces me he arrepentido de haber estudiado esta carrera. No sé en qué estaba pensando. Pero lamentablemente el hubiera no existe.
He tenido varios trabajos en mi vida. Antes de entrar a la universidad trabajé como capturista de datos. La empresa estaba cerca de mi casa y me iba caminando. Hasta tenía tiempo para ir a comer a mi casa. Pero el trabajo no me gustaba para nada y como quería estudiar y trabajar al mismo tiempo, decidí renunciar porque se me hacía muy pesado. Ah, porque para los que no saben, toda la carrera la estudié de noche. Bueno, después de eso trabajé como maestro de inglés. Trabajaba medio tiempo y tenía tiempo para estudiar y hacer mis tareas. Y pues ganaba un dinerito también. Este trabajo tuvo sus altibajos, pero a la fecha puedo decir que es el que más satisfacciones me ha dado. Tal vez habría continuado ahí, pero nos hicieron una mala jugarreta y me tuve que salir; les platicaré de eso en otra entrada. Posteriormente hice prácticas profesionales en áreas contables, más especifícamente en Cuentas por Pagar y Cuentas por Cobrar en dos empresas diferentes pero del mismo ramo: el automotriz. Lo odié como no tienen idea. Encima del estrés laboral de mis responsabilidades, tuve que lidiar con un jefe tóxico, no exagero. Ya les contaré de eso también. Mi siguiente trabajo fue como agente de seguros/preparador de impuestos. Era demasiado estrés. Fue el primer trabajo en el que tuve que lidiar con clientes, no solamente en persona sino también por teléfono. Pero además de eso tenía una compañera que me hacía la vida imposible y no perdía oportunidad alguna para hacerme quedar mal. Y como no soy masoquista, pues me salí. Después conseguí trabajo como Office Manager dentro de una empresa de marketing, algo así como encargado administrativo. Al principio me encargaba de cosas meramente administrativas: facturación, cobranza, nómina, etc. Pero ya después me cambiaron las funciones, más bien me agregaron funciones que nada que ver conmigo y se volvió insoportable. Así que llegó la hora de cambiar de trabajo. El suegro de un primo me invitó a trabajar con él y su socio en una pequeña empresa de electrodomésticos. Sigo sobre la misma línea: facturación, cobranza, atención a clientes... Dentro de un mes cumplo un año y ya me parece que llevo trabajando siglos ahí. Mis jefes me tratan bien, pero el trabajo que hago simple y sencillamente no me gusta. Tal vez y, solo tal vez, si el sueldo justificara el sacrificio que tengo que hacer, entonces valdría la pena, pero no es el caso.
Siento que necesito darle un giro a mi vida. Ya no puedo seguir así. Tal vez sea muy idealista o soñador y tal vez no se pueda tener todo en la vida, pero me daría por bien servido si por lo menos contara con un buen sueldo o con la satisfacción que te da tu carrera. Pero no hay ni lo uno ni lo otro. Quiero un trabajo que me guste y muy importante, que el estrés relacionado con él sea manejable, porque los que me conocen ya sabrán que me estreso en demasía. La vida es tan corta para pasársela estresado o haciendo algo que no te gusta. Pero el problema estriba en que no sé qué hacer. Cuando me preguntan qué me gustaría hacer, no sé qué responder. Envidio a esas personas que tienen una pasión definida y que trazan metas y construyen su camino para llegar al final. Nada las detiene. Siempre saben hacia dónde van, qué es lo que quieren. Pero yo no. Digo, hay varias cosas que me gustan, pero no tengo algo que me apasione o que lo visualice como un impulsor para cambiar de carrera. Me siento en un laberinto, me siento entre la espada y la pared. Porque por un lado sé que no me gusta mi trabajo o en general la carrera que he desarrollado. Quiero un trabajo que no tenga que ver con facturas, cobros, pagos, clientes estúpidos... pero no logro sacar nada en concreto.
El tiempo pasa y no se detiene y eso me frustra enormemente. Me desespera no poder dilucidar nada. Tal vez sea justificable en un adolescente, pero no para mí. No es que sea un viejo, pero tampoco soy un jovencito. Esta parte de mi vida me ha impedido hacer muchas cosas. Necesito encontrar algo que me haga sentir pleno, satisfecho, que no me sea una carga, que no me haga alucinar los lunes, que no me haga perder los estribos, que no me estrese todo el tiempo...No creo que sea demasiado pedir. Y si lo es, lo siento mucho, así es como pienso.
Tal vez sea muy duro conmigo mismo, pero siento que ya no estoy en una edad para experimentar. Dicen que nunca es tarde para algo, pero la verdad no estoy tan seguro. No me veo a estas alturas de mi vida estudiando otra carrera, sin mencionar que tendría que endeudarme para hacerlo y lo que menos necesito en estos momentos son deudas. Tampoco puedo darme el lujo de renunciar cada vez que no me guste un trabajo. Pero por otro lado, es inhumano, es contranatura, permanecer en un lugar haciendo algo que no te gusta. Es masoquismo, falta de amor propio. No es sano trabajar en algo que te hace sentir desdichado, desgraciado, desaprovecado.
A veces me motivo cuando leo casos de personas que pasaron por lo mismo que yo y de repente encontraron la manera de salir adelante. Abundan los casos de personas que trabajan para ellas mismas, que tienen negocios en Internet, que son blogueros de viajes o comida, en fin, hacen algo que les gusta y además obtienen ganancias por ello. Y es cuando me pregunto a mí mismo: ¿por qué yo no? Pero por otro lado me ganan el miedo, la inseguridad, la duda. Me da coraje que siempre analizo todo a detalle y pienso en todo lo que puede salir mal. Y esto me ha frenado. Como ya dije anteriormente, no tengo algo definido, no sé qué es lo que quiero hacer, a qué me quiero dedicar, pero sé que lo que hago actualmente dista mucho de ello. Quiero libertad en todos los sentidos. No quiero un trabajo convencional. No quiero siempre trabajar en lo mismo siguiendo la monotonía. No quiero pasármela anhelando los fines de semana, los puentes o las vacaciones. No quiero tener que depender siempre de otras personas para poder realizar planes en mi vida personal. Quiero ser dueño de mi tiempo y espacio. He puesto las cosas en una balanza y he determinado que todo esto es importante para mí. Ya me cansé de leer artículos y libros al respecto, de ver videos, de pedir consejos y de no poder decidir nada. Dicen que la vida es una obra de teatro. Creo que ha llegado la hora de que termine el acto actual y de que comience el siguiente. No sé quién escribió o esté escribiendo la obra para mí, pero he decidido escribir una propia y llamarla Felicidad. Porque de eso se trata la vida y la carrera no es la excepción. Solo me falta un poco (o un mucho) de inspiración. 😁
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