Es irónico que dos ciudades estén tan cerca y tan lejos a la vez. En este caso me refiero a Houston y Monterrey. Aprovechando que el pasado fin de semana fue puente en EE.UU., fui a Monterrey como acostumbro hacerlo cada que tengo oportunidad. Solía viajar en autobús, pero la verdad es que es muy cansado y ya no lo aguanto. Ahora prefiero hacerlo en avión. Es un poco más caro, pero realmente no es mucha la diferencia considerando que los pasajes de los autobuses han aumentado bastante en los últimos años. Y obviamente el factor tiempo también entra aquí. En cuanto a vuelos, la opción más económica es VivaAerobus, muy a mi pesar. Aunque ya ven que dicen que lo barato sale caro.
Bueno, pues les cuento que esperaba este viaje con mucha expectativa. La última vez que había ido era en enero de este año. Antes iba más frecuentemente, pero ya no puedo hacerlo tanto como quisiera porque me faltan tiempo y dinero. Además, recuerden que aquí en EE.UU. no hay tantos puentes y las vacaciones no son obligatorias por ley. Estamos a merced de nuestras empresas. Debo confesar que me dan un poco de envidia mis amigos de Monterrey, ya que ellos llevan 4 puentes en lo que va del año y yo apenas 1. ¿Quién me manda, verdad?
Viernes. Mi vuelo estaba programado a las 9:20 p.m. Siempre procuro llegar con 2 horas de anticipación cuando es un vuelo internacional. Así que tomé mi tiempo. Pedí la salida de mi trabajo media hora más temprano, pasé a mi casa por mi equipaje, cené algo para aguantar y me fui. Últimamente dejo mi carro en el estacionamiento del aeropuerto y tomo el camioncito que te lleva a la terminal. Posteriormente, llegué al mostrador de Viva. Ya había fila, eran como 10 personas delante de mí. Me dieron mi boleto y documenté mi equipaje. Luego me dirigí al área de revisión donde se encuentra el nunca bien ponderado TSA. Como era de esperarse, la fila era larga. Siempre es así cuando hay puente. Y los agentes del TSA no se caracterizan precisamente por su rapidez. Afortunamente no hubo contratiempos. Lo único molesto fue fletarme 1 hora en la fila, pero qué remedio. Después me dirigí a la sala de espera. Después de un rato, se acercan al mostrador dos empleadas de la aerolínea. Supuse que iban a comenzar el abordaje, pero ¡oh, sorpresa! ¡Habían sobrevendido el vuelo! Supuestamente, tuvieron que cambiar de avión de último minuto y este otro tenía menos capacidad. Por lo cual solicitaban 5 voluntarios que quisieran cambiar su itinerario. Obviamente, nadie se ofreció. El personal de la aerolínea dijo que no podíamos comenzar a abordar si no se ofrecían los 5 voluntarios. Incluso dijeron que se podía cancelar el vuelo. La gente se comenzó a molestar y desesperar. Estuvimos más de 1 hora estire y afloja. Y es que esta gente de Viva de veras que es tacaña. No ofrecían ninguna compensación ni nada, solamente cambiarte el vuelo a otro día. Ofrecían cambiar para el vuelo del domingo, pero la mayoría teníamos que regresarnos el lunes para trabajar el martes. Total, después de 1 hora anunciaron que como nadie se ofreció de voluntario, iban a seleccionar a las últimas 5 personas que se habían registrado. Comenzamos a abordar y despegamos casi 2 horas después de lo previsto. Ya sabía yo que Viva tenía fama de retrasar los vuelos y también sabía que esto de la sobreventa es algo común en todas las aerolíneas, pero nunca me había pasado. Me parece abominable esta práctica, pero las aerolíneas lo hacen porque la ley se los permite. Hablaré sobre este tema en una publicación futura.
Llegué a Monterrey y tuve que tomar un camión que te lleva de la terminal C a la A. Luego me dirigí al área de migración. La fila para mexicanos era mucho más larga que otras veces. Por lo regular cuando viajo, la fila de extranjeros es más larga que la de mexicanos, pero esta vez no fue así. En fin, llego con el agente, me hace un par de preguntas y me deja pasar. Ahora a recoger el equipaje. Afortunadamente, esta vez mi maleta no se tardó mucho. Casi siempre soy de los últimos. Tengo esa maldita suerte. Bueno, pues recogí mi maleta y ahora a pasar por la aduana. Me tocó luz verde, así que pasé sin dificultad. A la salida me estaba esperando mi amiga. Ya estaba toda desesperada jeje. Pero ya le había avisado por Whatsapp que estaba teniendo problemas y que iba a llegar tarde.
Sábado. Después de dormir por unas horas, me levanté descansado y listo para comenzar el día. Había decidido previamente que me trasladaría en transporte público solamente (ando en situación austera). Lo primero que tenía que hacer era recoger una credencial. Me fui a la avenida a esperar el camión. El maldito se tardó más de media hora. Pasaron varios camiones y taxis, pero el camión que yo esperaba nomás no. Finalmente pasó el camión y me subí. Llegué a mi destino y afortunadamente no me tardé mucho. Ahora a mi cita con la doctora. Ya hace tiempo que quería consultar con la otorrinolaringóloga que me había atendido antes, porque recuerden que el sistema de salud aquí en EE.UU. es algo deficiente y caro. Salí de la consulta y me fui a la farmacia a surtir la receta. En el camino me encontré a un excompañero de la universidad que estoy casi seguro que me vio pero se hizo el indiferente, por lo que yo hice lo mismo. Surtí mi receta y a esperar otro camión. Ahora a la estética. Me gusta cortarme el cabello en Monterrey porque acá simple y sencillamente no he encontrado a alguien que me satisfaga. Hasta ese momento no había comido nada por lo cual moría de hambre. Fui a una fondita que está al lado de la estética. Venden comida riquísima. Después de comer, me regresé a la casa en camión. En el camino llegué a comprar un galón de agua porque no teníamos en la casa.
El calor estuvo insufrible. Desde la mañana se sentía un bochorno espantoso, sentía que me sofocaba. A pesar de que el termómetro registraba 35 grados, yo creía que estábamos a 40. Apenas sales de bañarte y ya estás sudando. Pff. Ya me había bañado en la mañana, pero regresé todo acalorado a la casa. Me bañé otra vez y me encerré en mi cuarto con el minisplit. Solamente lo prendo por un rato porque aquí la electricidad es muy cara. Había hecho planes de ir a cenar con unas amigas. En esta ocasión de plano descarté ir en camión. Le llamé a un Uber y me fui. Llegúe al punto de encuentro y ya estaban ahí mis amigas. Siempre es un gusto verlas, desde que las conocí en la universidad. Comimos muy rico, nos tomamos unos coctelitos y platicamos muy a gusto. Muy ricas las alitas de Las aliadas, se las recomiendo. Después fuimos a Beer for us donde tienen gran variedad de cervezas y vinos internacionales. Probé una cerveza belga y me gustó mucho. Y para rematar fuimos a Mille Délices a comer unos ricos postres. Aunque llegamos casi para cerrar y ya nos andaban corriendo jaja.
Domingo. Me levanté temprano porque tenía mi conversación semanal en francés con un amigo en Skype. Después almorcé unas gorditas que habían llevado el día anterior. Se habían comido todas las de picadillo y solamente me dejaron de deshebrada. Ni modo. Estuvimos mi familia y yo matando el tiempo en la casa y nos fuimos a comer unos mariscos. Siempre aprovechamos para hacerlo cuando vamos a Monterrey. Para esto ya había hecho planes con una amiga para ir a la Cineteca. Llegué un poco tarde (el tránsito), pero alcanzamos a ver 2 películas muy padres (aunque la segunda nos dejó un poco pensativos). Como ese día el equipo local jugaba la final, el parque donde se encuentra la Cineteca estaba solo, como casi nunca lo había visto. Estuvo bien. Después fuimos a cenar a un restaurante muy bonito que se llama El lingote y la comida estuvo muy rica. Ah, ¡pero la plática estuvo mejor! Platicamos de tantas cosas y el tiempo se pasó rapidísimo. Me encanta platicar con esta amiga porque compartimos inquietudes y gustos. Podemos hablar de cine, literatura, teatro, en fin. Casi no conozco a nadie con quien pueda platicar de estas cosas. Lamentablemente se nos acabó el tiempo y nos tuvimos que despedir.
Lunes, último día. Hora de regresar. La mañana se me fue rapidísimo. Entre vueltas de último minuto se me hizo mediodía. Ordené comida a domicilio y la verdad no me gustó mucho. Hice mi maleta, me metí a bañar y le hablé a un Uber para ir al aeropuerto. Al llegar al mostrador de Viva vi la larga fila que me esperaba. Nunca hay tanta gente cuando voy, pero supongo que ahora la gente sí quiso llegar temprano por eso de la sobreventa. Total, me dieron mi boleto, documenté mi equipaje, pasé por revisión y me dirigí a la sala de espera. Abordamos a tiempo y llegamos a Houston. De regreso a la triste realidad. A dormir porque hay que trabajar al día siguiente.
Cada vez que voy a Monterrey me invade la nostalgia. Me da tristeza llegar a la casa y darme cuenta de que mi abuelita ya no está ahí. Se me vienen los recuerdos de la infancia y adolescencia. Recuerdo a mis primos y a mis amigos. Es como si el tiempo se hubiera detenido, como si sólo hubiera despertado de un sueño. Pero no. Han pasado muchos años y ya no soy el mismo. No sé si soy mejor o peor. Sólo sé que me esfuerzo cada día por sobrevivir en este mundo cruel. Espero poder regresar un día a la tierra que me vio nacer. Mientras tanto, esperaré con ansias cada puente, cada oportunidad para ir. No tengo más opción por el momento.
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