La semana pasada fueron las elecciones para el Congreso de EE. UU. Veía cosas sobre los candidatos hasta en la sopa: en la televisión, en las redes sociales, en la calle, en mi reunión de francés, en fin. La verdad ya me tenían harto con la misma cantaleta. Pero lo mismo sucede en México. Las temporadas electorales son insufribles. Es imposible no escuchar hablar sobre el tema. Que si fulano esto, que si mengano aquello, que la derecha, que la izquierda... Para chismes prefiero TMZ o ya de jodido, Ventaneando. Esos por lo menos le ponen más enjundia, más sabor.
Debo confesar que nunca me ha gustado la política. Me parece algo vulgar y desagradable en extremo. Dicen que al pueblo, pan y circo. Efectivamente, la política siempre me ha parecido un circo barato; más bien, una mezcla entre un circo y un mercado. La política siempre es un tema muy polémico, que causa controversias y divisiones y que, por lo mismo, debe ser evitado en cierto tipo de situaciones: léase, reuniones familiares o entre amigos. Pero lamentablemente y muy a mi pesar, no podemos permanecer ajenos a ella. La política es algo que nos afecta a todos en materias económica, social, de salud, de seguridad, etc. y no podemos mantenernos al margen. Se nos ha dicho hasta el cansancio que debemos votar para que gane la democracia, para que se genere un cambio, etc., aunque la verdad tengo mis dudas si realmente eso haga alguna diferencia. Los políticos siempre han tenido mala fama en mayor o menor grado. Equiparo a los políticos con los abogados. Tú tienes a un abogado que te representa en un juicio y la contraparte tiene el suyo, pero tanto mi abogado como el abogado de la contraparte son amigos en la vida real y cuando te enteras de eso, dudas de la legitimidad y las intenciones de tu abogado. Lo mismo sucede con los políticos. Ante las cámaras y ante el mundo entero parecen ser rivales y odiarse a muerte, pero en la vida real son íntimos amigos. Lo cual me pone a dudar sobre sus verdaderas intenciones y promesas de campaña. Si me preguntaran si creo en las instituciones de gobierno, la verdad debería meditar mi respuesta antes de contestar. En todos lados se cuecen habas, no se engañen. No hay que creer ciegamente en los políticos ni en ningún partido. Te pueden comer al final como las sirenas lo hacían con los marineros que atraían con su canto. Obviamente no puedo generalizar, pero lamentablemente creo que en la mayoría de los casos es así. El poder corrompe y lo hemos visto a lo largo de la historia. Por eso, a los políticos ni todo el amor, ni todo el dinero. El dicho no va a así, pero lo adapté y creo que queda muy ad hoc.
Mis acciones en cuanto a la política se han limitado a votar. En EE. UU. no lo hecho aún porque me tengo que hacer ciudadano, pero eso es harina de otro costal. Nunca he participado en marchas o manifestaciones de ningún tipo, nunca he asistido a ninguno mitin ni nada que se le parezca, ni he hecho nada que no sea votar. Hay personas que nos satanizan por no hacer más y que casi hasta se rasgan las vestiduras. O de plano te critican, no te bajan de conformista y demás epítetos que quién sabe de dónde sacarán. La verdad, por más simple que parezca el argumento, es que no todos podemos ser "revolucionarios". De la misma manera en que no todos podemos ser médicos o ingenieros, no todos podemos ser revolucionarios. Sí, ya sé lo que me van a decir: esto es diferente, esto afecta a todos, si no haces nada luego no te quejes, etc. Puede ser, puede que tengan algo de razón. La política nos afecta a todos y por lo tanto todos tenemos o deberíamos tener injerencia en ella. Pero tampoco quieran hacer caravana con sombrero ajeno. Muchas de las cosas que tienen, muchos de los derechos de los que gozan no son gracias a ustedes sino a otras personas, muchas de las cuales ya ni viven. Así que bájenle dos rayitas a su patriotismo por favor.
Para los que están metidos hasta los codos en asuntos políticos, bien por ustedes. Pero no pretendan que todo mundo deba hacer lo mismo. No todos pueden luchar en la misma guerra, por lo menos no de la misma manera. Habrá sangre, habrá personas que mueran, pero no todos morirán. Es un sacrificio necesario, como todo en la vida, y por más cruel que suene así es. Tienen que morir unos, tienen que sacrificarse unos por el bien de otros, por la justicia, por la igualdad, por un mundo mejor. Y como ya escribí, a cada quien le tocará un papel diferente en la lucha. No todos tendrán los mismos roles. Por eso no es válido degradar a los que no hacen lo mismo que tú.
Por otro lado están los pseudointelectuales que se la pasan publicando en redes sociales que les duele México, que por eso estamos como estamos y demás cosas similares, pero que no hacen nada más que publicar cosas en Twitter o compartir videos en Facebook. Son los mismos que se creen superiores porque no les gusta el futbol, el reguetón o las telenovelas. Creen que son seres pensantes, analíticos, que no se les puede engañar, que poseen un discernimiento extraordinario, que debemos imitarlos, en fin. No toman en cuenta que en los tiempos de la Independencia y la Revolución no contaban con la tecnología actual y aún así, parece que había más comunicación entre los participantes de ambos movimientos armados y un alto grado de efectividad. Lo mismo con todos los demás movimientos sociales en la historia de la humanidad.
¿Deberías interesarte más en la política? La respuesta es: sí, tal vez. ¿Hasta qué grado? Eso depende de ti, no hay una respuesta estándar. Pero no te sientas mal si no haces exactamente lo mismo que los demás. De alguna manera u otra, puedes aportar tu granito de arena. En los tiempos de la Independencia y Revolución no todo mundo se levantó en armas. Había unos que les daban de comer o beber a los que luchaban. Y eso, señores, fue su aportación a la causa. Adiós.
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