Hace unos días soñé con una persona que había sido muy especial para mí. Digo que era, aunque por lo visto todavía lo es. Creí haber olvidado su recuerdo, pero no fue así. Fuimos buenos amigos en la escuela o por lo menos eso creía yo. Compartimos momentos especiales y aunque éramos muy desiguales, nos llevábamos bien. Nuestros caracteres eran muy diferentes, pero eso no fue obstáculo para que se forjara una gran amistad. Esa persona era muy alegre, de hecho se tomaba todo a broma. Yo en cambio era más serio, más reservado. A veces me enojaba por sus bromas, no lo voy a negar. Pero al igual que los hermanos, si había algún problema, este se arreglaba pronto y tan amigos como siempre. Debo reconocer su nobleza, porque yo tengo mi orgullo y no muy fácilmente me doblego.
Recuerdo el momento exacto en el que nos conocimos. Yo fui el que inicié la conversación. Fue algo raro porque yo siempre he sido tímido y por lo general los demás son los que se me acercan y no al revés. Pero esta vez fue lo opuesto. Era la hora del recreo. Platicamos un rato hasta que sonó el timbre para regresar a clases. No sé si sería la primera persona que se le acercaría, porque cada quien estaba en su rollo y como es normal, cuando estás en un lugar donde no conoces a nadie pues te apartas un poco. Estaba en la puerta viendo hacia la calle. Yo me acerqué y le empecé a hacer conversación. Me contestaba con monosílabos. No sé si le caí mal en ese momento. Pero al pasar de los días empezó a entrar en confianza y nos hicimos amigos. Como escribí arriba, éramos muy diferentes. Esa persona tenía un estilo muy desprecocupado, desenfadado. Nunca decía adiós cuando se iba. A veces me desesperaba que no se tomara nada en serio, pero en otras ocasiones eso era precisamente lo que me agradaba y yo quería ser así también. Recuerdo que bromeábamos sobre nuestras edades. Yo era menor por 9 días, pero yo le decía que yo era mayor por 9 días. Me encantaba bromear con eso.
Después de dos años se tuvo que mudar a otra ciudad por cuestiones del negocio de su papá. El último día del festival de cursos esperaba el momento para despedirme. Pero ese momento nunca llegó. Cuando quise acordar, ya se había ido. No me dijo adiós. Y eso me dolió mucho. Quiero pensar que era difícil despedirse y por eso decidió no hacerlo. Muchas veces las despedidas son tristes. Pero me hubiera gustado decir algo por última vez. No sabía si volveríamos a vernos, pero yo esperaba que sí. Manteníamos contacto esporádicamente por correo electrónico o Messenger (qué tiempos aquellos). Pero de esporádica, la comunicación pasó a ser nula. Llegó el momento en el que ya no contestaba mis correos. La distancia se fue acentuando y todo terminó por enfriarse.
Pasó un tiempo y no recuerdo quién contactó a quién, pero nos hicimos amigos en Facebook. Pero ya las cosas no volvieron a ser como antes. El contacto era esporádico, pero además más impersonal que antes. No sé cómo explicarlo. Bueno, el caso es que me enteré que iba a regresar a la ciudad. Me sentí muy contento porque pensé que volveríamos a vernos. Pero grande fue mi desilusión. Cuando hice alusión al tema, me respondió con evasivas. Más bien me dio el "cortón", por decirlo de alguna manera. Hubiera preferido que me dijera algo como: "está bien, nos ponemos de acuerdo" o "yo te aviso", no sé, algo así. Me di cuenta de que había cambiado, ya no era la misma persona. Yo ya no formaba parte de su mundo y eso me dio mucha tristeza. Así que ya no insistí y dejé el tema por la paz.
Pasó un tiempo y no sé si me bloqueó o cerró su cuenta. Quiero pensar que simplemente cerró su cuenta. Como haya sido, uno tiene dignidad y no se puede vivir del pasado. Así que le di carpetazo. No le deseaba ningún mal ni nada, pero decidí enterrar los recuerdos. A veces los buenos recuerdos hieren igual o más que los malos. Pero la verdad es que no borré ni enterré nada. Y lo comprobé hace poco cuando soñé con esa persona. De repente sentí la necesidad de saber de su vida, de saber cómo está, si ya se casó, si tiene hijos, en fin. Ya no tengo manera de contactar a esa persona. No sé si tenga el mismo número de teléfono. No he hecho el intento de marcar siquiera, ¿qué diría? Y no sé si viva en la misma casa que tenía. He tenido tentación de echarme una vuelta a ver si nos topamos. Pero tampoco me he animado a hacer eso. Tal vez sea mejor así. Si esa persona ya no quiere saber nada de mí, pues que le vaya bien. Le deseo lo mejor del mundo, toda la dicha y felicidad. Y aunque es triste, así es la vida. Hay que dejar a los muertos enterrados y no remover el pasado. Aunque los fantasmas quieran venir a atormentarnos de vez en cuando.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario