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domingo, 5 de agosto de 2018

¿Existe la felicidad?

Todos buscamos la felicidad de una u otra manera. Algunos la buscan en la familia o amigos, mientras que otros lo hacen en su carrera o la religión. En realidad, las posibilidades son ilimitadas. Cada cabeza es un mundo. No todos pensamos ni sentimos igual. Hasta los miembros de una misma familia pueden ser tan diferentes entre sí. Hay personas que se dejan llevar por sus impulsos, por su corazón y por otro lado hay quienes razonan más las cosas, son más analíticos y no hacen nada sin antes pensarlo detenidamente. No importan cuántos años hayan pasado, en qué era estemos, las personas queremos ser felices, buscamos la felicidad constantemente. Aunque a veces la felicidad pierde su significado, se vuelve meramente un concepto, algo tan abstracto que es difícil explicarla o entenderla. Todos queremos alcanzarla, todos aspiramos a ella, pero ¿qué es la felicidad verdaderamente? ¿Acaso es la ausencia de problemas? ¿Es un estado de perfecto equilibrio en la vida de alguien? ¿Es la realización de metas o sueños, ya sean estos personales o profesionales? ¿Es el resultado de una búsqueda, un fin, o es algo que llega solo? ¿Realmente existe o es un mito que nos han hecho creer como tantos otros?

La felicidad ha tratado de ser definida a lo largo de los siglos. Hay una larga lista de pensadores e intelectuales que han tratado de explicarla y sus respuestas son tan diferentes la una de la otra. Según el estoico Séneca, la felicidad se origina en la ausencia de pasiones, del desprendimiento de cosas o personas. Según los filósofos griegos, la felicidad es algo interno, depende de nosotros mismos, no de factores externos. Según Buda, no hay un camino hacia la felicidad; la felicidad es el camino. Para el pensador chino Lao Tzu, la felicidad consiste en vivir en el presente. Para Kant, la felicidad es un deber, más que un deseo, una elección o alegría. Según Nietzche, la felicidad es el crecimiento de una fuerza interior que nos ayuda a superar una resistencia. Para el utilitarista Stuart Mill, la felicidad es la limitación de los deseos en lugar de satisfacerlos. Para Bertrand Russell, la llave de la felicidad es el amor, ya que este nos ayuda a romper con el ego y la vanidad. Y la lista de pensadores y sus definiciones de la felicidad sigue y sigue. 





A pesar de que todos los pensadores mencionados arriba tienen algo de razón, lo cierto es que la felicidad tiene un componente indiscutible muy importante: la subjetividad. Lo que me hace feliz a mí puede no representar la felicidad para ti. La felicidad se presenta de tantas y diferentes formas que es difícil definirla con precisión. A veces ni siquiera sabemos qué es lo que nos hace felices. Volteamos a nuestro alrededor y pareciera que todos son felices, que están plenos, realizados y que nosotros somos ajenos a todo eso. Pareciera que la felicidad nos fue negada a algunos por más que intentamos alcanzarla. La vida es tan corta y se nos va buscándola, en su defecto, esperando a que esta llegue. 

En mi caso, creo que cuando fui verdaderamente feliz fue cuando era niño. Tal vez era porque no tenía malicia, porque la inocencia era un velo que me protegía de la crueldad, del sufrimiento, del dolor. Mi infancia fue relativamente normal. Crecí como hijo único en el seno de una familia tradicional. No viví con lujos, pero tampoco con grandes carencias. Convivía con mis primos y amigos. Iba a la escuela en la mañana y jugaba por las tardes. Mis problemas eran tan triviales que al recordarlos ahora me da risa. Siempre me esforcé por ser un buen estudiante, un buen hijo. Pero vivía en una burbuja. No sabía cómo era el mundo en realidad. No sabía lo que me deparaba la vida. Ahora que soy adulto y que puedo ver las cosas con más claridad, añoro esa etapa de mi vida. A veces me quejaba porque mis padres me regañaban o pensaba tontamente que no me querían y soñaba con crecer, convertirme en adulto para hacer lo que yo quisiera. Creía estúpidamente que "ser grande" era lo mejor. Visualizaba mi vida de adulto y construía castillos en el aire. Sería feliz, lo tendría todo. Es difícil darse cuenta de que muchas de esas cosas no se parecen ahora ni remotamente. Mi vida actual es muy diferente de aquella que visualizaba cuando niño. Como dice una canción: "Me desvisto y lloro frente a los espejos de la realidad". Si me dieran la oportunidad de regresar el tiempo. pediría regresar a mi infancia sin dudarlo. O por lo menos que me borraran la memoria como a Heo Young Mi y solamente recordar los bellos momentos vividos en la infancia.  





La gente devota dirá que con Dios es suficiente. Efectivamente, Dios es muy importante en mi vida, pero también necesito otras cosas. Espero que no me tachen de blasfemo o falto de fe si alguno de ellos lee esto, pero es lo que siento. Aún no logro definir qué es exactamente lo que me falta para ser completamente feliz, pero correré el riesgo de seguir buscando sin importar cuantas veces caiga y tenga que levantarme en el intento. No voy a decir que mi vida es un infierno y que todo es malo en ella. Al contrario, hay cosas buenas en mi vida por las cuales estoy muy agradecido, pero eso no cambia en nada mi sentir expresado arriba. Daría lo que fuera por regresar el tiempo, aunque ya sabemos de antemano que eso es algo imposible.

Tal vez mi búsqueda sea inútil y esté buscando algo o alguien que no existe. En lo personal, sí creo que existe la felicidad. No sé si es un fin o un camino, pero he llegado a la conclusión de que no hay una felicidad completa ni mucho menos permanente. Estoy casi convencido de que la felicidad es un estado, una condición. No es lo mismo decir que "eres feliz" a decir que "estás feliz". Pienso que la felicidad consiste en momentos, algunos pequeños, otros no tanto, pero que terminan tarde o temprano. Son momentos mágicos en los que te olvidas de todo, en los que puedes volar, en los que no importa si el mundo se cae a pedazos a tu alrededor. Hoy soy feliz, mañana tal vez no. Ese es para mi el verdadero significado de la felicidad.


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