Cuando uno aprende a conducir, te dicen que debes "conducir a la defensiva". En un mundo ideal, saber conducir y conocer los señalamientos viales deberían ser suficientes. Pero en la vida real es muy diferente. Gracias a tanto descerebrado que anda por las calles, uno tiene que cuidarse de los demás. Mucha gente no respeta los señalamientos viales y son un peligro en la calle. Son los causantes de tantos accidentes que pudieron ser evitados. Para desgracia nuestra, esta gente abunda y si no tienes cuidado con ellos, te llevan entre las patas. Lo mismo aplica para muchas cosas más en la vida diaria.
Estoy seguro de que muchos de nosotros hemos escuchado que antes la palabra bastaba para cerrar un trato. Una promesa era un compromiso formal e irrompible. La gente cumplía su palabra sin necesidad de firmar papeles. En la actualidad es todo lo contrario. Ahora dicen que papelito habla. Para todo es imprescindible firmar un papel. Si no lo haces, estás a expensas de que te pasen a perjudicar. Se aprovechan de tu nobleza, como decía el Chapulín Colorado. La verdad es que mucha gente es aprovechada; les ofreces la mano y te agarran el pie. Uno por querer ser "buena gente" deja pasar muchas cosas. Ya no puedes confiar en nadie. Bueno, todavía queda gente decente, pero son menos que los otros lamentablemente. Por eso tienes que aprender a defenderte.
Dicen que las reglas se hicieron para romperse. No, se equivocan. Las reglas se hicieron para protegernos, para mantener un orden. Las reglas y las leyes son indispensables en un mundo en el que si no friegas, te friegan. Si nos metemos en rollos filosóficos, tenemos dos posturas opuestas: la de Rousseau y la de Hobbes. Para el primero, el hombre es bueno por naturaleza, mientras que para el segundo es todo lo contrario. En lo particular, concuerdo con Rousseau. El hombre es malo por naturaleza. La bondad, la generosidad y todas las cosas buenas se deben aprender, pero muchos no lo hacen. Por el contrario, esta gente se mueve por intereses, es egoísta, ambiciosa, envidiosa, mentirosa. No todos están al mismo nivel, pero todos lo padecen de una u otra forma.
Desde que somos niños somos expuestos a la maldad. El aborto, la violencia intrafamiliar, el abandono de hogar son tan sólo unas de las formas de maldad infligidas sobre los pequeños. Y cuando entras a la escuela las cosas no mejoran. Ahí te enfrentas al bullying o acoso escolar. Gracias a los niños desadaptados provenientes de familias disfuncionales, los demás tienen que aprender a defenderse para sobrevivir en la jungla escolar. Lo peor del caso es que todo comienza desde el kinder y continúa en la primaria, la secundaria, la preparatoria e incluso la universidad. La gente simplemente no aprende. Eso solo nos demuestra que la edad no es sinónimo de madurez. La madurez, la verdadera madurez no conoce edad. Hay niños más maduros que un joven de 18 años o un adulto de más edad.
Como muchas personas, sufrí de abuso escolar por mucho tiempo. Tuve que aprender a sobrevivir. Solamente los que lo hemos padecido sabemos el infierno que es. A veces optaba por ignorar, por cerrar oídos a palabras necias, pero esto no siempre es posible. Una vez sí llegué a golpear a uno o dos niños que me colmaron el plato. No dudaría en volver a hacerlo si fuera necesario. Y contrario a lo que muchos piensan, eso me ayudó mucho. Esos niños ya no se metieron conmigo. Ya después tuve que contenerme porque me cambiaron a una escuela cristiana y ahí me habrían expulsado si hubiera golpeado a los que se dedicaban a molestarme. Pero sobreviví.
Cuando terminas tus estudios, te enfrentas al mundo laboral. Es un mundo despiadado y cruel. Tienes que aprender a "ponerte la camiseta parcialmente" sin perder tu dignidad, sin venderle tu alma al diablo. Porque antes que empleado, antes que cualquier otra cosa, eres una persona que se debe respeto a sí misma, que debe mantener su dignidad. Debes tener mucho cuidado tanto con tu jefe como con tus compañeros. No puedo generalizar, pero a muchos no les importaría perjudicarte si con ello se benefician. Es la naturaleza humana. El hombre es un egoísta innato. Es algo que se debe desaprender.
En la publicación anterior comenté que estoy en una disputa con mi aseguradora porque no quieren pagar una cuenta médica. No es algo legal, por el momento. Honestamente, espero no llegar a esas instancias. Los asuntos legales me parecen tan vulgares. Son tan tediosos y desgastantes. Pero a veces no hay más remedio. No sería la primera vez que me veo envuelto en uno. La primera vez fue cuando demandé a un expatrón por una canallada que nos hicieron. La segunda vez no fui yo directamente el implicado sino mi mamá. Tuvo un accidente en su trabajo y esos desgraciados se portaron muy mal con ella. Tuvimos que demandarlos y fue un proceso largo y complicado. Llegamos a un arreglo, no del todo favorable, pero no tuvimos más opción. La llevábamos de perder contra una empresa grande que tiene los medio$. El dinero, siempre el maldito dinero. La gente que lo tiene hace y deshace a su antojo y uno lo único que puede hacer es defenderse como puede contra tanta injusticia. A veces sabemos o estamos casi seguros de que nuestra lucha es una causa perdida, pero no debemos de darnos por vencidos sin haber luchado. Debemos luchar por lo que es justo, hacerle frente a tanta maldad, suciedad, corrupción, inmoralidad.
A veces ni sabes de dónde viene el golpe. Lo más triste es cuando se trata de tu familia o amigos cercanos. Confías tanto en ellos que no tomas tus precauciones. Con los demás uno aprende a defenderse y prevenir un mal en la medida de lo posible. No así con la gente cercana a ti. La burra no era arisca; la hicieron. Tal vez parezca muy pesimista de mi parte, pero son cosas que aprendes con los golpes que te da la vida. Aprendes a desconfiar de la gente y a pensar mal de ellos. Piensa mal y acertarás. Pero ten cuidado, porque al defenderte caes en el peligro de convertirte en lo mismo contra lo que peleaste. Lo que sí es innegable es que debes defenderte. De no hacerlo, la pasarás muy mal en esta vida. Y no siempre hay segundas oportunidades.
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