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domingo, 25 de junio de 2017

Cuando de fregar se trata

A últimas fechas, me he convencido de que la teoría darwiniana de la supervivencia del más fuerte está directamente relacionada con el capitalismo. Los dueños de los bienes (los ricos) devoran como aves de rapiña a la clase trabajadora (los pobres) a fin de sobrevivir. Se valen de cualquier medio para engordar sus arcas aún más. No les importan los medios para conseguirlo. El fin justifica los medios. No existen la amistad, el amor, ni siquiera el más mínimo sentido de humanidad. Dinero, dinero, dinero. La ley de Herodes...o te ch"#$@s o te jodes. Amoralidad total.

Esta semana tuve dos disgustos enormes. Todo se resume a dinero. Primero, mi compañía de cable. Es increíble la cantidad de veces que he tenido que llamar por cobros injustificados que me están haciendo. De entrada, te amarran con contratos de uno o dos años. Si quieres cancelarlo, tienes que pagar una penalidad. Pero estos imberbes (por no decir otra cosa) siempre ven para su lado solamente. Me habían prometido que mi factura iba a ser de $104 (precios en dólares) mensuales aproximadamente. Al final del primer año, mi factura subiría $20 más. ¿Pues qué creen que pasó? Efectivamente estuve pagando $104 mensuales, pero al poco tiempo mi factura comenzó a subir. Los incrementos fueron graduales. Comenzaron siendo de $3, después de $5 y finalmente de $10. Fue aquí cuando empecé a quejarme. La compañía de cable alegó que son "ajustes" que se hacen por incremento en las rentas de los equipos, impuestos, etc. Pero me dijeron que ya no iba a aumentar. Así fue por otro corto perído, pero la gota que derramó el vaso fue cuando me aumentaron $32. ¡$32! ¡Eso ya era una burla! Y lo peor de todo es que ni siquiera se había cumplido el primer año. Esta vez sí estaba decidido a cancelar el servicio. Llamé y como era de esperar, me transfirieron de un lugar a otro y me la hicieron larga. Me echaron en cara el contrato. Tendría que pagar una penalidad por cancelar antes de tiempo. Yo les dije que ni siquiera ellos lo habían respetado y me salieron con explicaciones estúpidas. Total, a final de cuentas me ofrecieron respetar el precio. No pasaron ni dos meses, cuando me volvieron a aumentar el cobro. Esta vez me están cobrando $135. Llamé de nuevo, tuve que explicar mi situación más de una vez y tuve que fletarme casi una hora al teléfono. De nuevo pensé seriamente en cancelar, pero si lo hago en este momento tendría que pagar $120 y empezar todo el proceso con otra compañía. Había pensado en AT&T, aunque dicen que es la misma gata. Regresando al tema, Comcast (la compañía de cable con la que estoy y que es el mismísimo demonio) me ofreció otra oferta. Tengo que pagar $115 al mes, pero van a reducir la velocidad de mi Internet. Acepté y supuestamente iban a hacer el ajuste en mi factura actual para que en lugar de pagar $135 pague $115. Dijeron que lo harían dentro de 24 horas. Pues ya se cumplió el plazo y acabo de revisar y como lo imaginé, no han hecho el ajuste. Me dan náuseas solamente de pensar que tengo que llamar otra vez. 





Otra compañía que se ha dedicado a robarme la tranquilidad es Molina, la compañía con quien tengo mi póliza de seguro médico. Como todos saben, en EE.UU. no existe un sistema de salud pública. Todo es privado. Es puro negocio. Regresando al tema, hace unas semanas no me sentía bien y decidí ir con el médico. Era domingo y mi médico de cabecera no trabaja ese día. Mi malestar no ameritaba ir a emergencias de un hospital, pero sí necesitaba ver a un médico pronto. Viajar a Monterrey estaba totalmente descartado por cuestiones de tiempo y dinero. Así que la única opción que me quedaba era esperarme hasta el lunes, llamar al consultorio y ver si era posible que me atendieran ese día o ir a otro lado. En EE.UU. existen unos lugares que se llaman urgent care centers, algo así como centros de cuidado urgente. Se trata de lugares donde proporcionan atención médica en casos que no son muy graves. La ventaja es que tienen horarios más flexibles que un médico regular. Muchos de estos centros están abiertos hasta tarde o incluso fines de semana. Así que ingresé al portal de Molina y busqué uno de estos lugares. El único que encontré que estaba abierto en domingo estaba retirado de mi casa, pero fui porque ya no soportaba mi malestar. Al finalizar la consulta, le pregunté a la doctora cuánto le debía y me dijo que nada, que la factura me llegaría a mi casa. Yo esperaba pagar $30 porque se supone que ése es el copago que me corresponde. Me pareció extraño, pero no le di importancia. Pues bien, semanas después me llega una factura por la cantidad de $164. Ah, y venía un mensaje que decía que mi aseguradora se negó a pagar porque no tenía la recomendación correspondiente de mi médico de cabecera. Así que llamé a servicio al cliente para quejarme. Me volvieron a decir lo mismo, que necesitaba que mi médico me refiriera. Les dije que eso solamente aplica cuando uno quiere ver a un especialista y éste no fue el caso. Me dijeron que me iban a enviar una carta con unas formas que tenía que llenar para apelar. A los pocos días me llegó la mentada carta. Llené la forma de apelación y tuve que escribir todo lo que pasó y adjuntar facturas y demás. Pasan unas semanas y recibo otra carta de Molina donde explican que mi apelación fue denegada y que yo y solamente yo soy responsable de cubrir el monto adeudado. Llamé para quejarme, pero no contaba con que solamente trabajan de lunes a viernes de 8 a 5. Ya podrán imaginarse mi rabia. Son una bola de mentirosos. Ponen información falsa en su página web. Sí acudí a ese centro de salud es porque venía en su lista de lugares autorizados. Incluso tengo la captura de pantalla que lo demuestra. Tal parece que mi último recurso es acudir a la Comisión de Seguros de Texas e iniciar un reclamo. Más papeleo, más burocracia, con lo que me gusta. Lo peor de todo es que yo soy el único afectado porque ese centro de salud me sigue cobrando. De hecho me volvió a caer otro cobro este fin de semana. Si no pago, tarde o temprano van a pasar mi deuda a un despacho de cobranza y me van a reportar a buró de crédito. La verdad no sé qué hacer. 

Para que vean que no todo es miel sobre hojuelas en EE.UU. En México nunca tuve problemas con Cablevisión de la dimensión que los tengo con Comcast. Este último es una de las máquinas de joder más efectivas que existe. Te enganchan con precios promocionales, te amarran con contratos, te aumentan tu tarifa de la nada, no respetan contratos y después ya no hallas cómo zafarte. Y todo lo hacen porque pueden, porque la ley se los permite. Igual como la ley permite a las aerolíneas modificar sus tarifas a su antojo, igual que muchas otras cosas más.

Y la salud es puro negocio aquí. Por eso muchas personas quieren trabajar en estas áreas, porque se gana muy bien. Claro, ¿cómo no va a ser así si aquí por cualquier cosa te quieren cobrar un ojo de la cara? Y las aseguradoras son todas unas buenas para nada. Son unos usureros, unos aprovechados de lo peor. Pero volvemos a lo mismo, lo hacen porque la ley se los permite. Las leyes están diseñadas para beneficiar a las corporaciones, a los ricos, a los poderosos. A los demás mortales que nos parta un rayo.

Y ustedes, amigos, ¿qué experiencias han tenido al respecto? Au revoir!


domingo, 11 de junio de 2017

Eso no estaba en mi contrato

"Deberías agradecer que tienes un trabajo" me parece una frase demasiado simplista y hueca. Sobre todo, porque quien la dice muchas veces habla sin conocimiento de causa o lo hace porque considera que exageras cuando hablas sobre tu trabajo. Puede que haya un dejo de verdad, considerando que actualmente es muy difícil encontrar un empleo. La población mundial ha aumentado mucho desde la segunda mitad del siglo pasado, la esperanza de vida es mayor, hay más facilidad de acceso a la universidad, hay más competencia en el mercado laboral, etc. Antes, tener una carrera universitaria era muy útil para encontrar un empleo. Ahora no es garantía. De ahí que muchos profesionistas tengan que subemplearse para sobrevivir en un mundo que querían comerse cuando se graduaron de la universidad. Muy bien decían mis profesores que el mundo real estaba allá afuera, que nos toparíamos con cosas nuevas en las empresas en las que fuéramos a laborar. Vaya que es verdad. Son golpes que te da la vida. Es frustrante darse cuenta que muchas veces más que una preparación profesional lo que verdaderamente importa es "tener palancas" o "hacer favores personales" (por no decir otra cosa). Vale un comino que te hayas graduado con honores, que seas una persona preparada, etc. Las empresas ahora buscan a recién egresados que estén dispuestos a ganar una miseria a cambio de venderle su alma al diablo. Adiós prestaciones, adiós estabilidad laboral. Y todo es culpa de los millennials. Qué conveniente.




Estás a merced de tus superiores. Parece que no entienden que uno tiene una vida fuera de la empresa. Olvidan que antes que empleados somos personas que desempeñamos otros roles. Pero la mayoría de las veces sólo ven lo que les conviene. Si llegas temprano y te vas tarde no pasa nada, pero intenta irte a la hora que se supone es la hora de salida y eres un villano. Eres un pecador de lo peor. Hay mucho trabajo, muchos pendientes que sacar. Uno no puede (o no debe, según ellos) darse ese lujo. El tiempo es dinero (para ellos). Porque hasta eso, en muchos empleos ni siquiera pagan tiempo extra, argumentado que eres "empleado de confianza". Así que jódete. Agradece que tienes un empleo y cierra la boca. Tienes que traer la camiseta bien puesta y esto implica sacrificar tiempo personal, soportar situaciones más que difíciles y demás peripecias inefables. Aprende a ver y callar. Si te quejas, eres un inconforme, un revoltoso. Te arriesgas a que no te den una carta de recomendación cuando la solicites. Por eso las cartas de recomendación me parecen muy arbitrarias. Cuando solicitas un nuevo empleo, es común que te pidan una. El problema es que si a tu jefe anterior no le caíste bien o no le agradó algo que hiciste, no va a hablar bien de ti. Porque para esas cosas sí que tienen buena memoria. No importa que tu desempeño haya sido bueno. Créanme.

En mi caso, me las he visto negras en los últimos meses, principalmente las últimas semanas. La empresa en la que trabajo es pequeña. Yo me encargo prácticamente de todas las cuestiones administrativas. El sobrino de mi jefe se encargaba de las cuestiones operativas. Pero él renunció hace tiempo y ahora tengo que hacer su trabajo. La verdad no me doy abasto. Ahora encima de hacer mi trabajo, tengo que hacer muchas llamadas telefónicas, contestar más emails, supervisar a más gente, salir de la oficina a hacer otras cosas, en fin. Ah, y trabajar a deshoras, porque tengo que contestar si me hablan aunque esté fuera de la oficina. Es en estos momentos que maldigo la tecnología. Gracias al Internet y los celulares difícilmente estamos ilocalizables. Tengo que partirme en mil pedazos y gestionar mi tiempo magistralmente. Si antes tenía que priorizar actividades, ahora tengo que hacerlo mucho mejor que antes. El estrés está a mil, vivo tensionado y hasta he tenido pesadillas con mi trabajo (aunque no lo crean). He tenido que desempeñar roles que son totalmente opuestos a mi personalidad. Sí he aprendido algunas cosas, no lo voy a negar. Pero cuando me habían entrevistado me habían dicho una cosa y ahora la situación es totalmente diferente. De haber sabido, posiblemente no habría aceptado el empleo. Yo soy una persona de oficina. No me gustan esos empleos en los que uno tiene que andar saliendo y hacer y recibir llamadas a cada rato. No me gusta tener que lidiar con tanta gente, al menos no en la posición en la que me encuentro.




Lo malo de todo es que no ha habido un aumento de sueldo. Todo mundo me ha dicho que lo pida y sí lo he contemplado. Pero para ser honestos, me da un poco de miedo hacerlo. Conozco a mi jefe. Es buena persona, pero tiene un carácter algo difícil. Y ya me sé de memoria lo que me va a decir. Y tampoco puedo cambiarme de trabajo por el momento. Me he visto tentado a hacerlo, pero he aprendido a no ser tan impulsivo. Como esta semana por ejemplo, que tuve roces (más que eso) con una tipa de una empresa con la que estamos trabajando en un proyecto conjunto. Según es jefa de proyectos o algo así (aunque si la ves con un rebozo en una esquina, pasa desapercibida) y toda esta semana se ha dedicado a fastidiarme. Es de esas personas que no desaprovechan la más mínima oportunidad para hacerte ver mal. Copian a medio mundo en los mails para que sean testigos de lo que hiciste. Y todo se debió a unos reportes que le envié. En esos reportes debo incluir datos y fotos sobre la promoción que estamos trabajando. Pero según esta tipa, "mi reporte era deficiente". Así que tuvo a bien enviarme un ejemplo de un "reporte competitivo" para que lo tome como referencia (copiando a medio mundo, claro está). No encuentro las palabras para describir el reporte que recibí. No sé qué entiende esa mujer por competitivo. Todo el meollo del asunto era que quería más fotos. Su reporte no contenía datos y el formato era tan básico que lo puede hacer cualquier niño de primaria. Quería decirle hasta de lo que se iba a morir, pero no debo ponerme al tú por tú. Así que a practicar la tolerancia y diplomacia. Lo que más coraje me da es que todo esto pasa porque nos falta gente, no por incompetencia de parte mía. Yo no puedo con todo. Trato de hacer lo mejor que puedo, pero aún así no es suficiente. Y yo soy el que queda mal, no mi jefe. Y él como que minimiza la situación y me dice que les dé por su lado, pero no se trata de eso.  Quiere abarcar todo, pero aprieta poco por lo mismo. Tenemos 3 proyectos muy demandantes, el cliente quiere una cosa, mi jefe lo hace a su manera y yo soy el que sale perjudicado.




No conforme con todo lo anterior, mi jefe (también dueño de la empresa) quiere abrir un negocio totalmente diferente a nuestro giro. No pudo haber escogido peor momento. Si tuviéramos más gente, no diría nada. Pero éste no es el caso. A mí me toca todo el paquete y las horas no son suficientes. Aunado a esto, ya me dijo que tendré que trabajar en fines de semana por lo cual tendremos que modificar mi horario. Además, tendré que trabajar más en campo, lo cual ya dije anteriormente, me desagrada bastante. Entiendo que los cambios son parte normal de cualquier empresa, pero esto es muy radical. Tengo que desempeñar funciones para las cuales no fui contratado y que no van conmigo. 

Por lo pronto, tengo que "hacer de tripas, corazón" y dar mi mejor esfuerzo. Hay muchas cosas desagradables, sobre todo personas con las que tengo que lidiar, pero es inevitable. Y ustedes, ¿cuáles han sido sus experiencias? Au revoir!

domingo, 4 de junio de 2017

Crónica de un viaje relámpago

Es irónico que dos ciudades estén tan cerca y tan lejos a la vez. En este caso me refiero a Houston y Monterrey. Aprovechando que el pasado fin de semana fue puente en EE.UU., fui a Monterrey como acostumbro hacerlo cada que tengo oportunidad. Solía viajar en autobús, pero la verdad es que es muy cansado y ya no lo aguanto. Ahora prefiero hacerlo en avión. Es un poco más caro, pero realmente no es mucha la diferencia considerando que los pasajes de los autobuses han aumentado bastante en los últimos años. Y obviamente el factor tiempo también entra aquí. En cuanto a vuelos, la opción más económica es VivaAerobus, muy a mi pesar. Aunque ya ven que dicen que lo barato sale caro. 




Bueno, pues les cuento que esperaba este viaje con mucha expectativa. La última vez que había ido era en enero de este año. Antes iba más frecuentemente, pero ya no puedo hacerlo tanto como quisiera porque me faltan tiempo y dinero. Además, recuerden que aquí en EE.UU. no hay tantos puentes y las vacaciones no son obligatorias por ley. Estamos a merced de nuestras empresas. Debo confesar que me dan un poco de envidia mis amigos de Monterrey, ya que ellos llevan 4 puentes en lo que va del año y yo apenas 1. ¿Quién me manda, verdad?

Viernes. Mi vuelo estaba programado a las 9:20 p.m. Siempre procuro llegar con 2 horas de anticipación cuando es un vuelo internacional. Así que tomé mi tiempo. Pedí la salida de mi trabajo media hora más temprano, pasé a mi casa por mi equipaje, cené algo para aguantar y me fui. Últimamente dejo mi carro en el estacionamiento del aeropuerto y tomo el camioncito que te lleva a la terminal. Posteriormente, llegué al mostrador de Viva. Ya había fila, eran como 10 personas delante de mí. Me dieron mi boleto y documenté mi equipaje. Luego me dirigí al área de revisión donde se encuentra el nunca bien ponderado TSA. Como era de esperarse, la fila era larga. Siempre es así cuando hay puente. Y los agentes del TSA no se caracterizan precisamente por su rapidez. Afortunamente no hubo contratiempos. Lo único molesto fue fletarme 1 hora en la fila, pero qué remedio. Después me dirigí a la sala de espera. Después de un rato, se acercan al mostrador dos empleadas de la aerolínea. Supuse que iban a comenzar el abordaje, pero ¡oh, sorpresa! ¡Habían sobrevendido el vuelo! Supuestamente, tuvieron que cambiar de avión de último minuto y este otro tenía menos capacidad. Por lo cual solicitaban 5 voluntarios que quisieran cambiar su itinerario. Obviamente, nadie se ofreció. El personal de la aerolínea dijo que no podíamos comenzar a abordar si no se ofrecían los 5 voluntarios. Incluso dijeron que se podía cancelar el vuelo. La gente se comenzó a molestar y desesperar. Estuvimos más de 1 hora estire y afloja. Y es que esta gente de Viva de veras que es tacaña. No ofrecían ninguna compensación ni nada, solamente cambiarte el vuelo a otro día. Ofrecían cambiar para el vuelo del domingo, pero la mayoría teníamos que regresarnos el lunes para trabajar el martes. Total, después de 1 hora anunciaron que como nadie se ofreció de voluntario, iban a seleccionar a las últimas 5 personas que se habían registrado. Comenzamos a abordar y despegamos casi 2 horas después de lo previsto. Ya sabía yo que Viva tenía fama de retrasar los vuelos y también sabía que esto de la sobreventa es algo común en todas las aerolíneas, pero nunca me había pasado. Me parece abominable esta práctica, pero las aerolíneas lo hacen porque la ley se los permite. Hablaré sobre este tema en una publicación futura.

Llegué a Monterrey y tuve que tomar un camión que te lleva de la terminal C a la A. Luego me dirigí al área de migración. La fila para mexicanos era mucho más larga que otras veces. Por lo regular cuando viajo, la fila de extranjeros es más larga que la de mexicanos, pero esta vez no fue así. En fin, llego con el agente, me hace un par de preguntas y me deja pasar. Ahora a recoger el equipaje. Afortunadamente, esta vez mi maleta no se tardó mucho. Casi siempre soy de los últimos. Tengo esa maldita suerte. Bueno, pues recogí mi maleta y ahora a pasar por la aduana. Me tocó luz verde, así que pasé sin dificultad. A la salida me estaba esperando mi amiga. Ya estaba toda desesperada jeje. Pero ya le había avisado por Whatsapp que estaba teniendo problemas y que iba a llegar tarde.




Sábado. Después de dormir por unas horas, me levanté descansado y listo para comenzar el día. Había decidido previamente que me trasladaría en transporte público solamente (ando en situación austera). Lo primero que tenía que hacer era recoger una credencial. Me fui a la avenida a esperar el camión. El maldito se tardó más de media hora. Pasaron varios camiones y taxis, pero el camión que yo esperaba nomás no. Finalmente pasó el camión y me subí. Llegué a mi destino y afortunadamente no me tardé mucho. Ahora a mi cita con la doctora. Ya hace tiempo que quería consultar con la otorrinolaringóloga que me había atendido antes, porque recuerden que el sistema de salud aquí en EE.UU. es algo deficiente y caro. Salí de la consulta y me fui a la farmacia a surtir la receta. En el camino me encontré a un excompañero de la universidad que estoy casi seguro que me vio pero se hizo el indiferente, por lo que yo hice lo mismo. Surtí mi receta y a esperar otro camión. Ahora a la estética. Me gusta cortarme el cabello en Monterrey porque acá simple y sencillamente no he encontrado a alguien que me satisfaga. Hasta ese momento no había comido nada por lo cual moría de hambre. Fui a una fondita que está al lado de la estética. Venden comida riquísima. Después de comer, me regresé a la casa en camión. En el camino llegué a comprar un galón de agua porque no teníamos en la casa.

El calor estuvo insufrible. Desde la mañana se sentía un bochorno espantoso, sentía que me sofocaba. A pesar de que el termómetro registraba 35 grados, yo creía que estábamos a 40. Apenas sales de bañarte y ya estás sudando. Pff. Ya me había bañado en la mañana, pero regresé todo acalorado a la casa. Me bañé otra vez y me encerré en mi cuarto con el minisplit. Solamente lo prendo por un rato porque aquí la electricidad es muy cara. Había hecho planes de ir a cenar con unas amigas. En esta ocasión de plano descarté ir en camión. Le llamé a un Uber y me fui. Llegúe al punto de encuentro y ya estaban ahí mis amigas. Siempre es un gusto verlas, desde que las conocí en la universidad. Comimos muy rico, nos tomamos unos coctelitos y platicamos muy a gusto. Muy ricas las alitas de Las aliadas, se las recomiendo. Después fuimos a Beer for us donde tienen gran variedad de cervezas y vinos internacionales. Probé una cerveza belga y me gustó mucho. Y para rematar fuimos a Mille Délices a comer unos ricos postres. Aunque llegamos casi para cerrar y ya nos andaban corriendo jaja.

Domingo. Me levanté temprano porque tenía mi conversación semanal en francés con un amigo en Skype. Después almorcé unas gorditas que habían llevado el día anterior. Se habían comido todas las de picadillo y solamente me dejaron de deshebrada. Ni modo. Estuvimos mi familia y yo matando el tiempo en la casa y nos fuimos a comer unos mariscos. Siempre aprovechamos para hacerlo cuando vamos a Monterrey. Para esto ya había hecho planes con una amiga para ir a la Cineteca. Llegué un poco tarde (el tránsito), pero alcanzamos a ver 2 películas muy padres (aunque la segunda nos dejó un poco pensativos). Como ese día el equipo local jugaba la final, el parque donde se encuentra la Cineteca estaba solo, como casi nunca lo había visto. Estuvo bien. Después fuimos a cenar a un restaurante muy bonito que se llama El lingote y la comida estuvo muy rica. Ah, ¡pero la plática estuvo mejor! Platicamos de tantas cosas y el tiempo se pasó rapidísimo. Me encanta platicar con esta amiga porque compartimos inquietudes y gustos. Podemos hablar de cine, literatura, teatro, en fin. Casi no conozco a nadie con quien pueda platicar de estas cosas. Lamentablemente se nos acabó el tiempo y nos tuvimos que despedir.

Lunes, último día. Hora de regresar. La mañana se me fue rapidísimo. Entre vueltas de último minuto se me hizo mediodía. Ordené comida a domicilio y la verdad no me gustó mucho. Hice mi maleta, me metí a bañar y le hablé a un Uber para ir al aeropuerto. Al llegar al mostrador de Viva vi la larga fila que me esperaba. Nunca hay tanta gente cuando voy, pero supongo que ahora la gente sí quiso llegar temprano por eso de la sobreventa. Total, me dieron mi boleto, documenté mi equipaje, pasé por revisión y me dirigí a la sala de espera. Abordamos a tiempo y llegamos a Houston. De regreso a la triste realidad. A dormir porque hay que trabajar al día siguiente.




Cada vez que voy a Monterrey me invade la nostalgia. Me da tristeza llegar a la casa y darme cuenta de que mi abuelita ya no está ahí. Se me vienen los recuerdos de la infancia y adolescencia. Recuerdo a mis primos y a mis amigos. Es como si el tiempo se hubiera detenido, como si sólo hubiera despertado de un sueño. Pero no. Han pasado muchos años y ya no soy el mismo. No sé si soy mejor o peor. Sólo sé que me esfuerzo cada día por sobrevivir en este mundo cruel. Espero poder regresar un día a la tierra que me vio nacer. Mientras tanto, esperaré con ansias cada puente, cada oportunidad para ir. No tengo más opción por el momento.