Buscar este blog

domingo, 7 de mayo de 2017

Atado de pies y manos

A veces en la vida hay situaciones en las que uno tiene que aguantarse. No tienes más opciones o tal vez no es el momento de actuar. Da coraje, te sientes impotente, sientes que te encuentras en un laberinto sin salida, no ves la luz al final del túnel. Oyes voces a tu alrededor, te animas de ratos y de ratos te desanimas, te irritas, lloras, sufres, te ahogas. El mundo parece venirse encima de ti, sientes que la carga sobre tu espalda se vuelve cada vez más pesada, te hundes cada vez más y parece no haber escapatoria. Gritas, pero nadie oye. Pides ayuda, pero todo el mundo cierra sus oídos. Te invade la desesperanza, el miedo se apodera de ti, todo parece tan irreal. Estás rodeado de gente, pero estás solo a la vez. Dependes de ti mismo, nadie se compadece de ti. Te lamentas, maldices en silencio, deseas la muerte.



Las últimas semanas han sido una montaña rusa para mí. Unas cuantas alegrías, pero más tristezas y amargura que nada. Mi vida podría decirse que es aburrida en su mayor parte, nunca ha habido nada interesante. Probablemente soy más aburrido que la persona promedio. Trabajar, ir a la casa y repetir. Una rutina interminable. Lo ideal sería que trabajara en algo que me gustara, no en algo que me disgusta y que peor aún, me asfixia. Cada día parece ser peor que el anterior. Estrés al mil. Sé que es prácticamente imposible vivir sin estrés, pero no abusen. Me he sentido tan estresado que no he dormido bien y hasta he perdido el apetito.

He tenido que hacer cosas que nunca pensé que iba a hacer. Sé que trabajo es trabajo. "No hay trabajo malo, lo malo es tener que trabajar", como decía Don Ramón. No voy a discutir las cosas que he tenido que hacer, porque no viene al caso y a ustedes no les incumbe, pero confórmense con saber que ha sido un infierno. Tanto que se esfuerza uno por estudiar y superarse, para enfrentarse a un mundo laboral cruel y despiadado.

Además de hacer cosas abominables, mi vida personal se ha visto afectada también. Tanto así que no pude estar en el festejo del cumpleaños de mi abuelita hace dos semanas. He tenido que trabajar horas extras (sin pago extra desde luego) y como consecuencia he llegado tarde a mis clases de francés de los miércoles, lo cual es lo poco que me mantiene cuerdo. Y ya me avisaron que posiblemente mi horario vaya a cambiar e incluso tendría que trabajar en fines de semana. ¿Por qué me castigas así, Dios?

Lo peor de todo es que no puedo hacer nada por el momento. Muy a mi pesar tengo que cerrar la boca y abstenerme de gritar improperios al por mayor. No me puedo dar el lujo de que me despidan. Me podrían afectar en mi futuro. Lo cual se me hace muy injusto. Ya escribiré sobre eso en otra publicación. Tengo tantas cosas en la cabeza y me he sentido tan aturdido que no he podido pensar con claridad. Siento que solamente le he estado dando vuelta a las cosas. Me siento en un profundo estupor.




A veces prefiero no pensar. En mis momentos de soledad, me invaden pensamientos indeseables, es algo que no puedo evitar. Así como no puedo evitar comparar mi vida con los demás. Recuerdo con nostalgia mi paso por la universidad. Tantos planes que tenía antes de entrar. Qué iluso, qué estúpido. ¡Si tan sólo hubiera sabido lo que me esperaba después!

Alucino los lunes. Los fines de semana vuelan, no son suficientes. El reloj parece detenerse cuando estoy en la oficina, pero tan pronto llego a mi casa, Cronos se pone a jugar con él. Quisiera gritar, romper todo a mi alrededor y hacer tantas otras cosas que no escribo aquí porque el Gran Hermano nos está observando.

Lo único que me mantiene vivo es la esperanza de que todo cambiará. Obviamente, no puedo esperar a que todo me caiga del cielo, tengo que hacer lo que me corresponde. Por lo pronto, mañana a trabajar otra vez. ¡Qué remedio!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario