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domingo, 4 de octubre de 2015

Lo que callamos los Godínez

¡Hola, amigos de El Silencio! ¿Cómo han estado? Yo he estado más ocupado que nunca, hasta abrumado diría. Trato de aprovechar el poco tiempo libre del que dispongo, pero nunca es suficiente. Aunque ya no es novedad. Qué remedio...

Quiero aprovechar esta oportunidad para expresar mi descontento e insatisfacción con la situación laboral por la que atravesamos. Y es que todo es realmente nefasto, desde los requisitos de contratación hasta las condiciones en las que uno desempeña su trabajo. Tal parece que los dueños de las grandes corporaciones y hasta los pequeños empresarios se pusieron de acuerdo para arruinarnos la existencia. Siempre o casi siempre, los beneficiados son ellos y nosotros pagamos los platos rotos en aras del crecimiento del negocio. Nada es gratis, todo implica un sacrificio, pero me parece injusto que nosotros seamos los que tengamos que sufrir las consecuencias.




De entrada, cuando estás en búsqueda de empleo, tienes que comenzar el vía crucis que implica el detestable proceso de contratación. Los requisitos de contratación son cada vez más inverosímiles. Ya en todos lados te exigen que sepas inglés, incluso me ha tocado ver que hay empresas que te exigen un tercer idioma. Debes ser titulado o pasante aunque busques un empleo de cajero en un banco, ¡háganme el favor! Debes saber manejar no sé cuántos programas, tener flexibilidad de horario, no tener antecedentes penales (hasta cierto punto injusto, en mi opinión), no tener tatuajes, a veces hasta quieren que seas casado (¡qué demonios les importa!), que tengas experiencia de no sé cuántos años (¿y si soy recién egresado?), cartas de recomendación, que no tengas cuentas pendientes con Conciliación y Arbitraje, que vivas en un área determinada y la lista sigue y sigue.



Envías tu currículum a diestra y siniestra, esperando a recibir una llamada o correo electrónico (porque con eso de que ya todo es por Internet ya no es como antes que te presentabas a las instalaciones de la empresa a pedir una oportunidad), invitándote a una entrevista. Cuando por fin logras concertar una entrevista, nace la esperanza de conseguir el empleo. Acudes a la entrevista lo más presentable posible y con una sonrisa en tu rostro, con currículum en mano, sólo para que te digan que te sientes y esperes tu turno. Te citaron a las 8 a.m. pero te pasan hasta las 8:30 o 9, pero no pasa nada porque son ellos los incumplidos. Pero si uno se retrasa aunque sea por unos minutos, automáticamente te descartan porque eres un irresponsable, no tienes compromiso, en fin...Sí te entrevistan, pero todas las probabilidades están en tu contra. A ellos no les importa si tuviste algún contratiempo; llegaste tarde, punto. Injusticia de la primera impresión.
Ahora bien, independientemente de si llegaste a tiempo o no a la entrevista, tienes que lidiar con una serie de preguntas (algunas verdaderamente estúpidas). Es aquí donde uno tiene que ser inteligente. Tienes que decirles lo que ellos quieren oír. Por ejemplo, cuando te preguntas si tienes disponibilidad de horario para trabajar los fines de semana o días festivos, les dices que sí (aunque te repugne la idea y te veas tentado a ser sincero y contestar que no). De lo contrario, verás menguadas tus posibilidades de ser contratado. Termina la entrevista y te dicen que te llamarán, lo cual muchas veces es mentira, sólo es una manera de decir gracias por participar.




Si obtuviste el empleo, ¡felicidades! (creo). Muy probablemente tuviste que acudir a una segunda entrevista y hacerte exámenes médicos, pero afortunadamente todo eso ya quedó atrás. Ahora tienes que acostumbrarte a tu nueva vida. Levantarte a las 6 a.m. o más temprano para arreglarte, desayunar y transportarte a tu lugar de trabajo. Ruégale a Dios que no haya un accidente en tu camino o alguna desviación por remodelación. Por lo cual nunca es recomendable salir de tu casa con el tiempo justo, siempre debes tomar más tiempo. El tráfico, la lluvia, las desviaciones pueden provocar que llegues tarde a la oficina y tu jefe no va a estar para nada contento.




Ahora que eres oficialmente un Godínez, mentalízate que eres un esclavo más del sistema. Acostúmbrate a tomar café todas las mañanas porque lo vas a necesitar. Hazte a la idea de que vas a estar encerrado en una oficina por lo menos unas 9 horas del día, muy posiblemente más si es cierre de mes, hay junta de última hora o sucede algo más, lo cual no es de extrañarse.

Me parece sumamente injusto que siempre esperen que llegues a una hora específica, pero que no haya hora de salida. Si tienes pendientes, no te puedes ir hasta terminarlos (¿acaso no entienden que el trabajo nunca se termina y por eso uno prioriza?) Y como eres "empleado de confianza" no aplica el concepto de tiempo extra para ti, así que friégate. Si es necesario, te quedas hasta avanzada la noche o vienes el fin de semana. Olvídate de salir con la novia o los amigos. Le perteneces a la empresa para la que trabajas. 




Aumentan tus responsabilidades, pero no así tu pago. Hacen recortes de personal y el trabajo que antes hacían 10 personas, ahora lo hacen 5 (tú incluído). Ya no hay presupuesto, así que hay que sacrificarse. Agradécele a tu dueño que tienes empleo.

Si por alguna razón tienes que pedir permiso de faltar o llegar tarde o salir temprano, tienes que reponer ese tiempo. Y aquí los jefes no tienen mala memoria. Se la pasan recordándote los favores que te hacen y te los cobran con creces. "Me perteneces, no lo olvides".

Llega un punto en el que sientes que ya no puedes más, pero debes aguantarte porque no quieres que en el futuro que busques otro empleo, tu exjefe dé una mala referencia tuya. Lo digo por experiencia. No importa lo bien que te hayas desempeñado en tu puesto, por un detallito insignificante, no dudarán en hablar mal de ti cuando les pidan una referencia tuya. Recuerdo que un exjefe tuvo el cinismo de decirme que cuando le preguntaron por mí, él dijo que no me recomendaba. Y todo porque poco antes de salirme de esa empresa, tuve una discusión con él en la que nunca le falté al respeto, pero bueno...Por eso me parece injusto que tomen como verdad absoluta los comentarios de exjefes. Son muy subjetivos y muchas veces falsos.




Requisitos de contratación risibles, sueldos paupérrimos, condiciones laborales pésimas, horarios incomprensibles son tan sólo unas de las muchas cosas a las que todos los que trabajamos o buscamos trabajo nos enfrentamos día a día. Porque para variar, el gobierno está coludido con el gremio empresarial y los demás mortales la llevamos siempre de perder. Creo que ha llegado la hora de dejar de callar y alzar la voz. Mientras tanto, estamos a merced de lo que dispongan nuestros dueños.

¿Y ustedes qué opinan? Au revoir!


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