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domingo, 28 de octubre de 2018

La maldición del trabajo

Recuerdo que hace algunos años estábamos en una reunión familiar y salió a colación el tema del trabajo. Una tía dijo que el trabajo era una maldición. Todos nos atacamos de la risa por el comentario hasta que mi tío, su esposo, le preguntó que cómo era posible que hubiera dicho eso. Después ella rectificó y dijo que no era lo que había querido decir, que más bien no se supo expresar. Independientemente de si haya sido verdadera su primera intención o no, no puedo más que estar de acuerdo con lo que dijo mi tía en un principio. El trabajo es una maldición. La misma Biblia lo dice o, por lo menos, lo da a entender. 

Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado. Porque polvo eres y al polvo volverás.
                                                                                  Génesis 3:19




Por donde lo vean, esto se trata de una maldición. Cualquier persona con un mínimo de sentido común se podrá dar cuenta de que para nada se trata de una bendición. El trabajo se le impuso a la humanidad como un castigo, un suplicio, una tortura. Trabajar todos los días de nuestra vida hasta envejecer o morir, porque ya con la situación actual ni siquiera los viejitos se pueden dar el lujo de descansar. El trabajo es una carga que debemos llevar sobre nuestras espaldas, es algo que nos pesa, que nos es tedioso; una obligación, no una elección. Aunque suene redundante, trabajar cuesta trabajo e implica un gran sacrificio. Tener que levantarse temprano todos los días, aguantar el tráfico de las horas pico, soportar jefes estúpidos que se la pasan dándote órdenes, pasar 8 horas o más en la oficina haciendo tareas que no te gustan, estar sometido a un estrés constante y demás cosas relacionadas con el trabajo no son precisamente la manera en que uno visualizaba su vida cuando niño. La desilusión es muy grande. Cuando te das cuenta de que tendrás que trabajar siempre de ahora en adelante, te quieres morir; es para desanimar a cualquiera. No eres dueño de tu tiempo, no puedes disponer de él libremente. Siempre tienes que estar a expensas de lo que te digan en tu trabajo para poder hacer planes en tu vida personal. Ves más a tu jefe y compañeros de trabajo que a tu familia o amigos. Te la vives esperando un puente, vacaciones, un día libre: algo que te permita respirar, salir de la rutina, conectarte contigo mismo. Caemos en un círculo vicioso: de la casa al trabajo y del trabajo a la casa. Y así de lunes a viernes cada semana. A veces estamos tan cansados que ya ni hacemos nada el fin de semana. Lo único que queremos hacer es dormir, descansar. El tiempo pasa tan rápido y tan lento a la vez. Nos convertimos en esclavos. No somos seres libres. No podemos tomar nuestras propias decisiones.





Ahora bien, podrá haber gente que diga que a ellos sí les gusta su trabajo. Bien por ellos, no puedo hablar por todos. Pero estoy seguro de que la mayoría de nosotros no está conforme con él. Si bien no todos lo odian, a la mayoría no le gusta. Yo incluido. Cuando sales de la universidad te topas con la triste realidad: desempleo, subempleo, salarios bajos, satisfacción laboral nula, etc. Se te cae la venda de los ojos, se revienta la burbuja en la que vivías. Muchas veces te tienes que conformar con un trabajo mediocre porque no pudiste conseguir más y todo mundo sabe que en la actualidad es muy difícil conseguir trabajo. Si lo sabrán los casados o aquellos que tienen personas que dependen económicamente de ellos. No se pueden dar el lujo de rechazar ofertas laborales. De algo tenemos que vivir. Me recuerda al meme que circula por Internet en el que le preguntan a un postulante por qué necesita el trabajo y él les contesta que tiene una gran pasión por no morirse de hambre. Da risa, pero es verdad. Desconozco el porcentaje de egresados universitarios que estén subempleados pero sé que es muy grande. Y aquellos que trabajan en cosas relacionadas a su carrera habría que ver qué porcentaje se siente satisfecho con su trabajo. Les aseguro que gran parte de ellos no lo está. 




No me gusta trabajar. Lo digo con todas sus letras. El problema es que muchas veces no nos atrevemos a decirlo por el "qué diran". Conozco muy pocas personas que lo han expresado abiertamente. La vida es tan corta y es tan triste malgastarla en el trabajo. Algunos tienen la suerte de tener un trabajo que les gusta o que por lo menos no los hace sentir miserables, pero otros no. En mi vida he tenido de todo: jefes buenos, jefes malos, trabajos buenos (llevaderos) y otros malos. En el actual ya estoy harto de tener que tratar con clientes estúpidos que se creen la gran cosa simplemente porque pagan un servicio. Pero tengo que aguantarme un rato antes de cambiarme para no afectar el maldito CV, otro invento del diablo. Lo único bueno del trabajo, y creo que todos estamos de acuerdo en ello, es el dinero. Porque de algo tenemos que vivir. Porque tenemos que comer, pagar servicios, comprar cosas, etc. Y darse un lujito de vez en cuando. Pero de ahí en fuera, no hay nada bueno. Si acaso se podría agregar la satisfacción en el ámbito profesional, pero son contados los que verdaderamente pueden presumir de ello. Somos muchos los que nos sentimos asfixiados, prisioneros, esclavos. En lo personal, me gustaría viajar, conocer gente, aprender idiomas, escribir, ser libre, no tener que rendirle cuentas a nadie; no me agrada pasármela encerrado en la oficina la gran parte del día. Daría lo que fuera por no tener que trabajar. No me la pasaría de "flojo" en la casa, aunque claro que sería fantástico poder dormir sin la preocupación de tener que madrugar o de poder tomar una siesta en el día. Hakuna matata. Hay que decir las cosas como son. Si no te gusta el trabajo, no tiene nada de malo, es normal. Eres igual que el 90 % de la gente, solamente que una gran parte de ella no se atreve a reconocerlo. Obviamente no se lo vas a decir a un reclutador porque si lo haces no te van a contratar ¡ja, ja, ja!, pero con la demás gente puedes hacerlo sin problema. 



Ahorita por ejemplo, es domingo en la tarde y ya estoy empezando a estresarme. Me pasa todos los domingos sin falta. Y el lunes es el acabóse. Es el día en que peor me siento. Mil pendientes por resolver entre correos y llamadas. De martes a viernes es variable, pero el estrés es una constante. Tendría uno que ser masoquista para que le guste algo así; yo no lo soy. Esto no es vida. Nos dejamos absorber por el trabajo, estropeamos relaciones, perdemos tiempo que no recuperaremos nunca. Olvidamos que antes que empleados, somos personas. Personas con necesidades, con deseos, con sueños. Pensamos que después habrá tiempo para hacer esto o aquello, pero solamente lo hacemos para engañarnos. Porque queremos escapar a la realidad. No queremos aceptar que no somos dueños de nada, ni siquiera de nuestro tiempo. 

Quiero ser feliz y la felicidad, al menos la mía, no está en el trabajo. De hecho el trabajo me impide ser feliz. Pero no puedo darme el lujo de no trabajar. No soy un rico heredero de un emporio. Igual que millones de personas en el mundo, tengo que ganarme el pan con el sudor de la frente. ¿Qué le vamos a hacer?

P. D. Eso de cambiar tu actitud no funciona, al menos no para todos. Se los digo por experiencia. No es cuestión de actitud, simplemente es y ya. No sé si será un don que los demás tienen, pero en todo caso yo no lo tengo. Me he esforzado hasta el cansancio en cambiar mi actitud referente al trabajo y no he logrado nada. 


domingo, 21 de octubre de 2018

En la era de la inclusión

El racismo y la discriminación han existido desde siempre, no son algo nuevo. Ya sea por el color de piel, rasgos físicos, sexo, religión, nacionalidad, ideologías o cualquier otra cosa, todos hemos sido discriminados en algún punto de nuestras vidas en mayor o menor grado. En pleno siglo XXI, son cosas que no se han podido erradicar. Los estereotipos siguen siendo lugares comunes. En los estadios de futbol no es raro que se burlen de los jugadores de raza negra y que los equiparen a los monos. De igual manera sigue siendo común que les hagan bullying a los gorditos en la escuela y en la calle y los comentarios despectivos y bromas de mal gusto abundan al por mayor. Los homosexuales y demás miembros de la comunidad LGBT también son víctimas frecuentes de ataques despiadados. Los inmigrantes también sufren desprecios en lugares como EE. UU. y Europa (ojo: sucede en todas partes del mundo, pero nombro estos lugares porque sus índices de inmigración son muy elevados comparados con otros lugares). Y la lista es interminable. 

Sin embargo, me da la impresión de que hay gente que le busca tres pies al gato con toda la intención. Recuerdo que hace algunos años en EE. UU. salió una noticia de una joven musulmana que estaba demandando a una marca de ropa por discriminación laboral. No recuerdo a ciencia cierta si se trataba de Aeropostale, Abercrombie o alguna de esas marcas similares, pero el caso es que ella alegaba que no la contrataron porque era musulmana y se vestía de manera muy conservadora, además de no encajar con el perfil. Según ella, solamente contrataban gente blanca y de buen cuerpo. Ahora, yo me pregunto: ¿acaso no sabía ella de antemano cómo estaba la cosa ahí? Porque si fue así, no sé a qué le tiraba al momento de postularse. Es como si yo quisiera trabajar de modelo de ropa interior o de pasarela. No necesito que nadie me diga que no encajo en el perfil. Yo mismo sé que es así y mejor me ahorro vergüenzas. A menos que quiera sacar ventaja de la situación y demandar a la empresa alegando que me discriminaron y que por eso no me contrataron. No sé en qué acabó lo de la mujer en cuestión, pero sí generó mucha controversia en ese tiempo. Había gente que la apoyaba y otra que lógicamente no. Estoy de acuerdo en que la apariencia no es lo más importante...en la mayoría de los casos. Pero es innegable que la imagen es un factor muy importante para las modelos, edecanes, etc. En el caso de la marca arriba mencionada, si ya sabes cuál es su mercado y la imagen que manejan, para qué fregados te quieres meter ahí si no eres el tipo. Que alguien me explique por favor.





En el caso particular del racismo, me he dado a la tarea de buscar en internet información al respecto. Es cierto que la raza negra sigue siendo discriminada en la actualidad. Pero también es cierto que cuentan con muchos otros privilegios. Me da la impresión de que muchas veces ellos se siguen victimizando y que los demás tienen consideraciones especiales con ellos para compensarlos de alguna manera. Si alguno de ustedes vive en EE. UU. podrá entender a qué me refiero. No es lo mismo ver las cosas desde fuera a vivirlas todos los días. Este tema en particular es muy delicado y existen muchas opiniones al respecto. Pero lo que sí es cierto es que si existiera una liga para gente blanca exclusivamente, ya fuera de algún deporte, religión o lo que mejor les parezca, dicha liga sería tachada de racista. Pero no así con las ligas y asociaciones de negros. Porque existen. Pero nadie parece tener algún problema con ellas a pesar de que tales asociaciones están compuestas solamente por gente de raza negra, es decir, son excluyentes. ¿Entienden mi punto? Parece existir un doble estándar al respecto. 





Cuando hablamos de discriminación, uno de los primeros grupos que se nos vienen a la mente son las mujeres. La discriminación contra ellas existe, es innegable. A los hombres, en cambio, siempre se les ve como victimarios y no como víctimas. Es una realidad que no es muy conocida. Siempre en casos de violación o acoso sexual, los hombres la llevan de perder. Muchas veces se trata simplemente de la palabra de una mujer contra la de un hombre, pero tal parece que la palabra de la primera tiene más peso, más credibilidad. Lo mismo sucede en los casos de peleas por custodias de los hijos, pensiones alimenticias, etc. En los divorcios casi siempre los hombres son los que quedan mal parados. Hay muchos casos en los que las leyes favorecen a las mujeres. La edad de jubilación para los hombres, por ejemplo, es más alta a pesar de que su esperanza de vida es menor que la de las mujeres. En muchos países los hombres tienen que registrarse en el servicio militar e incluso en algunos es obligatorio servir en el ejército por un tiempo. Muchos trabajos como cajeros, sobrecargos, asistentes, etc. están reservados para las mujeres o no es bien visto que los hombres trabajen en ellos. Y qué decir del estigma con el que tienen que cargar los hombres homosexuales a diferencia de sus contrapartes femeninas. Ojo: con todo lo anterior mi intención no es invisibilizar el problema de la discriminación contra la mujer. Es un problema y serio. Creo que tanto hombres como mujeres tienen derecho a las mismas condiciones en el trabajo y en la sociedad en general. Pero tampoco podemos cerrar los ojos ante una realidad que nos afecta a todos.





La discriminación contra la comunidad LGBT es un tema que siempre debe tratarse con pinzas porque suelen herirse muchas susceptibilidades. El día de hoy quiero hacer mención del tan sonado caso de Ángela Ponce o Miss España 2018, quien concursará en Miss Universo este año. El caso ha causado mucha conmoción porque se trata de la primera vez en la historia que habrá una mujer transgénero en el concurso de Miss Universo. Hay muchas personas a favor y en contra de ello. Dejando de lado la cuestión de si un concurso de tal naturaleza debería existir o no, aquí la cuestión es de que se está desvirtuando la finalidad del mismo. Es un caso semejante al de la joven musulmana mencionado arriba. Hay cosas que no se deberían tocar. Me parece fuera de lugar querer cambiarlo todo simplemente porque no va con mi ideología. Les aseguro que si existiera un concurso de Miss Trans, por citar un ejemplo, no serían aceptados hombres o mujeres heterosexuales. Nada más lo que es. Una cosa es que una persona haya nacido hombre y se sienta mujer o viceversa, pero otra muy distinta es querer transgredir los estatutos establecidos de un concurso. También hay competencias para hombres por si no lo sabían. Tenemos a Mister World, aunque este no tiene tanta promoción como Miss Universo. Aquí el problema es que siempre quieren meterse hasta en la sopa. Si al rato sale un concurso de Miss Universo para Mujeres Nacidas Mujeres, se van a querer infiltrar de todas maneras y van a alegar que es un concurso discriminatorio y no sé que más. ¿Por qué ese afán de siempre querer meterse? Aquí sí estoy totalmente de acuerdo con Miss Colombia. Aunque tuvo que retractarse después de sus comentarios porque le tupieron, pero lo que dijo es verdad. Y no, no soy homofóbico ni nada que se le parezca, pero no por eso tengo que estar de acuerdo con todo lo que hace la comunidad LGBT. Espero no estarme metiendo en camisa de once varas por lo que estoy escribiendo.  Espero ahondar en el tema en otra publicación. 





Queda mucho por hacer referente a la discriminación. Pero de entrada creo que deberíamos ahorrarnos molestias innecesarias. No se trata simplemente de rebelarse contra el sistema porque sí, sino de hacerlo por verdaderas injusticias, por cosas que valgan la pena. Todo lo demás son fantochadas. 

domingo, 14 de octubre de 2018

Lo que no te mata, te da cáncer...u otra enfermedad

En los últimos años ha habido muchos avances en el campo de la salud. La esperanza de vida se ha alargado drásticamente. Se ha encontrado la cura para muchas enfermedades o por lo menos se ha encontrado la manera de controlarlas. Pero la ciencia no ha logrado erradicar las enfermedades por completo. De hecho han salido muchas nuevas o, más bien, se han incrementado los índices de algunas enfermedades. Todos conocemos a alguien que tiene diabetes o hipertensión, por citar un ejemplo. No solamente hablamos de gente de la tercera edad sino incluso de adultos jóvenes o niños. En pleno siglo XXI y con tantos avances médicos, estas enfermedades proliferan al por mayor. Los expertos lo atribuyen a facores como: la mala alimentación, el no dormir bien, el estrés, la falta de ejercicio, etc. Y es que en la actualidad el ritmo de vida es excesivamente acelerado. Los salarios en general son bajos, lo cual impide que la gente pueda alimentarse saludablemente ya que los alimentos saludables son caros. Eso sin contar que en la actualidad ya casi nada es natural, todo tiene químicos y los que se supone que no tienen nada (los orgánicos) están carísimos y no duran nada. Otro factor a considerar son las condiciones de trabajo actuales. La globalización nos ha traído cosas buenas y malas, entre estas últimas nos ha traído el estrés. La denominada enfermedad del siglo XXI nos afecta a todos de mil y una maneras. No es raro que la gente sufra de migrañas u otros malestares ocasionados por el estrés. Nuestra salud se ha visto comprometida por todas las cosas con las que tenemos que lidiar en el trabajo. En el afán de ser competitivas, las empresas presionan a sus empleados para que rindan más, muchas veces sin importar las consecuencias. No siempre se respetan los horarios de trabajo (si es que existen) e incluso a veces tienes que estar disponible por teléfono o correo electrónico aunque estés en tu casa o de vacaciones. La línea que divide la vida laboral de la privada cada vez es más fina. Todo ello en perjuicio de nuestra salud física y mental.





En lo personal, me cuesta mucho llevar un estilo de vida saludable. La alimentación es un factor muy importante para tener una buena salud. Pero seamos honestos, es muy difícil comer de manera saludable. Te aburres de siempre comer cosas insípidas, sin grasa, de leer etiquetas, de cuadrar macros, de medir porciones, de evitar ciertos alimentos, en fin. Ya me sé todo ese choro de que no debes hacer dietas sino cambiar tus hábitos alimenticios para que sea sostenible. Lo he intentado y no me ha funcionado. Sé que no soy el único. Igualmente con el ejercicio. La verdad no sé cómo le hace toda esa gente que va al gimnasio saliendo de la oficina. Me cuesta trabajo como no tienen idea. Salgo de la oficina todo estresado y lo que menos quiero es ir a un lugar apestoso a sudor, pelearme con gente por utilizar los aparatos y todo lo demás que conlleva ir al gimnasio. Odio ir al gimnasio, para mí es un verdadero suplicio. Pero de los males el menor. Si quisiera ir en la mañana me tendría que levantar a las 4. No, gracias. En cuanto al sueño, ahí sí me declaro culpable. Tengo la mala costumbre de desvelarme. Rara vez duermo 8 horas diarias. Me he hecho el propósito de acostarme temprano, pero simple y sencillamente no lo he conseguido. Seguiré intentándolo.





Lo del estrés, eso sí es inevitable para mí. No hay poder humano que me ayude a evitarlo. Dicen que uno debe relajarse, que no debe permitir que el estrés influya en tu vida personal de manera negativa. Suena muy bonito, pero no es fácil, al menos para mí no. Por ejemplo, ahorita al momento de escribir esta entrada, siento un dolor espantoso en los hombros provocado por estrés. De solamente pensar en que mañana tendré que lidiar otra vez con clientes necios, ya me estresé. No lo puedo evitar, es algo natural en mí. Lo malo es que está sensación es más fuerte los domingos en la noche. 

Regresando al tema de la alimentación, los obstáculos son mayúsculos. Que no debemos comer mucha carne roja (aunque sea magra) por el sodio, el ácido úrico y el riesgo de desarrollar cáncer. Igualmente con los embutidos. Ah, y que la carne no la debemos comer bien cocida porque nos puede provocar cáncer. Que beber líquidos muy calientes también provoca cáncer. Que el pollo y pescado deben ser naturales, no de criadero. Que no debemos consumir mucho atún porque tiene altos índices de mercurio. Y de un tipo de cáncer u otro, podemos mencionar supuestos causantes como: los refrescos, la leche, el pan blanco, la pasta, el azúcar refinado, los aceites vegetales, las palomitas de microondas, las papas de bolsa, las papas fritas, los cacahuates, la harina blanca y la lista sigue y sigue. O sea que por donde la veas, estamos fritos. De eso se pescan los veganos para decir que no debemos comer nada de origen animal. Pero de igual forma casi todo lo que compramos en el supermercado está procesado. Tendríamos que tener un huerto en nuestras casas para cultivar nuestras propias frutas y verduras, lo cual no es muy viable. 





El cáncer parece ser la enfermedad de moda. Todos conocemos a alguien que lo padeció o padece. Cáncer de colon, de próstata, de pulmón, de mama, de estómago, de riñón, de páncreas, de piel, leucemia...la lista es interminable. Hasta las cosas más inimaginables pueden provocar cáncer. Ya todos sabíamos que el fumar es causa de cáncer, pero ahora resulta que cosas tan comunes como el wifi pueden ser agentes. Pueden ver la lista completa de la OMS aquí: https://www.abc.es.





Y no hay que olvidar las enfermedades cardiovasculares, renales, respiratorias, la diabetes, etc. Todo influye en nuestra salud de una u otra forma. La alimentación, la actividad física, la contaminación, el tráfico, el estrés, la exposición al sol, el ruido, en fin. Tal pareciera que deberíamos vivir encerrados en una cajita de cristal que nos protegiera de todo. La verdad es que con tantas cosas que dicen se sugestiona uno. Ya no puedes hacer nada a gusto porque piensas en lo que podría pasar. Dicen que las enfermedades se pueden prevenir, pero, aunque suene exagerado, en ese afán de cuidarse tanto para conservar la buena salud, no se puede disfrutar de la vida a plenitud. Al menos eso pienso yo. Es cierto que no es vida tener que tomar pastillas todos los días para tratar una enfermedad, pero tampoco lo es el tener que restringirse y limitarse de las cosas que nos ofrece la vida. 

A veces me pongo a pensar en qué tan ciertas serán las cosas que dicen sobre las enfermedades. Dicen que ya encontraron la cura para el sida, pero que no lo han revelado porque se les acabaría el negocio a las farmacéuticas. La verdad no suena nada descabellado. Me pregunto si sucederá lo mismo con las demás enfermedades como el cáncer. Ya no sé que pensar. Por lo pronto, muy a mi pesar, tendré que seguir cargando con esta cruz de la dieta y el ejercicio. Igualmente tratar de dormir mejor, no estresarme tanto, en fin, poner todo de mi parte para conservar la buena salud. No quiero ser parte de las estadísticas.