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sábado, 23 de junio de 2018

La maldad del sistema de salud estadounidense

Hace algunos meses escribí una publicación sobre la realidad de vivir en EE. UU. Y es que todavía hay gente que cree que vivir aquí es lo máximo, pero lo cierto es que la vida acá dista mucho de ser perfecta. Hay muchas ventajas, pero también hay muchas desventajas. No todo es miel sobre hojuelas. Por un lado o por otro, pero siempre buscan fregarte. Y lo peor de todo es que es inevitable.  Suena feo, pero tal parece que o friegas o te friegan. O estás de un lado o estás del otro; no hay medias tintas. Vivimos en una selva urbana donde tenemos que estarnos cuidando las espaldas constantemente. No puedes bajar la guardia porque el ataque puede venir de donde menos lo esperas. Y a pesar de que hay leyes estrictas en este país, lo cierto es que en la práctica existen muchas lagunas de las cuales se aprovecha la gente mala para hacer de las suyas. No solamente individuos sino también corporaciones. Se valen de argucias y lagunas legales para aplastar, para avasallar, para destruir a los que están abajo. Y todo por dinero. Siempre el maldito dinero. Pero hay una entidad en particular que sobresale entre todas: la industria de la salud.




Como muchos de ustedes saben, EE. UU. es el único país desarrollado donde no existe un sistema de salud universal, dicho en otras palabras, el "sistema" que existe aquí está en manos privadas. Es un sistema perverso controlado por una mafia compuesta de doctores, farmacéuticas y aseguradoras. Lo que menos les importa a estos tipejos es la salud de las personas. Para ellos, las personas son objetos que pueden explotar y que botan cuando ya no les pueden sacar provecho. Cada uno de los integrantes de esta deleznable mafia trata de beneficiarse lo más que puede a costillas de la gente que busca algún servicio médico. Los médicos, por ejemplo, te quieren hacer exámenes a más no poder u operar, aunque no sea necesario hacerlo, porque quieren cobrar una buena cantidad a las aseguradoras. Éstas a su vez siempre harán lo posible por no pagar algún reclamo y te ponen trabas hasta que te des por vencido. Son buenos para cobrar pero no para pagar. Y las farmacéuticas hacen medicamentos carísimos que muchas veces la gente tiene que pagar de sus bolsillos. Y los únicos afectados son las personas enfermas que tienen que pagar las consecuencias de la ambición desmedida de estas entidades que componen el sistema de salud. Lo hacen porque pueden, porque la ley se los permite, porque este sistema está tan arraigado aquí que no se ha podido erradicar. Varias veces se ha propuesto en el Congreso la implementación de un sistema de salud universal, pero la moción siempre ha sido denegada. Tal parece que esto no les conviene a los intereses de ciertas personas influyentes. 





Recibir atención médica en EE. UU. es un lujo. En muchos países se entiende y hasta lo indican sus leyes, que la salud es un derecho de sus ciudadanos, pero no así en este país. La industria de la salud aquí es como cualquier otra industria. No importan los sentimientos, la humanidad más elemental, nada, solamente el dinero. Si algo no les reditúa ganancias, lo desechan. Por eso los hospitales aquí cobran un dineral por más sencillo que sea el servicio brindado. Ya no hablemos de si fue necesaria una ambulancia, hacer exámenes o realizar alguna operación porque ahí ya estaríamos hablando de miles de dólares en cuentas médicas. Por eso también los médicos ganan cantidades exorbitantes. Por eso hay muchos doctores sin vocación, porque muchos solamente buscan el dinero y les importa un comino servir a la gente. Todo es un maldito círculo vicioso. 

Otros cómplices de los doctores son las farmacéuticas. No es raro que se saquen enfermedades de la manga, lo cual se traduce en nuevos medicamentos, lo que a su vez significa más ganancias para estos zánganos. A ellos les conviene que la gente esté en tratamiento constante porque eso significa una demanda constante de sus productos. Por eso no me sorprende cuando dicen que ya existe la cura para el sida, pero que no lo han querido decir porque eso les haría perder millones de millones a estos malnacidos. No es difícil de creer. 

Y qué decir de las aseguradoras. Son unos entes malignos que lo único que buscan es enriquecerse a costa de sus clientes. Son muy buenos para cobrarte, pero cuando los necesitas harán hasta lo imposible por no pagar los servicios médicos que recibas o los medicamentos que necesites. Una de las estrategias que utilizan estos entes es una forma mejor conocida como preautorización. Las aseguradoras tienen una lista de medicamentos que deben ser aprobados por su departamento de farmacia. El simple hecho de que tu médico lo haya prescrito no es suficiente para que puedas surtir la receta en la farmacia. Ah, porque eso es otra cosa que también detesto. Aquí hay mucha burocracia en el proceso médico. Vas a ver a tu médico y él no te va a dar una receta para que la surtas sino que la va a enviar por medio de fax a una farmacia asignada (es increíble que sigan utilizando esos aparatos en pleno siglo XXI) y después tú vas a la farmacia a recoger tus medicamentos. El problema está en que a veces tu médico te receta un medicamento que se encuentra en la maldita lista de medicamentos que necesitan preautorización. Hay medicamentos por los que simplemente vas a la farmacia y los recoges y se acabó. Pero no es raro que a veces te salgan en la farmacia con que tu aseguradora no aprobó un medicamento a pesar de que tu médico lo prescribió. Las cosas empeoran si es de noche o fin de semana porque en ese caso te tienes que esperar hasta el siguiente día hábil para contactar a tu aseguradora y tratar de resolver la situación. La lógica dicta que un departamento de este tipo debería trabajar las 24 horas los 7 días de la semana, pero tal parece que ellos no conocen la lógica ni el sentido de urgencia. Te puedes estar muriendo y es probable que necesites un medicamento de ya, pero los niños están descansando. Creen que todo puede esperar. Y cuando los contactas, ármate de paciencia porque esas llamadas fácilmente duran una hora para que al final no te resuelvan nada. Te dicen que llames a tu doctor, que te tienes que hacer unos exámenes, que faltó no sé qué. Le llamas a tu doctor y te dicen que ya mandaron las cosas, pero los de la aseguradora dicen que no recibieron nada. Qué conveniente. Y así te la llevas...llamadas y faxes, más llamadas y más faxes. Es inútil explicarles que necesitas un medicamento urgentemente porque te van a salir con estupideces. Según tengo entendido, los medicamentos de esta perversa lista son medicamentos caros de los cuales no existen versiones genéricas y las aseguradoras como son tacañas, pues no quieren pagar y harán hasta lo imposible por hacerte desistir. Te van a mandar cartas a tu casa con información confusa, te van a decir que puedes apelar por escrito, pero todo es inútil. Lo único que harás es hacer corajes, desgastarte y perder tiempo. 




No entiendo por qué es tan caro atenderte acá. Recuerdo que hace unos años fui al médico porque tenía una gripe muy fuerte. En ese entonces no tenía seguro. Total, me consultaron, me hicieron un "examen de influenza" y otro de no sé qué y cuando voy a pagar me salen con que debía ¡¡USD 270!! Y luego para los medicamentos fueron como USD 30 más. Me gasté USD 300 en una mugre gripa. Difícil de creer, ¿verdad? Y ruégale a Dios no necesitar ambulancia o cosas más caras, porque ahí se complica la cosa. Solamente para que se den una idea, por ahí leí que si la industria de la salud estadounidense fuera un país, sería la quinta economía más grande del mundo. Les debo el dato completo, pero no me es difícil de creer en lo absoluto. En esta industria se mueve muchísimo dinero.





Los que vivimos cerca de México por esa misma razón vamos a atendernos allá. Aquí la salud es un vil negocio, carísimo no me cansaré de decir. El gobierno debería cambiar esto. Es inaceptable que los médicos, las farmacéuticas y las aseguradoras lucren con la salud o mejor dicho, las enfermedades de la gente. También se debería eliminar tanta burocracia. Todo el proceso es una verdadera pesadilla. Desde el momento en que vas al médico, luego que tu aseguradora no quiere pagar un examen o un medicamento y comienzan las llamadas, los faxes, las cartas, en fin. Es un cuento de nunca acabar. 

Actualmente estoy peleando con mi aseguradora por unas cuentas que no quieren pagar. Ya me cansé de hablarles y escribirles, pero haré hasta lo imposible por no claudicar. Ya me la hicieron una vez y una segunda sería inaceptable. Por más grande o pequeña que sea la cantidad, ellos deben pagar lo que les corresponde. Ya basta de dejar que abusen de nosotros los ricos y poderosos. Tengo la firme convicción de que uno debe luchar por lo que es justo. Y no es justo que esta gentuza se siga enriqueciendo a nuestras costillas. La maldad existe y solamente nosotros podemos hacerle frente. 

sábado, 2 de junio de 2018

Vulgaridades del mercado laboral

Hace poco más de un mes que me cambié de trabajo. Ahora estoy un poco más relajado a pesar de que tengo más trato con clientes, comparado con mi trabajo anterior. Lo bueno es que mi interacción con ellos se limita al teléfono y en menor medida, al correo electrónico. Aunque debo confesar que la mayoría de los clientes son personas amables, no puedo dramatizar y englobarlos a todos como engorrosos. Lamentablemente, no todo es miel sobre hojuelas. Ahora tengo que levantarme más temprano y enfrentar al tráfico todos los días. Mi trabajo anterior estaba muy cerca de mi casa, a unos 17 minutos aproximadamente y no había trafico. En cambio, para llegar a mi trabajo actual tengo que pasar por una zona congestionada donde voy a vuelta de rueda por un buen tramo. Ahora me toma entre 30 y 33 minutos llegar y eso que tengo el EZ Tag (una calcomanía que le ponen a los carros en Houston y que recargas cada cierto tiempo para evitarte las luces rojas de las laterales). Si no lo tuviera, fácilmente creo que me tomaría 10 minutos más. El tráfico se pone horrible por las laterales. Pero bueno, dicen que no se puede tener todo en la vida. 

Buscar trabajo puede ser algo frustrante. La situación era ya insostenible en mi trabajo anterior y decidí cambiarme de trabajo. Pero no podía darme el lujo de renunciar sin haber conseguido otro trabajo primero. Así que comencé mi búsqueda a finales de enero de este año. En el caso de los empleos profesionales, prácticamente todo se maneja por Internet. No es de que te presentes a las puertas de una empresa y les digas que estás buscando trabajo y te entrevisten ipso facto. Bueno, el caso es que estuve mandando mi CV a diestra y siniestra sin ningún éxito. Me registré en páginas como Monster, Indeed y Career Builder, actualicé mi cuenta de LinkedIn y hasta fui a una agencia de empleo, pero todo fue en vano. Me cansé de leer artículos buscando ayuda de cómo formatear mi CV y qué estragias tomar para encontrar trabajo. Desde llamar por teléfono hasta dar con la persona encargada de tomar las decisiones de contratación, pero nada funcionó. Unos dicen una cosa y otros otra, pero la verdad es que todo el proceso es algo caótico. 




En EE. UU. existen unas plataformas abominables que se conocen como ATS (Automatic Tracking System, por sus siglas en inglés), las cuales lo que hacen es filtrar los currículos que reciben las empresas electrónicamente. Por medio de algoritmos avanzados , estos sistemas buscan palabras clave en los currículos, desechando gran parte de ellos en el proceso. Así que muchas veces es posible que ni siquiera un reclutador haya visto tu CV. Si es que llegas a pasar esos filtros, según los expertos cada reclutador lee un CV durante segundos o un par de minutos a lo sumo, así que no tienes mucho tiempo para causar una buena impresión. Lo peor del caso es que estos malditos sistemas son muy populares aquí principalmente con las medianas y grandes empresas. No hay manera de enviar tu CV directamente a alguien de RH y si es que llegas a hacerlo, la mayoría de las veces te dirán que debes postularte por medio de la execrable plataforma de la empresa. Así que estamos de vuelta a primera base.

Por teléfono la cosa no pinta mejor. De entrada, tienes que pasar el filtro de la secretaria/asistente, aquellas guardianas celosas de sus jefes. Te dirán que su jefe está ocupado (en una junta, les encanta esta excusa), que no está o te inventarán cualquier cosa. En el remoto caso de que les hayas caído bien, te comunicarán con su jefe, pero esto no te garantiza nada ya que muy probablemente el mandamás te dirá que te postules por medio de la plataforma. De vuelta al principio. Y ni sueñes en plantarte a la entrada de la oficina, esperando hablar en persona con el mero mero. Esa estrategia solamente funciona en la televisión y en las películas, si tratas de hacerlo en la vida real lo más probable es que te manden sacar con seguridad.

Lo que verdaderamente me enerva es que las malditas empresas no se tomen la molestia de avisarte que no fuiste seleccionado para el puesto. Muchas veces ni siquiera importa que hayas seguido las instrucciones al pie de la letra. Les vale un comino que te esté comiendo la incertidumbre. En mi caso, recibí unas cuantas negativas y eso después de varias semanas, aunque haciendo un balance fueron muy pocas respuestas. Bueno, si las comparo con las respuestas que recibí hace unos años cuando me mudé a este país, sí son más, pero aun así son pocas. Me imagino que influye el hecho de que ahora tengo referencias de este lado del charco y antes no, la verdad no sé qué pensar. O tal vez influyó el hecho de que en mi último empleo tuve más responsabilidades, fue un puesto más versátil, puedo ser eso. El caso es de que muchas de las empresas en las que me postulé ni siquiera me dieron las gracias por mi tiempo y mucho menos me avisaron que no fui seleccionado. De entrevistas ya ni hablamos. No sé por qué fregados es tan difícil conseguir una entrevista. Ni siquiera te dan la oportunidad de presentarte en persona, de causar una buena impresión, nada, cero. 




También son irrisorias algunas de las negativas que te dan, si es que te las dan obviamente. Es entendible que te pueda faltar experiencia, pero que te digan que estás sobrecalificado...por favor, a otro perro con ese hueso. Verdaderamente no entiendo la lógica de las empresas y de las personas encargadas de contratar gente nueva. Son reverendas estupideces. Por eso tienen esa fama los de RH, no es gratuita. 

Acá muchas veces no importa un título universitario, sino la experiencia. No es raro ver gente en puestos para los cuales uno pensaría que se necesita título. En México hasta para ser cajero te piden uno. De lo que también me he dado cuenta es de que un título extranjero no tiene el mismo peso que uno de aquí. Recuerdo que alguna vez leí que varios reclutadores descartaban contactar a alguien simplemente porque su apellido era latino. Basado en esta lógica, no me sorprendería que te descarten simplemente porque no estudiaste en EE. UU. Puede que me equivoque, pero al menos en mi experiencia ha sido así. Me he tenido que abrir camino por mí mismo. Cuando llegué a este país, le pedí a una prima si me podía ayudar a encontrar trabajo (ella trabajaba en RH en una empresa en aquel entonces) y se negó, me bateó literalmente. Aquí no tengo amigos ni excompañeros que pudieran tenderme la mano como en Monterrey. Además de que acá la gente es más individualista, egoísta diría yo. 

Es frustrante darte cuenta de que te sacrificaste por años en estudiar y prepararte para luego enfrentarte ante un mundo laboral hostil y despiadado. Muchas veces no tienes más opción que subemplearte porque simple y sencillamente no encontraste trabajo de lo que estudiaste. No es que uno se ponga sus moños, pero uno no va a la universidad con la mentalidad de convertirse en cajero de banco o cualquier otro puesto parecido, con el respeto que me merecen esas personas. Se entiende que no vas a empezar siendo jefe, que tienes que picar piedra, escalar, pero que no se vayan al otro extremo. Por eso se aprovechan de la necesidad de la gente, pagando sueldos miserables y sometiéndolos a largas jornadas de trabajo porque "nadie es indispensable". El día de mañana te dan una patada en el trasero y ni siquiera te dan las gracias. 




Los empleados del día de hoy nos enfrentamos a retos que nuestros padres no tuvieron que sortear. Las empresas son cada vez más exigentes. Un título universitario muchas veces no es suficiente. Tienes que estar al tanto de las nuevas tecnologías, dominar el inglés e incluso un tercer idioma y adaptarte a un entorno laboral extremadamente volátil. Trabajar bajo presión, trabajar a deshoras y tantas y tantas condiciones realmente deleznables.

Por eso ahora comprendo muchas cosas. Alguna gente roba o recurre a medidas extremas debido a su desesperación por no encontrar trabajo. No todo es blanco o negro. Uno trata de hacer las cosas bien, de prepararse, encontrar un buen empleo, ser una persona productiva, un digno miembro de la sociedad, pero muchas veces no se puede. No te dan la oportunidad. Vivimos en un círculo vicioso en el que no te contratan porque no tienes experiencia y no tienes experiencia porque nadie te contrata. A las empresas ya nada más les falta pedirte la luna y las estrellas. 

En esta última ocasión, me tardé más de 2 meses en encontrar trabajo. En otras ocasiones ha sido más.  Mi trabajo actual no es exactamente lo que buscaba, pero no hubo de otra. Lo que sí es un hecho es que no es fácil encontrar trabajo en estos días. Hay mucha competencia y las empresas son cada vez más exigentes. Trabajar, trabajar, trabajar. Hasta que te retires, hasta que te mueras. Sólo entonces podremos descansar. Qué vulgaridad.