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sábado, 14 de octubre de 2017

La otra cara de la moneda

A varias semanas del huracán Harvey, todavía seguimos sintiendo sus estragos: el empeoramiento del tráfico, el lento proceso de reconstrucción de la ciudad, el intento por volver a la normalidad al 100 %, en fin. Todos fuimos afectados en mayor o menor medida. En la publicación anterior señalé el gusto que me dio al ver que todavía hay gente buena y dispuesta a ayudar al prójimo. Pero también he visto la avaricia, la envidia, la mentira, la hipocresía, la falta de escrúpulos, la corrupción, todo lo malo que hay y por haber. La naturaleza ambivalente del ser humano.




Todo lo que digo lo hago con conocimiento de causa. No son hipótesis, ni conjeturas ni nada por el estilo. Conozco mucha gente que se ha valido de argucias para obtener ayuda de los programas disponibles, siendo que no fueron afectados o fueron afectados al mismo grado que nosotros. Han recibido ayuda de FEMA (el Fondo Federal de Desastres), la Cruz Roja y otros programas similares, mientras que nosotros no hemos calificado para ningún tipo de ayuda. Todos las ayudas que hemos solicitado nos han sido negadas. La última fue para estampillas provisionales. FEMA nos refirió a otra agencia de gobierno para que nos realizaran un PRÉSTAMO a una tasa de interés preferencial, según ellos. Las demás agencias fueron escuetas en sus respuestas y solamente nos dijeron que no calificábamos. Ya hubiera sido el colmo que ni siquiera calificara para el programa de desempleo por desastre.

En estos casos críticos, es cuando sale a relucir lo peor de la gente. Muchos se metieron a robar a tiendas y casas, otros se dedican a robar de otras maneras (estafas), siempre el beneficio propio por delante. La Cruz Roja estuvo en el ojo del huracán porque salió información de que su personal estaba hospedado en hoteles de cinco estrellas en Houston, eso sin contar que sus directivos tienen sueldos altísimos y tantas otras cosas que se dicen en torno a ella. Su reputación está por los suelos, sobre todo en Houston. Para que vean que aqúi también se cuecen habas. 

Realmente me pregunto qué es necesario para obtener ayuda de estas agencias. De plano tienes que estar jodido para calificar. Por ese lado comprendo a los que mienten para recibir ayuda. No es lo óptimo, pero a veces no hay de otra. No sé qué hacen las agencias con tanto dinero. Bueno, en realidad desconozco las cantidades de dinero que manejan, pero para que Trump quiera recortar el presupuesto de FEMA para financiar su infame muro, pues te pone a pensar. Deberían recortar el presupuesto del ejército que ese sí es enorme. Bueno, pero eso es harina de otro costal.

Estamos a casi dos meses de que pasó lo del huracán y mi caso no ha avanzado mucho. He pensado en llamar para darle seguimiento, pero solamente de pensar que tengo que fletarme dos horas al teléfono si no es que más, me da una flojera descomunal. Tengo tantas cosas en la cabeza y me siento tan abrumado con tantas cosas, que a veces me dan ganas de tirar todo por la borda.

Y también está la gente que siempre se quiere aprovechar de la situación. Días antes del huracán, hubo gente que aumentó los precios del agua embotellada a precios exorbitantes y la gasolina ni se diga, aunque con esta última no fue tan marcado. También hay mucha gente que quiere vender sus carros inundados, pero te dicen que no están inundados con el propósito de venderlo por encima de su valor real. Y qué decir de las aseguradoras. Le están dando una bicoca a la gente por sus pérdidas materiales. Son unos aprovechados (por no decir otra cosa) en toda la extensión de la palabra. Le exprimen lo más que pueden a la gente por medio de primas elevadas y cuando la gente los necesita, son los más tacaños del mundo. Dinero, dinero, dinero. Tan necesario y tan codiciado.

No sé si el hombre es bueno o malo por naturaleza. Desde mi punto de vista, tanto el bien como el mal se encuentran en el interior de cada persona. Pero lamentablemente hay gente que se deja embaucar por su lado malo. Por eso a veces no me sorpendo tanto. Cuento de nunca acabar. 


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