Hace 3 meses que fui al doctor porque no me sentía bien. Detesto ir al doctor, sobre todo en EE.UU.. Puede representar una verdadera odisea. En fin, les comentaba que fui al doctor, pero no fui con el de cabecera. Era domingo y aquí los doctores solamente trabajan de lunes a viernes; uno que otro trabaja algunas horas en sábado. No era un caso de vida o muerte, por eso no fui a emergencias de un hospital. Pero sí era muy molesto y necesitaba consultar. Ir a Monterrey estaba totalmente descartado. Por lo tanto, me puse a investigar en el sitio web de mi aseguradora en dónde podía consultar. Resulta que en este país hay unos lugares denominados urgent care centers, en los cuales brindan atención médica en casos que no soy muy graves. Así que especifiqué en los criterios de búsqueda de la página web de mi aseguradora que solamente se me mostrara este tipo de establecimientos y sobre todo, que aceptaran mi seguro médico. Encontré unos cuantos, pero todos a excepción de uno estaban cerrados. Lo corroboré llamando a cada uno de ellos. El único que estaba abierto se encontraba a 40 km de mi casa. Qué remedio. No tenía que hacer cita ni nada, así que me fui porque ya no aguantaba. Llegué a la dirección y ¡oh, sorpresa! No era ninguna clínica ni nada que se le pareciera. Era un mugroso cuarto de 3 x 3 dentro de una farmacia. No le di importancia, porque realmente estaba más preocupado porque me atendieran. Me registré en el kiosko y esperé mi turno. Había solamente una persona por delante. Llega mi turno y me pasan. La doctora me hizo mil preguntas, puso la información en la computadora, me hizo un examen rápido y dijo que era todo. Me quedé un poco confundido porque se supone que mi copago era de USD 30, pero ella me dijo que el sistema no le marcara que yo debiera hacer algún pago. Dijo que la factura llegaría a mi casa a los pocos días. Nunca me imaginé lo que sucedería después. Efectivamente la factura llegó a mi casa y me estaban cobrando el 100%. Fue aquí donde comenzó un viacrucis que duraría 2 meses.
De entrada, mi aseguradora se negó a pagar argumentando que necesitaba haber sido referido por mi médico de cabecera. Se supone que tu médico te refiere con alguien más cuando se trata de un especialista, pero éste no fue el caso. Pero según ellos, cualquier médico que me atienda y que no sea el de cabecera es considerado un especialista. Con la compañía proveedora de servicios médicos no logré nada. Tenía que arreglar esto con mi aseguradora. Les llamé por teléfono, expliqué mi situación y me dijeron lo mismo que ya sabía: que se negaron a pagar porque no había sido referido. Me dijeron que podía apelar la decisión y obviamente les dije que sí. Me dijeron que en los próximos días me llegaría un formulario que tendría que llenar y enviarlo de vuelta. Pasaron los días, me llegó el mentado formulario y se los envié de vuelta. Días después me llega una carta diciendo que iban a estudiar mi caso y que debería tener una respuesta dentro de 30 días. Ya casi se cumplía el plazo cuando recibo otra carta diciendo que habían denegado mi apelación. Vuelvo a llamarles, me atiende otra persona y tengo que explicar todo de nuevo. Al final, me dice que puedo poner una queja para que vuelvan a revisar mi caso. Accedí. Días después me llega otra carta donde dice que recibieron mi solicitud y que dentro de 30 días me tendrían una respuesta. Exactamente 30 días después recibo otra carta en la cual me dicen que definitivamente ellos no van a pagar. La última instancia a la que podía acudir era a la Comisión de Seguros de Texas. Pero eso implicaría más papelería, más llamadas y todo lo demás. Sabía que era inútil llamar a mi aseguradora porque ya me habían dado una resolución final e inapelable, pero lo hice de todos modos. Me contestó una cubana y por enésima vez tuve que explicar mi situación. Me puso más de una vez en espera porque según tenía que revisar unas cosas. Yo ya sabía lo que me iba a decir, pero quería ver su nivel de cinismo. Me dijo lo mismo, que no iban a pagar porque no tenía la recomendación de mi médico de cabecera, pero también me dijo otras cosas que nadie me había dicho. Me dijo que ellos no tienen contrato vigente con la compañía que me proveyó los servicios médicos. Que sí aparece en su sistema, pero no hay contrato. Y entonces le reclamo que cómo es posible que los tengan en su sitio web si no tienen contrato con ellos. Están malinformando a la gente. La verdad no recuerdo lo que me dijo porque yo estaba empezando a encolerizarme. Y todavía se atrevió la fulana a insinuar que fue mi culpa porque debí haberles llamado antes para corroborar la información. ¡Si ellos solamente trabajan de lunes a viernes! Se lo dije con todas sus letras. Me enojé aún más porque no me dejaba hablar. Nunca he trabajado en servicio al cliente, pero es obvio que son estrategias que emplean los agentes para darte largas y desanimarte. Fue en ese momento que exploté (que conste que me había propuesto mantener la calma antes de llamar). Le dije a la agente hasta de lo que se iba a morir (para los que no conocen esta expresión, no es una amenaza sino una serie de insultos) y la muy descarada se atrevió a decirme que cancelara mi servicio si no estaba a gusto. Todavía me da coraje nada más de acordarme. De lo rescatable fue que como nuestra conversación fue en español, me pude desahogar sin ningún problema. No me faltaron las palabras. No es mi estilo insultar a las demás personas, denigrarlas ni mucho menos...a menos que me saquen de mis casillas, claro está. Ya estaba cansado de tantas cartas, de tantas llamadas, de tantas mentiras. Porque si para algo son buenos los agentes de servicio al cliente es para darte largas. Me desgasté escribiéndoles y llamándoles tantas veces que perdí la cuenta, para que al final no sirviera de nada. Ni siquiera con evidencias accedieron a mi solicitud. Les envié capturas de pantalla en donde se comprobaba todo lo que yo les decía, pero todo fue inútil. Yo tenía que pagar.
Ya que no pude resolver nada con mi aseguradora, solamente me quedaban 2 opciones: iniciar una queja con la Comisión o pagar. La verdad lo único que quería era que ya terminara todo. Porque eso sí, en todo ese tiempo que mi aseguradora me tuvo esperando, la "clínica" me seguía cobrando. Ya estaba harto. No sé cuánto tiempo debe pasar antes de que vendan la deuda a un despacho de cobranza, pero no quise arriesgarme. Pagué el 100% de algo que no me correspondía. Lamentablemente uno es el único perjudicado si no paga. Te boletinan y tu crédito se ve seriamente afectado. A ellos no les importa que estés esperando una resolución de tu aseguradora ni nada. No dejan de molestar hasta que les pagues. Por eso odio a los cobradores así como odio a las aseguradoras y a los doctores. Todos ellos conforman una mafia que lo único que hace es robarle su dinero a la gente. Lo hacen porque la ley se los permite. Injusticias de la vida.
Hubiera querido escribir antes sobre esto, pero he estado muy ocupado. Pero no quería dejar pasar la oportunidad para desahogarme de nuevo. Y a ustedes, ¿les ha pasado algo similar? ¡Cuéntenme! Au revoir!
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