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domingo, 27 de diciembre de 2015

Maldita tecnología

¡Hola, amigos de El Silencio! A unos cuantos días de que termine este año 2015. Y yo con la incertidumbre de si descansaré algunos días o no. Mientras tanto, decidí que no debo desaprovechar esta oportunidad para escribir mi última entrada de este año...

Muchos bendicen a la tecnología por las comodidades que nos trae a nuestras vidas; incluso yo lo he hecho. Pero en otras ocasiones la maldigo porque gracias a ella mi vida se convierte en un calvario. Particularmente, me refiero a los avances en las telecomunicaciones.

Casi todos los empleos que he tenido han sido en oficina. Como todos sabemos, el teléfono y el Internet son herramientas básicas en el funcionamiento de cualquier oficina. Pero en la actualidad, francamente son insoportables. Les explico. Antes, cuando te hablaban por teléfono y estaba ocupada la línea, tenían que llamarte después, pero ahora con eso de los teléfonos multilínea todo ha cambiado. No tienen idea de cuánto odio la modalidad de llamada en espera. Ya no puedes inventar pretextos por ese lado.




También tenemos al nunca bien ponderado Internet. Y lo que depende del mismo, como el correo electrónico. Si no estás en la oficina, ya no tienes excusa de que no tienes acceso a tu correo porque gracias al Internet y a los teléfonos inteligentes (smartphones, como prefieran llamarlos) puedes revisar tus correos las 24 horas del día, los 7 días de la semana. No importa que no hayas llegado a la oficina o que ya hayas abandonado la misma, no puedes escapar de las garras de la tecnología. También tenemos que agradecerle a la tecnología que si no terminamos el trabajo en la oficina, nos lo podemos llevar a la casa (esto les encanta a los jefes) porque tenemos acceso a los datos que necesitamos, a cualquier hora desde cualquier lugar. Nuestros jefes, clientes y cualesquiera personas relacionadas con nuestro trabajo nos pueden contactar fuera de horario laboral, incluyendo los sagrados fines de semana.

Es increíble como algo tan bueno y necesario puede ser tan perjudicial. Por ejemplo, el agua es vital para la subsistencia del ser humano, pero también puede ser muy dañina cuando causa inundaciones. De igual forma, el Internet y el teléfono son muy necesarios para la comunicación, pero se convierten en nuestros peores enemigos cuando se trata de trabajo porque nos cierran todas las rutas de escape. Gracias al Internet, teléfono, redes sociales y aplicaciones de mensajería instantánea, estamos localizables todo el tiempo. Ya no podemos disfrutar un momento de esa soledad tan necesaria.




Como consecuencia, vivimos más estresados, con la zozobra de no saber si nos van a llamar, si hubo algún problema en el trabajo, en fin...Ya no podemos vivir en paz. Pero no olvidemos que antes que empleados, somos personas. Personas con una vida paralela a la vida profesional. 

Tecnología, bendita y maldita a la vez, amada y odiada (dependiendo de las circunstancias). En estos momentos que estoy escribiendo, es mi mejor aliada, pero otros días es un enemigo que no se tienta el corazón para darme la estocada final. Pero para bien o para mal, debemos aprender a convivir con ella. ¿Qué podemos hacer?

¿Y ustedes qué opinan? Au revoir!

domingo, 20 de diciembre de 2015

El cruel juego de Cronos

¿Qué tal, amigos lectores? ¿Cómo los ha tratado la vida? Ya estamos a un paso de las fiestas decembrinas. Caos por doquier, impaciencia por salir de vacaciones, compras de pánico, glotonería a más no poder...

Son las 6:54 p.m. en este momento. Ya se terminó mi fin de semana. Ya sé que parezco disco rayado y que tal vez estén hartos de la misma cantaleta, pero me importa poco. Cada vez me convenzo más de que un Poder Superior manipula los hilos de esta obra de teatro llamada Vida y que uno de Sus pasatiempos favoritos es jugar con el tiempo. He tratado de cegarme ante ello, he tratado de buscar una explicación lógica, pero no he conseguido nada. Sé que no soy la única víctima, ustedes también lo han padecido.




Les explico. ¿Cuántas veces nos hemos levantado en la mañana para ir a la escuela o al trabajo y nos damos cuenta de que el tiempo transcurre rapidísimo? No importa que te levantes muy temprano, en lo que te bañas, vistes, desayunas, etc. ya pasaron una o dos horas. Pero llegas a la oficina/escuela y el reloj parece que entra en un estado letárgico interminable. No importa que hayas hecho infinidad de llamadas, enviado una enorme cantidad de correos electrónicos y hecho mil y una tareas porque cuando volteas a ver al reloj, solamente han pasado unos minutos o bueno, no exageremos, pero ha transcurrido mucho menos tiempo del que pensábamos. Pero llegas a la casa y como el reloj ya descansó lo suficiente, decide que debe funcionar a un ritmo acelerado para compensar su holgazanería durante el día y cuando llegas a tu casa, el poco tiempo del que dispones antes de dormir se pasa literalmente volando. Y la noche ni se diga.




Lo mismo sucede en los fines de semana, días festivos y vacaciones. El día se acaba rapidísimo. Por eso no me gusta levantarme tarde en mis días libres porque si de por sí no me rinde el tiempo, levantándome tarde, mucho menos. Aunque esté cansado y muriendo de sueño, trato de levantarme a una hora decente y aprovechar el tiempo haciendo lo que más me gusta: leer, ver películas, escribir, cocinar...pero el reloj parece encapricharse y funcionar más rápidamente que de costumbre. Parpadeas y ya se terminó tu fin de semana o vacaciones.

Muchas personas dicen que todo es mental, que ya como adultos tenemos más responsabilidades, vivimos más estresados, llevamos un ritmo de vida muy acelerado y que nuestra percepción del tiempo cambia y por eso pensamos que el tiempo transcurre más a prisa. Los religiosos dicen que los días están siendo acortados por Dios para que el final del mundo llegue pronto. Algunos expertos aseguran que los días actuales duran menos debido a cambios en la resonancia de la Tierra. Hay tantas teorías al respecto.

Honestamente, no sé qué pensar. Es verdad que la vida de un adulto es muy diferente a la de un niño o adolescente que dispone de mucho tiempo libre. En cuanto a las otras teorías, no saco nada en concreto. Lo que sí es una realidad y de lo que sí estoy seguro, es que nada es mental: el tiempo si está transcurriendo más rápidamente. El tiempo ya no rinde lo mismo que antes y menos cuando se trata del tiempo libre.

¿Qué opinan ustedes? Au revoir!

domingo, 13 de diciembre de 2015

Ser hijo único: ¿mi único pecado?

¡Hola, amigos lectores! Mil disculpas por tenerlos tan abandonados durante todo este tiempo. La vida/el destino verdaderamente me han complicado la existencia en las últimas semanas y lamentablemente apenas me estoy recuperando. Es un proceso lento y difícil, pero confío en que saldré adelante.

Hablando del tema de hoy, ¿qué significa ser hijo único? Como uno de ellos, me gustaría aclarar algunas dudas e ideas equivocadas que la gente tiene en torno a nosotros. No vivimos en un lecho de rosas. Muchos creen que a los hijos únicos nos consienten en demasía y nos perdonan todo, pero esto no es del todo cierto. Es verdad que por no tener más hijos, nuestros padres nos miman y desbordan todo su amor y atención sobre nosotros, pero lo que muchos ignoran es que por la misma razón, se espera más de nosotros tanto en la escuela como en la casa. Las expectativas son altas y las exigencias muchas, pero esto no lo ve la demás gente. 




Ser hijo único también conlleva soledad, aunque lo neguemos. Podemos tener amigos y personas a las que queremos mucho, pero siempre existirá ese vacío, ese anhelo de haber tenido un hermano/hermana con quien pelear, discutir, ayudar, aconsejar...Nunca sabremos lo que es ese lazo de la hermandad, esa unión, ese vínculo. Tal vez en la infancia es cuando lo resentimos más al no tener con quien convivir en la casa, pero a medida que crecemos, nos resignamos. Pero esa espinita siempre va a quedar clavada en nuestros corazones, ese "si tal vez". Nunca lo comprenderemos. 

Tal vez por la soledad intrínseca del hijo único, nos concentramos en otras cosas. Nos dedicamos a estudiar más, a actividades no tan comunes o poco interesantes para las demás personas, en fin. Inconscientemente, tratamos de substituir esa necesidad con algo que si podemos satisfacer.




Pasa el tiempo, crecemos, maduramos, nuestra perspectiva cambia. Hacemos nuestras vidas aparte y todo parece ir bien...hasta que la cruel ley de la vida hace de las suyas. Nuestros padres envejecen, se enferman con más frecuencia, dependen de nosotros para casi todo; se convierten en unos niños que necesitan a sus padres para todo. En mi caso, mis padres no son unos ancianos, apenas están en edad madura o mediana edad, como prefieran llamarlo. Pero por razones que no voy a comentar aquí, mi mamá tiene que quedarse en casa a recuperarse de su salud. He tenido que pedir permiso en el trabajo constantemente porque tengo que llevar a mi mamá al doctor. Y como muchos ya lo saben, las distancias aquí en Texas son grandísimas. Para ir y regresar de la oficina del doctor, me lleva dos horas. Aunado a eso, mi mamá no puede caminar bien, por lo que tenemos que moverla en silla de ruedas. Me siento abrumado, tenso, cansado con toda esta situación. He tenido muchísimo trabajo en la oficina y todo esto no pudo suceder en un peor momento. Mi mamá depende de nosotros para muchas cosas como comer, ir al baño, asearse y no es fácil teniendo mi papá y yo trabajos de tiempo completo y teniendo que hacer todas las labores domésticas también. Las labores domésticas no son algo nuevo para mí (en caso de que lo piensen así), pero aparte de barrer, trapear, cocinar, es muy pesado tener que cuidar a una persona enferma. Es en estos momentos cuando me pregunto cómo sería mi vida en estos momentos si tuviera hermanos que me ayudaran. Quiero pensar que todo sería mejor.



No me malentiendan. Yo quiero muchísimos a mis padres y haría lo que fuera por verlos felices. Sé que tengo que regresarles todo lo que me han dado y todo lo que han hecho por mí. Nunca podré agradecérselos lo suficiente. Pero soy humano y no puedo evitar sentirme agobiado con esta carga que llevo sobre mi espalda. Sé que la situación por la que estoy atravesando es temporal, pero también sé que llegará el día en que mis padres ya no podrán valerse por ellos mismos. Me aterra la idea de que eso pase. Actualmente no tengo ningún compromiso con una esposa o hijos, pero no descarto la posibilidad de formar mi propia familia en un futuro. Pero este último me da miedo. No sé si podré trabajar al mismo tiempo que estar al pendiente de mi esposa, hijos y padres. Sé que no soy el único que tiene que ver por sus padres, pero recuerden que ustedes pueden apoyarse entre hermanos, mientras que uno tiene que sacar fuerzas de flaqueza para afrontar la situación solo. 




Mucha gente bromea diciendo que los hijos únicos somos los herederos universales de nuestros padres. Y sí, tal vez sea cierto que no tendremos que andar disputando herencias, pero cambiaría todo esto por tener a un hermano que me ayudara a cuidar a mis padres. La carga de ser hijo único es muy pesada y sólo nosotros sabemos cómo se siente. Pero lejos de inspirar lástima, lo que queremos que el mundo sepa es que ser hijos únicos no es fácil, no todo es color de rosa.

Bueno, amigos, me despido. Me hizo mucho bien desahogarme por este medio. Espero sus comentarios. Au revoir!