¿Qué tal, amigos de El Silencio? Pues acá en EE.UU. tenemos puente (fin de semana largo, el próximo lunes conmemoramos el Labor Day o Día del Trabajo). Aunque para mi desgracia, no podré aprovecharlo como quería. Por problemas personales (entiéndase $$), no pude salir de viaje como lo había planeado. Así que me tendré que quedar en casa con mis libros y películas. En otras circunstancias estaría feliz, pero no en esta ocasión. En fin...
Esta semana recibí un comentario que me recordó lo nefastas que pueden ser unas personas. No entiendo su afán de decir cosas que no vienen al caso. Quiero creer que algunas personas pecan de imprudentes sin querer, pero no dudo que hay muchas que lo hacen deliberadamente. Ya sea porque están frustrados o porque así es su naturaleza. Se escudan bajo el argumento de que es una broma, te guiñan el ojo o se inventan algo que ni ellos mismos se creen. Incluyo aquí a los familiares que se la pasan preguntando que para cuándo te casas, para cuándo los hijos, etc. (principalmente las tías, tienen un don innato para estas cuestiones). ¿O qué tal las personas que se pasan criticando a los demás? Que si estás gordo/delgado, que te ves mal, que hiciste algo mal...simple y sencillamente nunca les das gusto. Y el problema es que no pierden la oportunidad de hacértelo saber. Son unos expertos en hacer bromas de mal gusto, hacer comentarios mordaces...No se pueden concentrar en sus vidas, tienen que pasársela arruinándosela a los demás. ¿Qué demonios les importa si hice o deshice? Estas personas conforman el primer grupo de merecedores de un lugar especial en el Infierno.
Otro grupo que también tiene mi desprecio es aquél conformado por los conductores (de vehículos, los de televisión son punto y aparte) imprudentes. Muchos accidentes son provocados por los descuidos de esta raza subhumana. ¿A cuántos ejemplares de esta especie no hemos visto hablando por celular al momento de conducir? ¿O enviando mensajes de texto o revisando x aplicación? No se pueden esperar a llegar a su casa. O las mujeres maquillándose mientras conducen.
Los que no reducen la velocidad cuando está lloviendo. ¿A poco no saben que cuando el pavimento está mojado, las condiciones para conducir cambian? Los frenos no responden igual, el pavimento está resbaladizo y la visibilidad disminuye drásticamente. Eso sin contar que cuando hay charcos y ven gente cerca, no tienen la delicadeza de reducir la velocidad para no mojar a las pobres personas. Ya me ha pasado que me mojan así y no es nada agradable.
Los que se te pegan mucho por detrás. Cuando vas en la calle, nunca faltan los conductores que van muy cerca de ti. De repente tienes que frenar rápidamente y como el vehículo de atrás no llevaba su distancia, pues se impacta con tu vehículo.
Los que no respetan los señalamientos viales. No sé si son ciegos, tarados o qué. Se pasan los altos, las luces rojas, los señalamientos de ceder el paso, no respetan las lineas que demarcan los cruces peatonales, no respetan los cajones de estacionamiento para gente discapacitada, dan vuelta en u donde está prohibido, se meten en contra, invaden carriles desvergonzadamente, carecen de toda cultura vial. Lo peor de todo es que ni les pueden reclamar ni nada porque hasta se hacen los ofendidos y se enojan, por decir lo menos. ¡Cínicos!
Los que aceleran cuando ven que los vas a rebasar o que te vas a cambiar de carril. Este subgrupo merece una tortura especial.
Los conductores de tráileres. Son unas verdaderas bestias para conducir. No puedo generalizar, pero sí me atrevo a asegurar que la mayoría son pésimos conductores.
Los indecisos/lentos que hacen filas en cualquier lugar. Esto aplica a filas en tiendas, restaurantes y cualquier otro lugar donde haya filas que entorpecer. Es sumamente molesto que haya gente que apenas se pone a revisar el menú en un restaurante cuando ya es su turno de ordenar, siendo que pudieron haberlo visto mientras estaban esperando en la fila. ¿O qué me dicen de las personas que hasta el momento de pagar sacan el dinero o tarjeta de crédito? Especialmente cuando se trata de mujeres con bolsos grandes llenos de quién sabe cuántos artilugios y se tardan en encontrar lo que buscan. Como si tuviéramos todo el día para esperar.
Los que te dejan plantado o te cancelan de última hora. Es comprensible que hayas hecho planes con alguien y que repentinamente a tu amigo le surja un contratiempo. Pero al parecer hay personas a las que se les hace costumbre (hablo con conocimiento de causa). ¿Y qué tal esas personas que siempre llegan tarde? Les llamas y dicen que ya van en camino siendo que ni siquiera han salido de su casa y posiblemente ni se han arreglado. Con este tipo de personas ya ni te dan ganas de hacer planes.
Los jefes que se inventan juntas de último minuto, que te obligan a quedarte tarde o ir a la oficina en fines de semana o días festivos, que te monitorean todo el tiempo (hasta cuando vas al baño), que te encargan algo cinco minutos antes de la hora de salida y lo quieren de ya, sólo por nombrar algunos. Se ponen muy exigentes con la hora de entrada y demás (todo a su conveniencia, obviamente) y uno que se friegue. Yo creo que estas personas merecen algo peor que el Infierno.
Las vecinas chismosas. Si lo sabré yo. Conocen tu vida hasta mejor que tú. Saben lo que pasa en cada casa de la cuadra. Saben si alguien se quedó sin empleo, si terminó su relación con alguien, si debe dinero en Coppel (o cualquiera de esas tiendas que te venden a crédito), a donde se fue Juan de vacaciones, en fin...Realmente me intrigan sus habilidades de adquirir información, mucho más eficientes que cualquier agencia de inteligencia gubernamental. Pero ni eso las libra del Infierno. Y menos si son del tipo que te reportan con la policía por escandaloso cuando haces una fiesta en tu casa, sin importar que rara vez las haces.
Los cobradores. Bueno, no solamente ellos sino los que siempre nos ponen como referencia cuando solicitan un crédito/préstamo. Y es que muchos de nuestros queridos familiares y conocidos tienen la maldita costumbre de dar nuestros números de teléfono a estas empresas. Tiempo después, ya que se atrasaron con el pago, los cobradores te hostigan por teléfono para decirte que fulano debe no sé cuánto en una tienda o en el banco. Te llaman sin cesar por teléfono hasta que te cansas de decirles que esa persona no vive ahí y terminas por decirles que no los conoces. Les dices hasta de lo que se van a morir. Ya no sabes en qué idioma hablarles. Pero las llamadas siguen...
De la mano de los cobradores van los vendedores. Justamente mientras estaba escribiendo esta entrada, tocó un vendedor a mi puerta para ofrecerme que me cambiara de compañía de luz. Me explicó los beneficios que obtendría con ellos y lo avariciosas que son las demás compañías. No quitaba el dedo del renglón. Quería que metiera solicitud para ver si calificaba y así obtener una venta. Les dices una vez que no y debería ser suficiente, pero no es así. Siguen insistiendo hasta que te hartan y terminas por correrlos de la casa. Uno entiende que es su trabajo, pero es realmente insoportable que te molesten por teléfono o en persona. Un verdadero suplicio.
Los hipsters que tristemente están tan de moda. Muy particularmente me refiero a todo ese grupo de personas que se creen revolucionarias/anarquistas, que están inconformes con el gobierno, etc. El problema no es que estén inconformes, de hecho me parece perfecto que lo estén, pero el problema es que crean que por publicar una frase, foto, video o noticia en las redes sociales, van a cambiar el rumbo del país o incluso del mundo. ¿Cómo es que aquellos personajes ilustres de la Independencia y la Revolución y de otras luchas lograron su cometido? No contaban con la tecnología que tenemos ahora, pero eso no fue obstáculo. Se los dejo de tarea.
Los padres que no controlan a sus hijos. Y antes de que se me eche encima la sociedad de padres de familia, quiero explicar el contexto. Me refiero a aquellos padres que no les llaman la atención a sus hijos viendo que están haciendo una travesura, sobre todo cuando están en casa ajena. O a los padres que no tienen consideración por los demás. Me pasó una vez que fui al cine y estaba un matrimonio con un bebé. El bebé comenzó a llorar (más que llorar, gritar, como si lo estuvieran matando) y los padres no podían callarlo. Ahora bien, sé que es inevitable que un bebé llore, pero uno de los dos se podría haber salido de la sala para calmar al bebé y regresar después, pero no lo hicieron. Se trata de consideración a los demás. No se necesita ser padre para entenderlo.
Para finalizar, quiero aclarar que cuando hablo del Infierno, no lo hago en un sentido literal, simplemente es una manera de expresar mi repudio por las personas mencionadas anteriormente. Algunos de ustedes no creerán en el Infierno, siéntanse libres de sustituirlo por otro lugar o situación. Podría seguir y seguir con la lista, pero nunca terminaría. ¿Qué opinan ustedes, amigos lectores? Au revoir!
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