Año nuevo, ¿vida nueva? No lo sé, esperemos que así sea. Por lo pronto ya han transcurrido 10 días y yo ni en cuenta...
¿Y a ustedes cómo les ha ido en estos días? Ya es tiempo de resarcir el daño y remediar tantos excesos cometidos en estas fechas. Mañana iré al gym, lo prometo, pero ésa es otra historia...
Me encanta diciembre: Navidad, Año Nuevo...se siente un ambiente festivo, alegre. Música, comida, regalos, luces, descanso. Para muchos de nosotros significa unos cuantos días libres. Y en el caso de los que vivimos en EE.UU. aprovechamos para visitar nuestra tierra. La nostalgia está al por mayor y nos rendimos ante ella irremediablemente. Añoramos esta temporada para regresar a nuestros lugares de origen, ver a amigos y familiares a los cuales tenemos mucho tiempo de no ver, en fin...
La semana pasada tuve la oportunidad de ir a mi tierra (Monterrey, ¡ajúa, 'iñor!) después de vivir con la incertidumbre de no saber si iba a poder ir o no ya que como hecho adrede he tenido muchísimo trabajo a últimas fechas. Afortunadamente, sí pude ir y créanme cuando digo que el tiempo no es suficiente. Son tantas las cosas que uno quiere hacer. Comer cosas que extrañas (tacos, tacos, tacos), ver a tus amigos, salir a ciertos lugares, por nombrar algunas cosas. Y es que es inevitable comparar el lugar donde vives con tu lugar de origen. La comida sabe diferente, la gente se comporta de manera diferente, el aire se respira diferente...Los que viven lejos de su lugar de origen compartirán mi sentir.
Aunque no pude estar el tiempo que quería, lo aproveché al máximo. Comí las cosas que me gustan y que no encuentro en EE.UU., vi a personas muy queridas a las cuales ya no veo tan frecuentemente como antes, caminé y caminé (lo cual aprecias muchísimo considerando que uno vive en una ciudad donde te la vives en el auto)...Me reuní con mi familia para celebrar el fin de año y cantamos, bailamos, brindamos, cenamos riquísimo, platicamos, nos desvelamos. Al día siguiente nos levantamos tarde, comimos el típico recalentado, vimos películas. Me divertí como pocas veces. Pero como nada es eterno, llegó la hora de regresar a la realidad. Todo lo que empieza, tarde o temprano debe terminar.
A pesar de que no vivo del otro lado del mundo, lo cierto es que tampoco estoy a la vuelta de la esquina de mi tierra. No puedo ir tan seguido como quisiera. En ocasiones he ido en fines de semana, pero es muy fatigante viajar por carretera y hacerlo por avión puede ser costoso. Y como lo he comentado en innumerables ocasiones, el tiempo no rinde. No vale la pena llegar un sábado por la mañana, para tener que regresarme al día siguiente, viajar de noche y trabajar el lunes. Lo hecho y es sumamente agotador. Simplemente siento que ya no puedo hacerlo. Los años no pasan en balde.
Ustedes dirán que yo tengo el remedio, que me regrese y ya. Pero no es tan sencillo. Por razones que solamente a mí me competen, tuve que emigrar hace unos años. No fue una decisión fácil. Lo pensé mucho, consideré las ventajas y desventajas y heme aquí. Tuve que dejar mi casa, mi familia, mis amigos, mi tierra...No pretendo hacerme la víctima ni mucho menos porque sé que no soy el único, pero quiero que puedan comprender por lo que estamos pasando. La nostalgia nos invade de vez en cuando, unas veces con más intensidad que otras. Y aunque existen Facebook, Twitter, WhatsApp y demás redes sociales y formas de comunicación para seguir en contacto con nuestros seres queridos y saber lo que pasa en nuestra ciudad, no es lo mismo.
Extraño caminar por la calle, ir a la tiendita de la esquina a comprar un refresco o las tortillas, tomar el camión (transporte público), comer tacos en un puesto callejero, convivir con mis paisanos, hablar en mi idioma, comportarme como estoy acostumbrado...Es verdad que algunas de estas cosas las llegué a odiar, pero ahora las extraño. Mi ciudad no será la mejor, hay muchas áreas de oportunidad, pero es lo verdaderamente mío, donde está mi gente, donde pertenezco, de donde tal vez nunca debí haber salido. Por más tiempo que pasa, no me acostumbro al estilo de vida gringo, pero sé que sobreviviré. No descarto regresar en un futuro a la tierra que me vio nacer.
Me vienen a la mente unas líneas de una de mis películas favoritas, Lo que el viento se llevó:
"- ¿Me estás diciendo, Scarlett que la tierra no significa nada para ti?
Por la tierra trabajamos luchamos y morimos. ¡Es lo único que perdura!
- Hablas como un irlandés.
- Estoy orgulloso de ser irlandés. No olvides que eres medio irlandesa. Para quien tiene sangre irlandesa la tierra es como una madre. Pero tú eres sólo una niña. Algún día amarás la tierra. Un irlandés no puede evitarlo.".
- Hablas como un irlandés.
- Estoy orgulloso de ser irlandés. No olvides que eres medio irlandesa. Para quien tiene sangre irlandesa la tierra es como una madre. Pero tú eres sólo una niña. Algún día amarás la tierra. Un irlandés no puede evitarlo.".
Aunque no soy irlandés, sino mexicano, creo que la idea está clara. Vivimos con una nostalgia constante. Pero no olvido quien soy ni de donde vengo y espero poder inculcarle lo mismo a mis hijos (si es que los tengo, que tampoco lo descarto).
Mientras tanto...
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