La vida muchas veces nos lleva por caminos insospechados. Pareciera que por cada paso que damos hacia adelante, damos tres hacia atrás. Te levantas, caes, te vuelves a levantar y continúas tu camino. Pero invariablemente llega un momento en el que te cansas, en el que te hartas de todo, en el que ya no estás dispuesto a seguir. Tus fuerzas se acaban, tus ánimos decaen, tu esperanza muere. Es normal, somos humanos. Eso solo demuestra nuestra fragilidad y vulnerabilidad. Recordamos que somos simples mortales de carne y hueso que andan de paso por este mundo.
Nadie dijo que la vida sería fácil y, si hay alguien que lo dice, es un vil mentiroso. Tal vez la vida sea un poco menos difícil para algunas personas, pero eso no la hace fácil de ninguna forma. Nuestras abuelas decían que solo veníamos a este mundo a sufrir y honestamente ya me estoy convenciendo de eso. Después de ponerse con Sansón a las patadas, regresas a tu esquina todo golpeado esperando el próximo round. Es el círculo vicioso de la vida.
Cuando no ves la salida
Últimamente, parece que todo me sale mal. Mis planes se derrumbaron. Me tomó mucho tiempo darme cuenta de lo que quería hacer con mi vida y, cuando por fin encuentro mi vocación, se me viene el mundo encima.
Por azares del destino, me quedé sin trabajo. Todo lo que había planeado se vino abajo. Mi proyecto independiente está avanzando más lento de lo que esperaba y como no puedo vivir de eso todavía, pues tengo que buscarme otro trabajo, lo cual me tiene sumamente estresado. Bien dicen que no se puede vivir de amor al arte. Esa es la triste realidad.
A veces me pregunto para qué tanta faramalla. La sociedad nos impone estándares injustos. Espera que uno simplemente vaya a la escuela, encuentre un trabajo, se case, tenga hijos y muera. Y se repite el esquema con nuestros hijos. Los sueños y las aspiraciones quedan relegadas en segundo plano. A veces los sueños se convierten en pesadillas.
La vida se te va
Una de las principales razones por la cual no me he casado es por no contar con una estabilidad económica. Está muy bonito ese discurso del amor, pero la realidad es que cuando el hambre entra por la puerta, el amor sale por la ventana. El amor no se come ni paga las deudas. Me parece muy irresponsable formar una familia sin tener una estabilidad económica. Solamente traen más niños al mundo para padecer y se complican la vida innecesariamente.
Por otro lado, sí me gustaría tener mi propia familia. Aunque los niños me desesperan, creo que sí podría tener uno. A veces me pongo a pensar si es que analizo las cosas demasiado. Siento que siempre quiero ver el panorama completo y sufro del denomidado "parálisis por análisis".
Tal vez la gente que dice que no tienes que esperar a tenerlo todo tiene razón. A estas alturas ya no sé qué pensar. Pero por otro lado me da miedo una responsabilidad de ese tamaño. Me da miedo no poder con el paquete. Tal vez uno nunca esté preparado para esas cosas y tiene que lanzarse al ruedo como va.
Te dan la espalda
El año pasado me llevé una gran decepción. Me di cuenta de que algunas personas cercanas a mí no eran mis amigos en realidad. Una persona en particular se quitó la máscara y la verdad no me lo esperaba.
He aprendido a contar mis amigos con los dedos de la mano. Los verdaderos amigos no son aquellos con los que te vas de fiesta o que ves todos los días. Los verdaderos amigos son los que te dan la mano cuando lo necesitas, que te dan una palabra de aliento, una sonrisa, un abrazo sincero. Los verdaderos amigos son aquellos que aunque no veas tan seguido y que tal vez vivan en países diferentes, cuando los ves es como si el tiempo no se hubiera detenido. Se convierten en alguien de tu familia a pesar de que no lleven la misma sangre.
No es la primera vez que me llevo una decepción en ese sentido. De hecho, ya debería haberme acostumbrado. Pero me da algo de coraje porque lo debí ver venir. Ya había señales que había visto pero que me negaba a reconocer.
Creo que ha llegado la hora de buscar nuevos amigos. No voy a malgastar mi tiempo con gente de doble cara. La hipocresía no me va. La vida es tan corta para malgastarla de ese modo. No quiero vivir con rencores, con amargura, con malas vibras. A darle vuelta a la página. Por salud mental, he decidido alejarme de ciertas personas. Personas van, personas vienen.
Caminante, no hay camino
Dicen que no se puede tener todo en la vida. No sé si sea cierto. No tengo trabajo, no tengo pareja, no tengo amigos...bueno, tengo unos poquititos, pero creo que entienden el punto. Lo único que me quedan son mis sueños e ilusiones y es justamente a lo que voy a aferrarme. Somos actores en nuestras propias obras de teatro. No hay un camino trazado que seguir, nosotros mismos lo vamos trazando conforme avanzamos en la vida.
Tengo los sentimientos a flor de piel. Siento miedo, impotencia, frustración, desánimo, coraje, tristeza...todo al mismo tiempo. Ahora que fui a México me enteré de que una persona que apreciaba había muerto. Se están cerrando ciclos. Y eso me recordó lo cerca que estamos de la muerte. El tiempo es cruel y no se detiene. Cuando menos te das cuenta, ya eres una persona de mediana edad que se cuestiona lo que ha logrado en la vida y te replanteas otras alternativas. Lo malo es que no siempre hay segundas oportunidades.
La vida es corta y los sueños, frágiles. Pueden romperse en cualquier momento. Y eso es precisamente lo bello de la vida.