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sábado, 30 de abril de 2016

Frustración a 40 000 pies de altura

¿Qué tal, amigos? ¿Cómo han estado? Les ofrezco mil disculpas por tenerlos tan abandonados. Han sucedido tantas cosas y no sé ni dónde tengo la cabeza. Aunque para ser justos, deben saber que ya había publicado una entrada en el transcurso de esta semana. Bueno, en realidad era un borrador y según yo había guardado los cambios para terminarlo después y publicarlo. Según yo, todo estaba bien, pero resultó que no se guardaron los cambios y no sé qué demonios hice que borré la publicación por completo y heme aquí de nuevo. Después de hacer un coraje mayúsculo, decidí reescribir hoy porque ya no quiero que pase más tiempo y pierda mi inspiración, ¡jajaja!

Bien, entrando en materia, ustedes recordarán que yo no vivo en mi tierra natal (y si no lo recuerdan, ya lo saben) al igual que muchas otras personas. No es fácil vivir en un país diferente, con otra cultura, otras costumbres, en fin. Si por mí fuera, iría a Monterrey cada fin de semana. A pesar de que no vivo del otro lado del mundo, tampoco vivo a la vuelta de la esquina y, lamentablemente, no puedo darme el lujo de gastar en ello tan seguido. Porque viajar implica un gasto. Por menos que quiera gastar, tengo que planificar mi presupuesto para no verme en apuros.

Regularmente viajaba en autobús porque aunque no es lo más cómodo, es lo más económico. Pero considerando que salía el viernes en la noche y me regresaba el domingo en la noche para trabajar el lunes en la mañana, decidí que tenía que buscar algo más práctico. Es muy cansado viajar de noche y llegar todo desvelado a mi destino. No podía dormir al llegar porque sino perdía el poco tiempo valioso del que disponía. Así que a buscar vuelos.




Volar tiene sus desventajas y conseguir un boleto puede ser una tarea titánica. No encuentro las palabras para expresar mi frustración al respecto. En estos días pasados viví unas peripecias que no le deseo a nadie, ni siquiera a mi peor enemigo. Y todo, para comprar unos boletos de avión.

Para que se den una idea:
Por lo regular utilizo www.kayak.com para reservar mis vuelos. Es un buscador muy práctico que cuenta con parámetros para buscar diferentes vuelos. Pero como puede que la información no siempre esté actualizada, siempre tiene uno que verificar directamente con la aerolínea.
Encontré un vuelo redondo económico con VivaAerobus por USD 154. Cabe recalcar que estaba usando mi smartphone en ese momento. Ingresé todos mis datos y al estar en la última página para pagar, el sistema me marcaba error. Me aparecía un mensaje que decía que el número de teléfono solamente debía contener dígitos, ningún otro caracter. El problema era que al ingresar mi teléfono, automáticamente aparecían unos paréntesis encerrando el código de área y un guión antes de los últimos cuatro dígitos y no había manera de borrarlos. Así que decidí cambiarme a la computadora. ¡Oh, sorpresa! Las cosas resultaron peores. En la computadora el vuelo más barato me salía en USD 200, aproximadamente USD 50 más caro que lo que había visto en el mismo día. De lo que me dí cuenta es de que el portal de la aerolínea automáticamente me asignaba el paquete más caro (VivaAerobus cuenta con diferentes modalidades donde el precio varía según los beneficios), pero por más que busqué no encontré manera de escoger un paquete más barato.


Como uno de mis propósitos de este año es tomar las cosas con calma, casi me resignaba a tener que viajar por tierra. Pero recordé que todavía había un recurso que había pasado por alto: hablar al centro de atención al cliente de la aerolínea. Así que busqué el número y llamé. Me contestaron en inglés y no sé por cuál razón no le pedí al agente que hablaramos en español ya que era obvio que el español era nuestro idioma natal. Posteriormente, el agente me hizo un sinfín de preguntas y después de contestar todo, de deletrear mi nombre, dirección y demás datos y de hacer malabares mientras hablaba por teléfono, pude comprar mi boleto. El agente me dio el número de confirmación y me envió todos los datos a mi correo electrónico. ¡Ya por fin pude conseguir mi boleto!

Como se habrán imaginado, fue toda una odisea. Por lo mismo, he tratado de investigar el proceso de venta de boletos de avión. Pero los dioses han decretado que yo no entienda ese proceso misterioso. Encontré algunos datos que dicen que para vuelos internacionales debes reservar por lo menos con 45 días de anticipación, que es más barato comprar vuelos por separado o con escalas y no sé qué tantas cosas más, pero toda la información es muy confusa y ni siquiera los expertos logran ponerse de acuerdo. Es inevitable sentirse abrumado.

Francamente no entiendo por qué no existen restricciones para que las aerolíneas fijen sus precios. Es posible que el vuelo que viste a cierto precio haya aumentado el mismo día. Y si te fijas en el desglose del precio, te darás cuenta de que gran parte o, más bien la mayor parte, es por concepto de impuestos. Nuestro querido gobierno jodiéndonos unas vez más.

Uno pensaría que con los avances de la tecnología y del Internet, sería mucho más sencillo reservar un vuelo. Pero ya me he dado cuenta de que no es así. Las aerolíneas monitorean las ventas, rastrean a cada una de las personas que buscan vuelos y suben los precios a su antojo. Siempre hay lugares disponibles (según un exprofesor universitario es raro que un vuelo sea vendido en su totalidad) que las aerolíneas tienen bajo reserva para aquellas personas que compran boleto de último minuto. Como esas personas están dispuestas a pagar lo que sea, las aerolíneas se aprovechan de ello e inflan los precios. Si les preguntaras a todas las personas que van en un vuelo, te darás cuenta de que todos pagaron cantidades diferentes. 




Las aerolíneas argumentan que el combustible ha aumentado mucho, que los impuestos, que la competencia, que los márgenes de ganancia son cada vez menores y tantas y tantas excusas más, pero la verdad es que uno siempre sale perdiendo. Deberían imponer más controles para revertir esta situación. No es posible que las aerolíneas hagan lo que les venga en gana. 

Por lo pronto ya tengo mi boleto y espero con ansias el día de mi vuelo. Espero que no pase nada imprevisto. Ahora a preocuparme por el equipaje.

¿Y ustedes qué experiencias han tenido al reservar vuelos? Au revoir!